La depresión y sus síntomas son el resultado de una frustración acumulada, de una impotencia e intento inconsciente por hacerse daño, desaparecer, huir, suicidarse, simbólicamente o real. Es motivada por un resentimiento profundo hacia algo. Te hablo de una ira reprimida por largo tiempo que no se permite expresarla. Hablamos de un resentir causado por lo que consideramos una gran injusticia.
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El camino hacia la sanación comienza por reconocer y soltar. Confía en este proceso. Reconoce y acepta tu ira. Ponla frente a ti. Integra tu sombra. No tienes nada que demostrar o perder. Sino solo hacerte consciente de esta situación. Tu biología elije la depresión como una solución para liberar la tensión que vas acumulando por luchar contra tu sentir real… ¿Comprendes?... La depresión no es un mal, es una válvula de seguridad. No es el problema, ni la solución. Solo una estrategia para protegerte de los contenidos psíquicos tóxicos a los que te sometes. Me refiero a esas memorias emocionales inconscientes que son una especie de programas autoejecutables que influyen sobre tu manera de interpretar los sucesos.
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La memorias inconscientes se reconocen en cuanto te vez sorprendida(o) por un estado depresivo sin aparente razón. Te sientes sin sentido y dirección, como pérdida(o) – No reconocido, ni hallado. No encuentras tu lugar en ningún sitio. Fomentas la desvalorización, la culpa y el victimismo. Este estado te produce fatiga y pesadez, deseos por dormir, fantaseas y te evades. Te encuentras en un punto muerto, no existe movimiento u acción para salir del atasco. Navegas a la deriva. Te invade la tristeza y la ansiedad. Tus emociones se encuentran atrapadas, están bloqueadas por un resentir que piensas no te puedes permitir expresar. Las creencias e interpretaciones erróneas que te vendieron, son las que justifican el hecho de tener que reprimirte.
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Tu inconformidad e ira frente a ciertas situaciones de tu vida pueden ser muy grandes. Pero te sientes impotente y sin el derecho de responder, de defenderte, de alejarte o poner un hasta aquí, de marcar limites y manifestar que no estás de acuerdo. No te permites reconocer lo que no quieres hacer, y no hacerlo más. Por tal razón tu cuerpo enferma. Te conviene a la brevedad, devolverle a tu padre, madre, pareja, hijos, etc. - Todos sus fardos, dramas y conflictos que arrojaron sobre ti, esto lo vas hacer como un acto de amor para que ello puedan madurar. No permitas que tu vida la sigan convirtiendo en su basurero. Ni que te sigan manipulando y chantajeando afectivamente.
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Para sanar se precisa entrar en contacto con ese resentir profundo que ocultas. El que nunca te has atrevido a expresar. El que mantienes encerrado con candados en tu psique. Reconocer el trauma, verlo y tomar consciencia, es el camino hacia la solución. El resentir es la interpretación que hiciste de una situación desde tu consciencia emocional. No tiene nada que ver con tus raciocinios conscientes. Hablamos de lo que realmente sientes con respecto a una persona, pero que no te atreves expresar por temor a recibir desaprobación, un rechazo o condenación.
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Cuando se hace presente una energía que te desvaloriza, por ejemplo la de tu pareja. Te está llevando al momento donde quedaste traumatiza(o) por un rechazo (abandono) experimentado por parte de uno de tus padres. La herida es la interpretación que hiciste de esa situación desde tu consciencia emocional. A esto le llamamos el trauma. Físicamente puedes tener a tu madre próxima. Pero psíquicamente percibes que ella no te ama. Que está muy lejos, no hay comunicación. Te sientes abandonada(o) desde tu perspectiva emocional. Esto da origen al resentir… “le odio con todas las fuerzas de mi alma, ojala se muera y sufra mucho”… desde luego, esto no te permites expresarlo sin por ello sentir cierto grado culpa. Pues aunque se trate de tu verdadero resentir, consideras que es inmoral, que Dios te va castigar. Por tanto te lo tragas completito, y además lo reprimes intensamente aunque te duela mucho esta carga.
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Como consecuencia vas a generar un gran bloqueo emocional… A esto se le llama resentimiento, es una ira reprimida que puede incluso tener antecedentes ancestrales sin que tu lo sepas. Al cabo de un tiempo comenzarás a somatizarla si no sabes cómo atenderla. Tu biología te llevará a experimentar diversos grados de depresión. Es una estrategia para liberarte de tensión que vas acumulando, evitando así que te colapses.
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La ira se libera desde el reconocimiento de que la posees, de que es tuya, de que te pertenece, y de que tienes el derecho de expresarla. Acepta que tienes motivos que son validos para sentirla. Evita descalificar o reprimir la perspectiva de tu niño interno. Su sentir cuenta, tiene fuerza y es poderoso, vaya que te afecta. El niño interno mueve los hilos de tu destino sin que tú puedas evitarlo. Así que te conviene hacer las paces con el permitiéndote expresar tu ira sin juzgarte o calificarte. Evita quedar atrapada(o) en las etiquetas y normas socioculturales.
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Este ejercicio no te hace ser mejor o peor persona... Liberar no significa agredir o imponer. Si no el permitirte expresar sin juicio. Liberar es sacar, no retener. Así que suelta todo el dolor que llevas expresando tú verdadero resentir… Vacíate… deja de reprimirte y de justificar, ya sea para quedar bien o cumplir con las expectativas de otros. Pierde el temor de expresar… Negar tu ira no te ayudará. Solo te hundirá, te quemará e irritará, te inflamará, hinchará y ahogará en la impotencia y la frustración, en la tristeza y el resentimiento. Ante tal desgaste sobrevendrá la depresión como una respuesta biológica para protegerte del desatino por no expresar y hacer lo que realmente deseas.
© Ari Shemoth