Las emociones son parte esencial de nuestros mecanismos de supervivencia y de integración y, sin embargo, pueden ser también la principal fuente de nuestro sufrimiento. Esto es algo sobre lo cual la tradición budista es muy consciente y por lo que el Dalái Lama ha creado un mapa o atlas interactivo de las emociones en el cual se agrupan las emociones principales, su relación con las demás y las formas en las que se detonan o pueden contenerse. La misión del proyecto, que cuenta con el trabajo del famoso psicólogo Paul Ekman --quien ayudó a Pixar a crear la película Inside Out, es ayudar a la sociedad secular a convertirse en personas más conscientes y compasivas.
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El Dalái Lama explica que por naturaleza tenemos emociones destructivas y constructivas que forman parte de nuestros estados internos, a los cuales "debemos poner más atención, desde el jardín de niños hasta el nivel universitario", esto con el fin "no sólo de conocer, sino de crear seres humanos felices".
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En la página Atlas of Emotions se explica que "un marco mental calmado es necesario para evaluar y entender nuestras cambiantes emociones. La calma es idealmente el estado base de la mente, a diferencia de las emociones que surgen cuando algo las detona y luego desaparecen". Esta es la idea central de la psicología budista: la mente es por naturaleza tranquila y luminosa; el estado de agitación y reactividad que nos parece tan común es en realidad una consecuencia de desequilibrios, estrés, exceso de estímulos y, por supuesto, un desconocimiento de qué son y cómo pueden trabajarse las emociones. Es por ello que la calma o la capacidad de relajarse es el principio de una vida sana y de una vida espiritual.
El mapa parte de cinco emociones básicas: tristeza, enojo, disgusto y miedo. La psicología moderna ha mapeado estas emociones a veces usando otros sinónimos, pero en términos generales son las mismas. Igualmente el pensamiento taoísta, basado en el sistema de cinco elementos (o movimientos), cinco planetas y cinco órganos fundamentales tiene un esquema similar de cinco emociones ligadas cada una a un elemento y las cuales están en un estado de flujo.
El sitio promueve una mentalidad ecuánime y un "mindfulness" emocional:
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Típicamente nos volvemos conscientes de nuestras emociones solamente después de un episodio emocional, especialmente cuando nos arrepentimos de cómo actuamos. La meta del Atlas de Emociones es ayudar a las personas a volverse conscientes del impulso a actuar antes de actuar y así elegir si involucrarse o no y cómo. Esto significa entender qué detona las emociones, qué detonadores comparten las personas, qué detonadores son especialmente sensibles y cuáles generalmente resultan en un episodio emocional lamentable.
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Uno de los grandes problemas que produce el mal manejo emocional es el estrés:
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De hecho el estrés es definido como sobreexcitación emocional (una experiencia emocional que dura demasiado y es demasiado fuerte e interfiere con el resto de nuestra vida). La consecuencia del estrés, especialmente el estrés prolongado, es pérdida de sueño, malos humores, disminución de la habilidad cognitiva, tensión en nuestras relaciones y una variedad de problemas de salud física.
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El sitio por el momento sólo está en inglés pero tiene un diseño muy agradable y divertido, lo cual es parte de la misión para hacerlo accesible a las masas.
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Visita: http://atlasofemotions.com/#
Como educar ¿a los hijos o a los padres?
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Los hijos desde el momento que nacen representan para casi todos los padres, un cúmulo de esperanzas y expectativas. Muchos padres perciben a su descendencia como sus propias extensiones, principalmente en aquellas áreas donde aun no pudieron culminar sus objetivos personales, entonces depositan en ellos el peso de sus ambiciones más secretas. Otros los tienen como cómplices incondicionales y depositarios de quejas, dimes y diretes e historias personales y son educados dentro de un marco de evitación, donde la sobreprotección es la regla. Estos padres plagados de buenas intenciones cuartan su libertad de experimentar para evitar que sus hijos sufran experiencias similares a las que ellos padecieron, guiados principalmente por el miedo por encima del amor y la confianza.
También están aquellos padres perfeccionistas donde para sus hijos se vuelve una tarea prácticamente imposible poder complacerlos y lograr su reconocimiento.
Estas actitudes de los padres generalmente son inconscientes, y están colmadas de buenas intenciones. No se percatan y no son ellos quienes toman las decisiones sino sus propios programas mentales que toman el mando, sus memorias familiares, ancestrales o experiencias traumáticas de sus pasados.
En realidad cuando hablamos de los hijos de quien verdaderamente hablamos es de los padres, no hay forma de desligarlos. Los padres son la causa y los hijos el efecto, visto de otra manera, yo soy la creadora del mundo que percibo incluyendo a mis hijos.
Invariablemente nuestros hijos son nuestra proyección, algunos padres más que otros logran mantener un apego relativamente saludable con ellos, otros debido a sus temores, experiencias pasadas y creencias ejercen presión mas o menos fuerte para ajustarlos al modo de pensar del núcleo familiar.
Las causas que motivan a que padres eduquen a sus hijos bajo ciertos paradigmas son muy amplias pero las motivaciones básicas que los impulsan, están centradas en torno al amor o el temor.
Las relaciones basadas en el temor, cuando este es la parte predominante creará relaciones difíciles, numerosos conflictos, alejamientos, adicciones, etc pero estas situaciones se pueden revertir, siempre podemos regresar al amor y restablecer los lazos. En la medida que nosotros estemos bien, ellos estarán bien sin importar la distancia ni el tiempo transcurrido ya que estamos siempre interconectados.
Nuevamente tenemos que tomar responsabilidad de que todo aquello que vemos en nuestros hijos lo hemos creado nosotros. Cuando observamos conductas que nos preocupan o nos desagradan, donde tenemos que mirar es en nuestro interior. Aunque no parezca así, nosotros creamos nuestras experiencias. Podemos intentar corregirlos pero los resultados no serán los esperados a menos que nos revisemos y cambiemos nuestra percepción. Lo que vemos en nuestros hijos son solo nuestras proyecciones, y no los estamos viendo desde el corazón, como realmente son.
La sanación comienza desde adentro hacia afuera, comenzamos por nosotros y esta se extiende a nuestras creaciones.
Nuestros hijos son nuestros maestros, están aquí para enseñarnos que debemos rectificar en nosotros, y nos brindan siempre una oportunidad de emendar.
Si nos enfocamos en el amor lograremos grandes cambios, no en ellos sino en nosotros, y por lo tanto se producirán en ellos también. Lo que vemos afuera es el reflejo externo de nuestro interior, nuestras creencias las vemos reflejadas en el cuerpo físico de nuestros hijos, no los percibimos perfectos como fueron creados porque nuestros lentes están teñidos de memorias, de un cumulo de información que no nos sirve y por lo tanto nos llenamos de juicios que nos imposibilitan ver con claridad.
Cuando hablamos de los hijos, tenemos que describir a los padres.
A nuestros hijos tenemos que amarlos y agradecerles que estén en nuestra vida y solo de esta manera es cuando se producen los cambios milagrosos. Aceptar tan siquiera un poco que podemos estar equivocados y que no vemos las situaciones desde la perspectiva del corazón sino de la mente, puede restituir las relaciones y devolverlas a su estado natural de armonía y paz.
Es importante comprender que nuestros juicios siempre vienen de nuestras memorias, fueron aprendidos y es necesario aceptar la posibilidad que podemos estar equivocados porque no estamos mirando con los ojos del amor sino desde el miedo.
A nuestros hijos debemos aceptarlos tal como son y dejarlos libres de nuestras cargas, y nosotros debemos limpiar y limpiar nuestras memorias para ser inspirados en la mejor manera de guiarlos.
Cuando obtenemos claridad las relaciones se transforman y sucede lo que es perfecto y correcto para cada quien.
Te amo
Como educar ¿ a los hijos o a los padres?
Jocelyne Ramniceanu