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Está claro que somos seres sociales. Nos gusta agradar y compartir cosas con los demás. Pero, ¿esta necesidad de aprobación puede ser perjudicial para nosotros? He aquí una de las claves de la dependencia emocional. ¿Tienes que gustarle a todos o solo a aquellos realmente importantes para ti? ¿Quiénes son esas personas relevantes en tu vida? ¿Tienen que aprobar absolutamente todo lo que hagas?

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Te invito a que te plantees estos interrogantes y trates de darles respuesta. Una cosa es tener claro lo que tú quieres hacer y saber que te gustaría que tus seres queridos lo aprobaran y otra distinta sentir que si no te quiere todo el mundo, las cosas no merecen la pena… La diferencia por sutil no deja de ser importante. ¡Continúa leyendo para conocer cómo influye todo esto en tu bienestar!

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¿Qué es la dependencia emocional?

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Las personas con dependencia emocional necesitan de forma excesiva tanto el afecto como la atención y la aprobación de los demás. Sienten un miedo irracional a la soledad y al abandono, lo que va a hacer que sean más subordinadas en sus relaciones interpersonales. Además, tienen un fuerte deseo de exclusividad y refieren que no podrían imaginarse la vida sin su pareja.

Presentan, por lo tanto, un patrón persistente de necesidades emocionales que son incapaces de satisfacer por ellas mismas, por lo que pretenden cubrirlas estableciendo lazos inadecuados con otras personas. Es decir, desarrollan relaciones parasitarias y asimétricas, llevando a cabo actos de todo tipo y condición y que justifican con un único propósito: que la relación no termine.

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Y no solo eso. Ansían sensaciones de protección y de afecto con tanta intensidad que lo buscan en el otro de tal manera que se llegan a anular a sí mismos independientemente de la calidad de la relación con tal de mantenerla. Así, establecen vínculos que son muy intensos e inestables, en lugar de otros más saludables. Está claro que a todos nos gusta sentirnos queridos, pero… no estamos dispuestos a lo que sea para que conseguirlo, ¿no?

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¿Cómo influye la dependencia emocional en el malestar psicológico?

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El problema de depender emocionalmente -en exceso- de los demás es que, si no se reciben la atención o el cariño desmesurado que necesitamos, aparecen dudas irracionales sobre la propia valía y el aprecio que nos tienen los demás, lo que va a influir en nuestra autoestima y en las emociones que sintamos.

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Aparecen así sentimientos de rechazo, negación y abandono. De esta manera, la tristeza está presente de forma demasiado intensa, lo cual puede dar lugar a que entremos en un círculo vicioso de vacío emocional e insatisfacción crónica del que es muy complicado salir: la depresión.

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Pero no solo eso, el miedo a estar solo que lleva a las personas a hacer lo que sea con tal de evitar la soledad, hace que los síntomas ansiosos aumenten. La persona anticipa la posibilidad de que esto pueda llegar a ocurrir, lo que hace que se ponga muy nervioso y se involucre en relaciones sentimentales tóxicas.

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Contra la dependencia emocional: autoestima

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Como os podéis imaginar, las personas con dependencia emocional tienen una autoestima baja y se ven a sí mismos de forma negativa. Esto lleva, de nuevo, a tener una mayor necesidad de buscar soporte y cariño en los demás. Dicho en otras palabras, para estar bien necesitan que los demás estén bien con él o ella.

La realidad es que, con la única persona con la que pasamos toda nuestra vida es con nosotros mismos. Por lo tanto, es fundamental basar nuestro bienestar en buscar nuestra propia aprobación y no la de todos los demás. ¿Qué quiero decir con esto? Que es importante que la primera persona a la que intentemos agradar con lo que hacemos sea a nosotros mismos.

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“La gente que quiere más aprobación consigue menos y la gente que necesita menos aprobación consigue más”

-Wayne Dyer-

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Pero, ¿qué más podemos hacer para gustarnos más? Un ejercicio muy sencillo sería buscar todos los días algo que nos haya hecho sentirnos bien, tanto física como psicológicamente. Al principio, es una tarea que nos va a costar, ya que no estamos acostumbrados a alagarnos, pero a la larga vamos a fomentar el afecto positivo con nuestra persona. De esta forma, reduciremos la dependencia emocional patológica. ¡Quiérete!

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https://lamenteesmaravillosa.com

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Imágenes cortesía de Rebecca Matthews, Adam Jang y Hope House Press

Dónde nace la alegría, por Laura Foletto

ENVIADO POR ROBERTO

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En la era del delivery, de lo instantáneo, del “llame ya”, de la inmediatez, de la impaciencia, es imposible prefabricar la alegría, producirla a medida, lograrla a voluntad. El monje benedictino alemán Anselm Grün, un versátil e incansable explorador del alma humana, lo dice de una manera sencilla (en su libro La verdadera felicidad): “No es posible decretar la alegría. Ella es la expresión de una vida plena.

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No puedo ansiar la alegría por sí misma, pero sí puedo intentar vivir mi vida con todos los sentidos. Entonces tomaré contacto con la alegría que hace tiempo se encuentra en mí”. Suele ocurrir con la alegría lo mismo que con la libertad, con la felicidad o con el sentido. Se los busca afuera, se los pretende ya hechos. Queremos que nos sean dados; olvidamos rastrearlos en donde habitan: en nuestra interioridad, en nuestra conciencia. Buscamos los anteojos que llevamos puestos y nos enojamos o desalentamos porque no los encontramos o porque no viene alguien y nos los alcanza.

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Decía el filósofo y teólogo holandés Baruch Spinoza (1632-1677), cuya Etica es una de las más grandes obras del pensamiento universal, que la alegría acompaña al ser humano en “el paso de una menor a una mayor perfección”. Spinoza entendía que la realidad era, en sí, la perfección y, por lo tanto, hablaba del paso de un nivel a otro de la realidad, de una profundización de la conciencia, de una conversión paulatina de nuestras potencialidades existenciales en actos existenciales.

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Tanto él como Grün parecen coincidir en algo: el despertar de la alegría, una facultad que está en nosotros, es siempre la consecuencia de un modo de vivir. Nadie es alegre. No lo seremos porque tengamos la sonrisa a flor de labios, porque al levantarnos juremos que hoy le pondremos al mal tiempo buena cara o porque, simplemente, nos definamos como personas alegres.

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Así como los árboles no empiezan su existencia por la fronda sino por la raíz, la alegría no nace de la voluntad ni de una declaración, sino que proviene de nuestro modo de estar en el mundo. No se trata de vivir para estar alegre, sino de sentirnos alegres por la vida que vamos eligiendo.Cuando nos propongamos la alegría como un fin y salgamos a buscarla en diversas góndolas y escaparates, terminaremos casi siempre por encontrar dos de sus más pobres remedos. El placer y la diversión

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. El placer se agota una vez conseguido y pide ser renovado de inmediato. La diversión es una pompa de jabón: su estallido dura un segundo y luego no hay más. Ambos tienen algo en común: no requieren esfuerzo, ni paciencia, ni un proceso. Son instantáneos. Se puede pagar por obtenerlos. Y, convertidos en móvil focal de nuestros actos, son un objetivo neurótico. La alegría, en cambio, sobreviene a lo vivido, a lo experimentado, incluso a lo padecido. No nos atrae como un anzuelo: es un perfume que emana de nuestro vivir.

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Hoy se cree que todo debe ser “divertido”. Esa palabra se ha instalado en el habla cotidiana como una suerte de exorcismo. Decimos “¡Qué divertido!” como si con eso ahuyentáramos la posibilidad del sufrimiento, de la decepción, de la frustración, del dolor o del aburrimiento, que, después de todo, son estaciones por donde pasa, inevitablemente, el viaje de la conciencia que madura

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. “¡Qué divertido!”, repetimos mecánicamente en situaciones patéticas. Ni la vida ni el mundo son un parque de diversiones; esa promesa no figura en nuestro contrato existencial. No se trata de eludir el placer o el esparcimiento. Pero usados obsesivamente para no pensar, no sentir, no hacerse preguntas, para llenar vacíos, provocan angustia.

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Al final de la noche, de la actividad o del consumo “divertidos” queda la sensación de que los sabores que buscamos no están aquí. Epicuro (341 a.C.-270 a.C.), el padre del hedonismo, decía, en uno de los textos fragmentarios que quedaron de él, que la alegría es fruto del alma en movimiento. Una vez más, aludía a algo que nace en la vida interior, no en el bullicio externo. La alegría brota silenciosa, perdurable y fértil cuando nace de actos que dan sentido a nuestra vida.

Hoy vas a experimentar algo único, lee todas las instrucciones detenidamente y haz el ejercicio Ahora.

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El poder de una actitud positiva

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Zig Ziglar dijo una vez que no es tu aptitud, sino tu actitud lo que determina que tan alto puedes llegar en la vida; y nada es más cierto que eso.

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Hazte las siguientes preguntas:

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¿Cuál es tu actitud hoy?

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¿Cómo es tu manera de ver las cosas?

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Tus actitudes y comportamientos en realidad son un reflejo de cómo te sientes y lo que piensas sobre ti y tu entorno.

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Tu actitud puede ser tan poderosa que te puede ayudar a construir o a destruir; y ella es la que al final determina tu éxito o fracaso en la vida.

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¿Te has dado cuenta que hay algunas personas que desde que entran en un lugar son capaces de generar buenas vibras? Eso se debe a la buena actitud que ellas cultivan.

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Piensa un poco en aquella situación en la que lograste lo que querías y tuviste éxito. ¿Qué crees que pudo haber hecho la diferencia? Sin duda la respuesta será que elegiste la actitud correcta; y la actitud correcta es ver las cosas de forma positiva.

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Pretender que será fácil mantener una actitud positiva todos los días sería mentir; ya que la vida tiene sus altas y bajas, y puede ser muy complicado querer presentar tu mejor rostro ante la vida después de cada cosa mala a la que te ves expuesto.

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Sin embargo, debes recordar que toda acción genera una reacción; y es más fácil que obtengas mejores resultados con una actitud positiva que con una negativa.

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¿Cómo puedes cultivar una actitud positiva?

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A través de la historia ha quedado demostrado que aquellas personas que tuvieron una actitud positiva y una visión optimista de la vida, han sido las personas que lograron el éxito.

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Así que a continuación comparto contigo 5 consejos que te ayudarán a mantener una actitud positiva:

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1. Se agradecido.

Cuando practicas la gratitud eres más feliz, y de esta manera tu actitud hacia la vida es más positiva. Incluso, si eres agradecido en los momentos de prueba, tu actitud es dejar de ser víctima de las circunstancias; y cuando haces esto aprendes a ver el lado bueno de las cosas y te liberas de cualquier sentimiento negativo.

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2. Ayuda a los demás.

No hay nada que te pueda hacer sentir más lleno y feliz que hacer algo bueno por alguien más.
Cada vez que eres generoso y ayudas a los demás, cambias cualquier sentimiento negativo que pudieras tener en tu interior por uno positivo; y sin duda cultivas una mejor actitud.

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3. Rodéate de personas positivas.

Las actitudes se contagian; así que evita rodearte de personas tóxicas y negativas.

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4. Visualiza lo mejor de ti.

Cree en ti mismo y aprende a ver lo mejor de ti. Evita la manía de ser perfeccionista o ser demasiado duro contigo, ya que esto solo contribuye a afectar tu autoestima.

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5. Practica la meditación.

La meditación es una de las herramientas más poderosas y efectivas con la que podrás aprender a cultivar una actitud positiva. Gracias a la meditación puedes aprender a conectar con tu interior y a identificar todas aquellas actitudes negativas que es importante que elimines de tu vida.

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Nuestras actitudes son los filtros mentales a través de los cuáles decidimos como queremos ver la vida. Decídete a cultivar una actitud positiva y ver cada situación como un reto apasionante, y una oportunidad para crecer y ser mejor persona.

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Esperamos que estos consejos te hayan sido de utilidad. Un saludo y hasta la próxima.

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.http://blog.metodosilvadevida.com

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