rencor (3)

EL DESAPEGO DEL RENCOR PARA PERMITIRNOS AVANZAR. Por Valeria Sabater

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La psicología del perdón es también una forma de desapego. Hace referencia a todo un acto de valentía por el que las personas dejamos a un lado ese rencor que carcome y del que somos cautivos para aceptar lo sucedido y permitirnos avanzar. Es también una reestructuración del “yo”, un camino psicológico donde reparar daños y emociones negativas para hallar poco a poco y día a día la paz interior.

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Cada vez que buscamos bibliografía al respeto de la psicología del perdón encontramos en su mayoría trabajos y documentos relacionados con el crecimiento personal, el estudio de la moral e incluso con el mundo de la religión o la espiritualidad. Ahora bien, ¿existen estudios científicos sobre lo que es el perdón, cómo llevarlo a cabo y lo que supone para nuestro equilibrio físico y emocional poder dar ese paso?

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“El débil no puede perdonar. El perdón es un atributo de los fuertes”
-Mahatma Gandhi-
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La respuesta, evidentemente, es “sí”. De hecho la “American Psychological Associaton” dispone de múltiples trabajos e investigaciones sobre lo que es perdonar y lo que no, y de cómo nuestras sociedades y este mundo tan lleno de conflictos a lo largo de la historia no siempre ha sido capaz de avanzar en este sentido: una dimensión que a su vez es clave en nuestro bienestar mental.

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De hecho, y esto es conveniente recordarlo, muchos de nosotros podemos tener alguna que otra espina clavada, una cuenta pendiente con algún hecho de nuestro pasado que merme nuestra felicidad actual, que reste potencial a nuestra capacidad para construir un presente mucho más satisfactorio. Todos, de algún modo, guardamos nuestra pequeña cuota de rencor hacia algo o alguien que sería necesario empezar a sanar…

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Perdonar para evitar el “desgaste” personal

La mejor forma de ahondar en esta área de la psicología es diferenciando qué es el perdón y qué no lo es. Perdonar, en primer lugar, no significa decirnos que lo que ocurrió en un momento dado estuvo bien si no lo estuvo. Tampoco significa “aceptar” ni reconciliarnos con la persona que nos hizo daño; aún menos obligarnos a sentir cercanía o piedad hacia ella.

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La psicología del perdón, en realidad, nos ofrece las adecuadas estrategias para que seamos capaces de dar los siguientes pasos:

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  • Asumir que las cosas sucedieron de ese modo en concreto. Nada de lo que ocurrido en ese instante puntual de nuestro pasado puede cambiarse. Por tanto, debemos dejar de elucubrar, de perder energía, ánimo y salud al imaginar cómo podrían haber sido las cosas en caso de haber actuado de otro modo, en caso de que hubiéramos hecho esto en lugar de lo de más allá.
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Perdonar es aprender a “dejar ir” para reinventar un nuevo “yo” que asume el pasado pero que se ve con fuerzas para aprovechar el presente.
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La psicología del perdón nos dice a su vez que no estamos obligados a entender ni a aceptar los valores o pensamientos de quien nos hizo daño. Perdonar no es ofrecer clemencia ni buscar justificaciones a lo que sufrimos. Jamás debemos renunciar a nuestra dignidad.

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  • Se trata más bien de facilitar el duelo del resentimiento, de ir quitándole capas a la rabia, intensidad a la desesperación y a ese bloqueo que nos impide respirar… Para ello, es necesario que dejemos de odiar a quien nos hizo daño.

Por otro lado, hay un aspecto importante que solemos olvidar. El perdón es la piedra angular de cualquier relación, ya sea de pareja, de amistad, etc. Recordemos que no todo el mundo ve las cosas del mismo modo que nosotros; de hecho, hay tantas percepciones, enfoques y opiniones como días hay a lo largo del año.

A veces, asumimos ciertas actuaciones como afrentas o actos de desprecio cuando lo que hay detrás es un simple desacuerdo o un malentendido. Así, y con el fin dejar de ver traiciones donde no las hay, debemos ser capaces de ampliar nuestro sentido de comprensión y nuestra capacidad de perdón.

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La psicología del perdón, clave de salud

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El doctor Bob Enright, de la Universidad de Winsconsin, es uno de los expertos más célebres en el estudio de la psicología del perdón. Tras más de tres décadas analizando casos, realizando estudios y escribiendo libros sobre el tema ha concluido con algo que quizá, nos puede llamar la atención. No todo el mundo lo logra, no todos somos capaces de dar el paso para ofrecer el perdón. La razón de ello reside en la creencia de que perdonar es una forma de debilidad.

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Es un error. Una de las mejores ideas que nos regala la psicología del perdón es que hacerlo, dar el paso, además de permitirnos avanzar con más libertad en nuestro presente, nos da la oportunidad de integrar en nuestro ser nuevas valías y estrategias para hacer frente a cualquier fuente de estrés y ansiedad. Porque perdonar y reciclar resentimientos en libertades es todo un acto de valentía y fortaleza.

Asimismo, el doctor Enright nos recuerda que hay muchas razones que justifican dar el paso hacia el perdón. La mejor de todas ellas es que ganaremos en salud. Son muchos los estudios que demuestran la estrecha relación entre el perdón y la reducción de la ansiedad, la depresión y otros trastornos que merman por completo nuestra calidad de vida.

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La persona que día a tras día permanece atrapada en el ciclo del recuerdo, en la carcoma del resentimiento y en ese odio persistente hacia el ayer concentrado en un hecho en concreto o en una persona determinada, lo que desarrolla además de infelicidad es un estrés crónico. Nadie merece vivir de este modo. Porque no hay emoción más tóxica que la ira combinada con el odio…
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Pongamos por tanto en práctica alguna de las siguientes estrategias para facilitar el camino del perdón:

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  • Perdonar no es olvidar, es aprender a pensar mejor entendiendo que no estamos obligados a facilitar una reconciliación, sino a aceptar lo sucedido sin sentirnos “débiles” por dar ese paso. Perdonar es liberarnos de muchas cargas que no merecemos llevar de por vida.
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  • Odiar nos quita la energía, los ánimos y la esperanza. Debemos por tanto aprender a perdonar para sobrevivir, para vivir con mayor dignidad.
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  • La escritura terapéutica y llevar un diario nos puede ayudar.
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  • Debemos entender a su vez que el tiempo por sí mismo no ayuda. Dejar pasar los días, los meses y los años no hará que dejemos de odiar o que nos olvidemos de lo sucedido. No dejemos para mañana la molestia que sentimos hoy.
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  • El perdón es un proceso. Esto es algo que también debemos entender. Tal vez nunca podamos perdonar por completo a la otra persona, pero sí podemos descargar una buena parte de todo ese resentimiento para poder “respirar” un poco mejor…
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Para concluir, como vemos el campo de la psicología del perdón es muy amplio y tiene a su vez una relación muy estrecha con el área de la salud y el bienestar. Es una disciplina que nos ofrece a su vez fabulosas estrategias que aplicar en cualquier ámbito de nuestra vida, de nuestro trabajo y relaciones cotidianas. Perdonar es por tanto una de las mejores capacidades y virtudes que desarrollar como seres humanos.

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Referencias bibliográficas

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Worthington, T. y Williams, David R. (2015). Perdón y Salud. Madrid: Akal

Prieto, U. (2017). Perdón y salud: introducción a la psicología del perdón. Madrid: Universidad Pontifica Comillas

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Enright, R.D., & Fitzgibbons, R. (2015). 9 Forgiveness Therapy. Amer Psychological

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Worthington, E.L., Jr., & Sandage, S.J. (2015). Forgiveness and Spirituality in Psychotherapy: A Relational Approach. Amer Psychological

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Paloutzian, Raymond F. (2010). Forgiveness and Reconciliation: Psychological Pathways to Conflict Transformation and Peace Building. New York: Peace Psychology Book Serie

Valería Sabater

Fuente. La Mente es Maravillosa

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PÉRDONATE, ESO ES TODO. Por Gema Sánchez Cuevas

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YO SOY MI ENEMIGO. Por Francisco de Sale

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YO SOY MI ENEMIGO

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LIBERATE DE LAS ANCLAS DEL RENCOR

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El perdón, el primer paso para la libertad emocional

Quien te enfada te arrastra, quien te hace daño te convierte en prisionero, quien te grita, despierta tu rabia o tu miedo… ¿Hasta dónde eres capaz de aguantar? Sabemos que no es fácil, que practicar el perdón es un acto que no todos saben o quieren llevar a cabo. No obstante, debes saber que es el primer paso para tu libertad personal.

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Reflexiona unos instantes con nosotros… ¿Cuántas cargas llevas sobre tus espaldas? ¿Cuántas piedras almacena tu alma a día de hoy? Tal vez, si ofrecieras un perdón a cada una de esas anclas que te amarran, tus pasos serían mucho más ligeros.

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Ahora bien, somos muy conscientes que ofrecer el perdón a quien nos ha hecho daño, no es fácil. Es como ofrecer nuestro reconocimiento a quien nos cambió la vida, y aún más, es como mostrar “debilidad”.

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No obstante, es necesario no caer en este error: no es débil a quien que ejerce el noble acto del perdón. Al contrario, no hay mayor acto de fortaleza que quien es capaz de darlo con la mayor humildad, para así, liberarse.

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Hablemos hoy sobre ello.

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Perdonar para avanzar

Hay padres que hacen daño a sus hijos. Actos contranatura que en ocasiones, van más allá del maltrato físico. La humillación, el desprecio, la falta de amor o incluso la sobreprotección o la educación tóxica, son actos que dejan huella en nuestro ser. Que nos impiden avanzar en libertad como personas maduras.

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¿Cómo ofrecer también el perdón a quien nos ofreció amor del modo más falso y egoísta? Hay amores que manipulan, que vulneran derechos, que hieren emociones, que aprisionan nuestra felicidad convirtiéndola en un papel que echar a la basura.

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¿Debemos perdonar estos comportamientos? Los psicólogos nos señalan siempre de la necesidad de “perdonar” como primer acto de superación, Es una forma de romper el vínculo del sufrimiento. No es fácil, porque en estos actos se almacenan muchas emociones negativas: odios, desprecios, frustración…

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Debemos ir con cuidado con estas dimensiones. La frustración siempre busca culpables, y los odios, esclavizan nuestro corazón.

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Practicar el perdón tiene como finalidad las siguientes dimensiones:

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Romper el cordón umbilical con nuestros agresores, con nuestros vulneradores de derechos,con nuestros maestros de la infelicidad.

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Intenta visualizar el perdón de la siguiente forma: no como claudicación, o como humillación. Sino como cortar un hilo negro y dejarlo ir, como la cola de una cometa que vuela muy alta y se escapa de nuestras manos. Se ha ido, y lo que no está no debe hacernos daño.

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El perdón te libera, es un ejercicio noble donde no se ejerce fuerza, ni violencia. Donde no hay odios. Tu perdonas con nobleza sin desear nada malo. Y ese perdón es el mayor acto de libertad, porque has roto cadenas mediante el más noble de los actos.

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La necesidad de perdonarse a uno mismo

Hemos hablado de la importancia de perdonar a los demás… pero ¿cómo se hace eso de perdonarse a uno mismo? Y es más… ¿por qué he de hacerlo?

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Debemos practicar el saludable ejercicio de perdonarnos porque también nosotros somos causantes de nuestro propio sufrimiento, y no reconocerlo, no querer verlo, es como llevar una venda en los ojos y un grillete en el corazón.

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Es posible que aún te sigas culpando por ese error del pasado. Por haber dejado ir a quien merecía estar a tu lado, por haber hecho daño a alguien que no lo merecía…
El primer paso para perdonarnos a nosotros mismos, es reconocer esa carga existencial, esa molestia cotidiana, ese suspiro que no tiene consuelo. Ahonda en tus pesares, esos que solo tú ves.

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Acepta tu responsabilidad, y después, perdónate. Haz lo posible por enmendar ese error o ese daño, pero empieza por perdonarte para liberar cargas. Es el mejor modo en que podrás avanzar con más fortaleza.

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El autoperdón busca romper cadenas interiores y evitar sobre todo, cargar con todo el peso del mundo. Porque en ocasiones, las buenas personas también se responsabilizan de cargas o pecados ajenos. Tú no eres culpable de algo que hizo tu pareja, o alguien de tu familia. En ocasiones, la vida marca sus circunstancias y como tal debemos afrontarlas con entereza.

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Quien sufre remordimientos es que carga demasiadas culpas, demasiados pesos. Hay que desvestirse de ellos con responsabilidad, afrontarlos, solucionarlos, perdonar y autoperdonar… Todo ello nos permitirá avanzar de un modo más ligero.

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Practicar el perdón es una forma de liberación personal, ahí donde también reside la importancia de perdonarse a uno mismo. Vive una vida humilde, libre del vínculo del rencor o el resentimiento. Avanza tranquilo y en calma sin ese peso de más a tus espaldas…

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COMO NOS AFECTA EL RENCOR por Sebastián Alberoni . Formarse

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ENVIADO POR ROBERTO

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“Aferrarse a la ira es como agarrar un carbón caliente, con la intención de tirarlo a alguien más.

Tú eres el que se quema.” Buda

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Ante una situación de conflicto, cuando el otro nos dice o nos hace algo que no nos gusta, tendemos a quedarnos con rencores, y nos suele costar mucho esfuerzo el poder dar vuelta la página de verdad. Si estamos transitando o intentando transitar un camino espiritual, puede ser que nos intentemos auto convencer de que ya no guardamos ningún rencor hacia nada ni nadie, podemos llegar a sentir que es así, pero luego de un tiempo vemos que ante cualquier cosa mínima que nos haga recordar a dicho evento o a dicha persona, el rencor vuelve a aparecer.

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Una visión muy novedosa, sumamente simple y que nos puede ayudar mucho, es darnos cuenta de que si guardamos rencores, si nos quedamos con broncas, somos nosotros los principales perjudicados. Si tengo esos sentires en mi, los sentiré directamente en mi cuerpo, muy probablemente como un bloqueo o sensación fuerte de incomodidad en el plexo solar, que es justamente el centro energético o chakra relacionado con las emociones, que se ubica un poco por encima del ombligo.

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Si no soy consciente de esto, si no practico la auto observación, puedo alimentar aun más estos sentires con mis pensamientos: pensamientos que justifiquen y lleven a más rencor y más separación, pensar en lo mal que hizo esa persona, en cómo pudo hacerme eso, pensar que nunca más quiero volver a acercarme a esa persona, etc. Llegados a ese punto, el malestar que sentiremos puede ser muy notorio. No solo se sentirá esta incomodidad en nuestro plexo solar, estas emociones y pensamientos disonantes también drenarán nuestra energía vital. En definitiva y en palabras simples, quedaremos hechos “un trapo de piso”.

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Al hacernos conscientes de esto, nos daremos cuenta del poderoso hecho de que si de verdad soltamos los rencores, si de verdad aceptamos la situación y podemos ver al otro más allá de la ofensa, los principales beneficiados seremos nosotros, porque volveremos a sentir paz, volveremos a sentirnos libres por dentro, nuestro cuerpo se volverá a sentir relajado, ya no habrá bloqueos, nos sentiremos nuevamente con la presencia y la energía vital activa en todo nuestro cuerpo, especialmente en nuestro corazón. Tendremos más ganas de vivir, sentiremos dicha, entusiasmo, volveremos a estar conectados con nuestra Esencia.

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Desde este nuevo lugar, será mucho más fácil comenzar a sentir verdadera aceptación hacía el otro y hacia la situación que me tocó vivir. Entonces, además de ser un regalo para mí, también será como consecuencia un regalo para el otro. Si por el contrario, hubiéramos encarado esta situación sólo desde el esfuerzo de querer aceptar al otro inspirados en el común conocimiento de que “perdonar es algo bueno”, sería un enfoque muy noble, pero que nos puede costar muchísimo esfuerzo, esfuerzo que puede terminar siendo infructuoso.

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Desde este nuevo lugar, como se explica en la técnica del Ho’Oponopono, también podré ver más fácilmente cuáles fueron las causas internas mías que me ayudaron a vivir esa situación, o que me hicieron sentirme tan dolido con dicha situación. Generalmente las cosas nos pasan, y hay otro u otros involucrados, pero a la vez los dolores se aumentan por heridas no sanadas de nuestro pasado. Entonces estos hechos nos pueden ser de gran utilidad para auto conocernos mejor, para sanar y abrazar cuestiones pasadas. Desde esta visión el otro termina siendo un facilitador que nos puede estar mostrando algo a sanar.

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Todo esto no significa que no podamos sincerarnos con la otra persona, decirle que su actitud nos ha hecho sentir mal, que nos hemos sentido heridos, que su obrar nos parece demasiado fuerte, que no esperábamos eso de ella/él, que nos damos cuenta de que nuestro dolor puede en parte verse aumentado por nuestras propias heridas del pasado, pero que de todas formas duele, o lo que sea. Por el contrario, el consejo es intentar siempre decir lo que sentimos, compartirlo con el otro, abrirnos al otro, tratando de que sea lo más posible desde el corazón. Es el miedo el que nos hace creer que es mejor cerrarnos y no decir nada, y es el Amor el que nos ayuda a abrirnos y compartir.

Puede ser que al sincerarme, sea la otra persona la que se ofenda. Hay personas que no tienen reparo en decir o hacer cosas fuertes, pero que no toleran escuchar el retorno. Además, ofenderse en esas instancias suele ser un mecanismo de defensa para evitar sentir remordimiento o hacerse cargo de las propias acciones. En ese caso, será el viaje de la otra persona el trabajar sus rencores. Pero si nosotros hacemos nuestro trabajo y podemos soltar nuestros rencores, es muy posible que se dé una nueva instancia en la que sea el mutuo entendimiento, la mutua comprensión, la que triunfe. Solo es cuestión de darle a las situaciones el tiempo necesario. Y según han dicho los sabios y maestros, el tiempo es, en últimas, parte de la ilusión, como así también la separación.

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No nos aflijamos si de todas formas más adelante los rencores afloran de nuevo. En ese caso podremos aplicar de nuevo esta visión sanadora. Generalmente vamos creciendo en espirales ascendentes, pareciera que volvemos a pasar nuevamente por lo mismo, pero siempre estamos avanzando, sanando y evolucionando.

 

Autor: Sebastián Alberoni

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