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ANTES DE INICIAR LA LECTURA, TE INVITO A HACER ESTE EJERCICIO.
¿QUE VES?
EL Reverendo Branful, en una conferencia, enseña a los participantes una hoja blanca de papel con un punto negro en el centro. Le pregunta a todos: ¿Qué es esto? Ellos iban respondiendo que era un punto negro.
El predicador decepcionado por no haber obtenido la respuesta correcta les dice: intenté ver en ustedes la capacidad de apertura y oportunidad que le dan a los demás y me fue imposible conseguirlo, me di cuenta que se percatan más en los errores, en las cosas minúsculas, que en la persona misma.
Y continuaba, la hoja era la persona, el punto negro en el centro fue un error que cometió; nadie fue capaz de decirme lo que en realidad era esto, simplemente era una hoja con un punto negro.
Nos pasamos la vida buscando, resaltando y culpando a los demás, por haber cometido un error y no somos capaces de reconocer que eso sòlo es un punto negro en su vida. Los seres humanos cometemos errores, tenemos dificultades, pero somos y estamos dotados de una inmensidad de valores y cualidades que brillan más que nuestros desaciertos.
No tiene sentido vivir percatándonos de los errores de los demás, nosotros, tú y yo, también cometemos errores, muchos y a veces peores que otros. Estamos llamados a potenciar la riqueza que tienen los demás por dentro.
El Reverendo Branful estaba recordando que siempre debemos ver mas allá de lo obvio y bajo la superficie, debemos tener en mente la imagen completa, no solamente enfocarnos en las manchas. También trataba de enseñar que recordáramos, que hay más de un lado en cualquier historia, y más de una respuesta a cualquier pregunta.
Ejercicio "El punto negro en la hoja blanca"
EL HORTELANO Y LAS GOLONDRINAS
En estas bellas escrituras vais, amados lectores, a recibir la luz de la verdad acerca de lo que sois.
Había una vez un hortelano, cultivando su pequeña huerta en su heredad, en la que reinaba paz, tranquilidad y el arrullo y el consuelo que la naturaleza le brindaban conformaban su felicidad.
Estando una vez en su huerto, observó, cómo de la tierra brotaban y brotaban una especie de gusanos que se iban expandiendo por toda la huerta. Asombrado el hortelano, vio como aquella plaga se comía sus cultivos. No sabía qué hacer, confundido y aturdido, se dirigió a su casa, tomó un machete y volvió a la huerta, desesperado comenzó a darle machete a los gusanos, pero, con la mala fortuna, que a cada machetazo, cortaba una hortaliza, ofuscado el hortelano seguía dando machete a la huerta y cuando detuvo el machete, ya había arrasado todo el cultivo.
Apesadumbrado y muy molesto consigo mismo regresó a su casa y lloró amargamente, porque había acabado el trabajo de varios meses. Pensaba que iba hacer, pues, había invertido el dinero que tenía en esa pequeña huerta. Se fue, en busca de unos vecinos para que le prestaran algún auxilio, pero los vecinos no estaban en casa. Luego pensó, y se fue en busca de unos parientes, quienes lo recibieron amablemente, les contó su percance, los parientes, le dijeron que lo lamentaban profundamente, pero, que no podían ayudarle, el hortelano triste y abatido se despidió y se fue cabizbajo.
Desconcertado sin saber qué hacer, regresó a su casa, sacó un asiente y se sentó frente de su casa. En silencio y en su soledad, se puso a contemplar el paisaje, y pensaba estoy derrotado, estoy acabado, pensando esto, apareció una golondrina en el alero de la casa, que con su trino llamó su atención, el hortelano se quedó mirando la golondrina, ya no pensaba y mientras la miraba, aparecieron cientos y cientos de golondrinas que traían en sus picos semillas, ramas y raíces de diferentes clases de matas. Las fueron colocando en el alero de la casa y luego con un estruendoso trino se marcharon.
El hortelano, asombrado, subió al alero y cogió todo aquello que las golondrinas habían depositado en el alero de la casa, y nuevamente se llenó de esperanza y alegría y regresó al campo, aró de nuevo la tierra y sembró las semillas en un lado, al otro lado las ramas y al otro espacio que quedaba sembró las raíces.
El hortelano muy cuidadoso y vigilante, se dedicaba a la huerta y al poco tiempo florecieron los cultivos, llegó el tiempo de la cosecha y la prosperidad y el bienestar volvieron a acompañar al hortelano.
Amados de mi humilde corazón, ya que habéis seguido muy atentos este sencillo relato, deseo que os centréis en nuestro personaje, el hortelano. Si observáis bien en su dificultad el hortelano, confundido por las circunstancias propició su propia desgracia, la cual lloró amargamente, pregunto. ¿ cuántas veces, amados míos, habéis cometido errores que como el hortelano os ha llevado al sufrimiento y a la desgracia?
También pensad, en que como el hortelano, en vuestras tribulaciones, ¿habéis buscado consuelo aún en los alucinógenos y no lo habéis hallado?
Y hoy mis amados, os exhorto a que cuando os halléis sumidos en la confusión y ofuscación por vuestros errores, recogeros en vuestra casa, como hizo el hortelano, del relato, que es vuestro corazón y presta atención a la voz de vuestro Padre, como lo hizo el hortelano con la golondrina y esperad de Él el consuelo que buscáis. Debéis fijaros, que cuando el hortelano vio la golondrina dejó de pensar, vosotros, amados míos, igual que el hortelano, cuando dejáis de pensar os abrís a vuestro propio poder creador y el universo en su abundancia infinita se manifestará en vuestra vida.
Eso sois, amados míos, poderosos y creadores a semejanza de vuestro Padre Creador.
Sed como el hortelano escuchad la voz y manifestad vuestro propio poder.
MAESTROS ASCENDIDOS
PLATICAN A LA HUMANIDAD I.