Es probable que el COVID-19 te asuste. El miedo es una emoción natural ante lo desconocido y también a lo conocido y es adaptativo porque estamos programados biológicamente para protegernos de lo potencialmente peligroso, lo que ponga en peligro nuestras vidas.
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También puede que entres en un bucle circular: siento miedo- siento necesidad de control- busco información y escucho noticias – más miedo – más necesidad de control- busco más información y escucho más noticias- siento aún más miedo- etc.
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Al miedo se le puede unir el dolor de vivir en primera persona o a través de otros enfermedades e incluso pérdidas. Este dolor nos hace humanos. El vínculo afectivo también es natural y adaptativo, necesario para mantenernos a salvo y equilibrados.
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Puede que tus rutinas diarias se hayan modificado y ello te desoriente, pues los hábitos proporcionan sensación de seguridad y control de nuestra realidad y ayudan a mantener los ritmos biológicos estables.
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Puede que tu propia economía y la economía de tu país, de tu mundo se tambalee y ello te despierte inseguridad, incertidumbre y más de ese miedo del que hablaba en el primer párrafo.
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El miedo, el dolor, la inseguridad, las dificultades para tolerar la incertidumbre son emociones naturales que quizás hayan aparecido ya en ti estos días, y en mí que escribo este artículo, a medida que este virus ha ido entrometiéndo en nuestro escenario de vida. Ese es su poder, como disparador de emociones y hemos de reconocerlo.
Pero lo que no podrá impedir el coronavirus si te lo propones en serio es que:
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-Aprendas a estar con tus emociones, nombrándolas y validándolas, sin juzgarte, dandole espacio y sentido, acompañándolas con ternura y compasión, como lo harías con un buen amigo.
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-Seas solidario con los demás dandole poder a la grandeza humana que hay en ti. Por ejemplo, quedándote en casa y siguiendo las indicaciones de los expertos para evitar que el virus se propague.
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-Aproveches para estar más cerca de los que tienes en el hogar, ahora que tienes tiempo para ello. Que el menos se convierta en más: más conversaciones, más juego, más conexión en todos los sentidos. También que conectes a través de la tecnología que tengas a mano más con los que amas y no viven contigo.
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-Cambies tu foco de atención a lo cercano y comiences a valorar y a apreciar más a lo que siempre ha estado a tu lado, frente a tus ojos, y no enfocabas.
-Aprendas a ser dueña o dueño de tus pensamientos y seas capaz de verbalizar en voz alta, o en el auditorio de tu mente, con fuerza autoafirmaciones alentadoras, realistas y llenas de esperanza. Como escribió Viktor Frankl, “nuestra mayor libertad humana es que, a pesar de nuestra situación física en la vida, ¡siempre estamos libres de escoger nuestros pensamientos”.
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-Disfrutes de todas aquellas actividades que estaban en tu lista de “importantes pero no urgentes” y que formen parte de tu rutina diaria. Yo incluiría por ejemplo el descanso, el juego, la meditación en esta lista.
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-Incluso las circunstancias imitadoras de la cuarentena hagan un efecto depurativo cambiando tus hábitos insanos. Pongas intención en cuidarte, mantener rutinas de actividades enriquecedoras, aseo, arreglo personal, orden de tu espacio, ejercicio, buena alimentación, mirar el horizonte, el cielo y tomar aire aunque sea a través de una ventana.
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Es bien sabido que las crisis son oportunidades para impulsar la creatividad y activan la resiliencia. Puede que nazcan nuevas ideas, te reinventes, tú, tus relaciones e incluso tu trabajo.
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Puede que esta situación de crisis y aislamiento te conduzcan a dar más liderazgo y poder dentro de ti a tu consciencia, tu humanidad, tu autoestima, tu amor y también, ¡y que no falte!, tu sentido del humor. El poder está dentro de ti. Para terminar vuelvo a recordar a Viktor Frankl y sus reflexiones: “Se pueden convertir las experiencias en victorias y la vida en un triunfo interno”.
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