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Nuestro organismo conserva la memoria de todos los acontecimientos vividos, y si estos son traumáticos, se programan entonces ciclos restauradores para conseguir el equilibrio energético. Existen por tanto ciclos asociados a la memoria de la pérdida de un hijo o padre, de un órgano o cirugía. Existen memorias de disputas por herencias, abusos, guerras, abandono, enfermedades o accidentes.
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Un ejemplo que me viene a la memoria, está conectado con una intervención que me hicieron del apéndice cuando vivía una situación muy estresante asociada a una perdida. Así que cada vez que recreaba esta situación de alguna forma, sentía claramente como aparecía el dolor cuando existía la inflamación del apéndice. Podía incluso durarme un par de días si yo no sabía cómo gestionarla. ¿Qué está pasando?... Me di cuenta que la memoria celular es algo muy real, que está ahí, contenida en cada órgano y mi piel. Es una conciencia que se manifiesta y emite señales cuando prevalece un conflicto psíquico. Como se puede explicar, el que una persona que ya no tiene el apéndice, siga sintiendo las molestias de la inflamación cuando vive una situación de estrés. Esto es una señal inequívoca de la presencia de una conciencia residual que nos retroalimenta cuando no se ha resuelto un trauma asociado con la amenaza de pérdida de algo.
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Toda enfermedad tiene un sentido biológico (un para que conviene), y la función de los ciclos biológicos memorizados, es la de brindarnos mediante la remembranza de un acontecimiento traumatizante, una nueva oportunidad para aportar una solución más adecuada a un conflicto vivido, ya sea para degradarlo o resolver definitivamente.
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No olvidemos que una de las funciones primordiales de nuestro inconsciente biológico es garantizar nuestra supervivencia. Es importante para el inconsciente que nos integremos a los cambios que nos afectan dentro del entorno en donde nos encontremos. Por tanto siempre emitirá respuestas que tienen un sentido pleno de adaptación biológica, frente a todos los cambios dramáticos que podamos experimentar.
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Queda claro que todas estas respuestas, muchas veces no precisan ser la mejor opción. Ejemplo de ello son las enfermedades. Por ello es tan importante comprender la influencia que ejerce nuestro entorno sobre la biología de nuestro cuerpo. Entiéndase por entorno, no solamente los aspectos físicos, sino también el plano mental, nuestros pensamientos, los prejuicios y creencias, los sentimientos y las emociones.
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Es recomendable atender oportunamente cualquier conflicto emocional antes de que crezca más. De lo contrario nuestra biología no dejara de emitir las respuestas de adaptación para nuestros conflictos existenciales. A nadie le gusta estar enfermo, pero para la biología este es un recurso para sobrellevar el peso de nuestra carga psíquica. En otras palabras tú enfermas a tu cuerpo con tus pensamientos y sentir.
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Hablando de la influencia del transgeneracional, para el inconsciente es primordial el aportar soluciones a lo vivido por nuestro clan, sobre todo cuando se trata de conflictos internos no resueltos. Ya que estos se heredan, y una vez que se instalan en nuestra psique, se recarga la memoria celular del conflicto para recrearla y manifestarla de diversas formas. El inconsciente por tanto buscará la forma de solucionar esta situación, un recurso consiste en la enfermedad y en la programación de un ciclo restaurador para conseguir el equilibrio energético. Este puede ser anual, quinquenal, etc. – Es lo que llamamos el síndrome del aniversario. Seguro han podido percibir esta situación algunas veces en ustedes mismos, en parientes o amigos. Cada cierto mes del año, este se enferma, enloquece, retoma una adicción, hace estupideces o cae en estados depresivos. Se pelea con medio mundo, pone su vida de cabeza, se esconde o trata de desaparecer…
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¿Qué está pasando realmente con esta persona?... Su inconsciente le está brindando una nueva oportunidad para solucionar un conflicto no resuelto a nivel emocional. La reactivación del mismo tiene como fin el limpiarnos de memorias de dolor. No es que estemos locos, ni que seamos falladitos, volubles o bipolares. Solo existe un fuerte dolor en el alma que no hemos sabido hacer consciente para atender y resolver.
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© Ari Shemoth