Aceptar no es sinónimo de resignación, ni de ser débil o fracasado, sino de haber adquirido la comprensión necesaria para dejar de luchar contra una situación que te está afectando.
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La aceptación es un fruto de la consciencia, no tiene nada que ver con ser masoquista o un mártir para expiar ciertas culpas con dolor.
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La aceptación te libera de la resistencia interna, te permite comprender el sin sentido, o la razón de las cosas para generar cambios de manera constructiva sin crearte más conflictos.
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La aceptación genera amor y liberación. La mente errática te desvaloriza e infunde temor, te hace codependiente, te somete y reprime, te impone cargas que no son tuyas, ni tienes porque llevar.
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© Ari Shemoth