lagrimas (2)
Las lágrimas siempre ayudan. Creemos que es, de alguna forma, malo llorar porque lleva anexo un componente de tristeza, de rabia o de impotencia que nos indica que detrás de ellas hay dolor. Sin embargo, ellas son el fluir de la pena, la sacan al exterior y la dejan correr.
Siempre he sido partidaria de llorar si se necesita. Hay que permitir la tristeza. Resistirse a ella equivale a enquistarla. A dejarla guardada en un rincón del alma desde el que siempre nos llama. Es necesario abrir la puerta y dejarla libre por si quieres salir antes de que la despidamos.
A veces, uno se pregunta cómo puede el corazón con tanto dolor. Pero es entonces cuando las lágrimas están ahí, dispuestas a ayudarnos y seguras de poder hacerlo.
Hay unos prejuicios inmensos contra las lágrimas. A los hombres se les enseña que no hay que llorar porque entonces demostrarían la debilidad que se asocia a las mujeres. En ese momento, cuando este mensaje se asume se castra la emoción masculina y su expresividad.
Ser fuerte equivale a no llorar. Qué estúpida receta. A base de reprimir la explosión de sensaciones que queman por dentro, muchos hombres se convierten en espectros colgados de los arquetipos sociales, siempre a punto de estallar pero contenidos hasta límites insospechados para evitar la opinión ajena sobre su conducta.
Si se trata de mujeres, las lágrimas están mejor aceptadas porque de alguna forma, con ellas, se justifica su debilidad, su frágil y quebrantado carácter y esa falta de entereza que absurdamente se nos ha asignado desde siempre. Eso en el mejor de los casos, cuando la pena está suficientemente, justificada. En otros, las lágrimas pueden enmarcarnos en una sensiblería interesada en algún objetivo inconfesable.
Pero lo cierto es que las lágrimas son de todos y para todos y que cumplen la misma misión, en cualquier caso.
Cuando alguien llora a mi me parece fuerte. Creo que tiene la suficiente valentía para reconocer que algo le ahoga por dentro, que algo ha tocado y hasta hundido su corazón y que sin duda, necesita una caricia en el alma para que las lágrimas tengan un sabor más dulce.
Ellas son las que nos hacen humanos. El resto, sobra.
Fuente: Mirar lo que no se ve
MENSAJE IMPORTANTE SOBRE EL CHAT. Siempre lo tengo desconectado. Si "aparezco", no soy yo. Un abrazo y mi cariño. Maya