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Osho: Puedes escuchar?


El buscador de la verdad no lleva teorías con él. Siempre está abierto. Puede escuchar.
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Un hindú no puede escuchar, un musulmán no puede escuchar. ¿Cómo puede un hindú escuchar?
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El ya sabe la verdad , no hay porque escuchar. Intentas que escuche pero no puede, su mente está tan repleta que nada le puede entrar.
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Un cristiano no puede escuchar, él ya conoce la verdad. Ha cerrado las puertas a nuevos aires, ha cerrado los ojos al nuevo amanecer, él ha alcanzado, ha llegado.
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Todos los que sienten que han llegado pueden debatir, pero no pueden moverse en su diálogo.. Unicamente pueden chocar. Surge entonces el conflicto y ellos se oponen el uno al otro.
Puedes silenciar al otro, pero el otro nunca es convencido. No puedes convencer, porque es una especie de guerra, que luchas con palabras.
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Cuando estás en relación de amistad, el diálogo se hace posible. En el diálogo tú escuchas, y si tienes que hablar, hablas no para contradecir al otro, hablas para indagar, para buscar. No intentas probar nada. Hablas desde tu inocencia, no desde la filosofia.
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La filosofia nunca es inocente, siempre es astuta.Un hindú puede leer la Biblia, pero nunca la entenderá.. En realidad nunca la lee, no puede escucharla. Un cristiano puede leer el Gita, pero lo lee del exterior., nunca penetra su más recondito ser, nunca alcanza la esfera interior, se mueve y se mueve a su alrededor, ya conoce de antemano que solo Cristo es verdadero, sabe de antemano que sólo a través de Cristo se da la salvación. ¿Cómo puede escuchar a Krishna? Solo Cristo es la verdad. Krishna esta condenado a ser falso.
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El mundo está repleto de conclusiones, alguien es cristiano, algún otro es hindú, otro jaino, otro un budista. Por eso la verdad se pierde.Una persona religiosa no puede ser cristinana, hindú o budista, una persona religiosa puede ser únicamente un sincero buscador. Busca y permanece abierto a cualquier conclusión.
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Osho
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EL ARTE DE SABER ESCUCHAR

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Para saber hablar, es preciso saber escuchar". Plutarco
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Cuando escuchamos dejamos de juzgar, y creamos un espacio de silencio que nos permite responder a nuestro interlocutor desde la responsabilidad y la consciencia. La buena escucha crea un clima de empatía, de confianza y de autenticidad, en el que es posible comprender las necesidades, sentimientos y motivaciones de la otra persona. Los expertos en coaching, artistas de la escucha, afirman que la clave para escuchar es mantener nuestro diálogo interno en silencio cuando la otra persona está compartiendo. El objetivo es hacer de espejo, pues asumimos que nuestro interlocutor sabe mejor que nadie qué es lo que realmente necesita.


Para poder escuchar verdaderamente a los demás es imprescindible empezar por escucharnos a nosotros mismos. Escuchar es una actitud que nos permite comprender a la persona que nos está hablando. Así, cuando practicamos la escucha activa demostramos interés por el otro a través del 'feedback', le damos espacio para permitirle reflexionar y utilizamos la pregunta como herramienta para hallar la solución que está buscando.


Una pregunta bien formulada puede expandir la mente de nuestro interlocutor hacia nuevos horizontes, e incluso llevarle a realizar cambios importantes en su vida. A diferencia de un consejo -que trae consigo implícita la respuesta-, la pregunta motiva a nuestro interlocutor a ahondar en sí mismo, tratando de ver su situación con más distancia y objetividad. Así, preguntar de forma consciente promueve que la conversación se vaya concretando, dirigiéndose hacia la raíz del conflicto.


Eso sí, para practicar la escucha conscientemente hemos de estar conectados con nosotros mismos y con el momento presente. Gracias a este silencio y quietud internos aportamos calidad a la conversación. Escuchar nos permite experimentar nuestras interacciones con una mayor profunidad y plenitud. Supone un ejercicio diario, un compromiso por mantener relaciones más honestas, constructivas y auténticas. Aunque lo parezca, no es lo mismo oír que escuchar. Y sin duda, existe un abismo entre aconsejar y preguntar.
Irene Orce

El que sabe callar es siempre el más fuerte.
AMADO NERVO
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APRENDER A ESCUCHAR A TU ANGEL

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Aprender a escuchar a su Ángel

 ENVIADO POR KAREN

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Los ángeles están siempre con nosotros, observadores de nuestras dificultades y solícitos ayudantes que alivian los dolores; profesores, maestros y compañeros amorosos. No podemos decir honestamente que les hagamos la vida cómoda: raramente los escuchamos, a menudo hacemos exactamente lo contrario de lo que nos aconsejan y la mayoría de las veces negamos su existencia. Aunque la labor de los Ángeles no es  fácil, su amor permanece inmutable y su paciencia es infinita.

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Si nos acostumbramos a la idea de que los ángeles comparten nuestra vida cotidiana, nos daríamos cuenta de que nuestra disponibilidad hacia los demás aumenta y de que somos más sensibles.

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Una buena relación con los ángeles presupone una mayor apertura espiritual, una mayor disponibilidad para aceptar a los demás y para entendernos mejor a nosotros mismos.

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Se necesita muy poco para cambiar las costumbres. Un pensamiento por la mañana, una sonrisa, una pequeña plegaria pueden ser suficientes para hacer distinta nuestra jornada y para hacernos sentir más serenos y confiados: más conscientes de que no estamos solos y de que no lo hemos estado nunca.

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Antes de aprender a escuchar a nuestro ángel custodio, es importante saber como actúa en relación con nosotros.

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Para conducirnos por el camino de la obediencia y del amor, el ángel instaura con nuestra alma una comunicación silenciosa; nos inspira con los pensamientos que nos evitan caer en el error o actuar mal; nos “sugiere” tomar una dirección en lugar de otra, impidiéndonos incurrir en riesgos graves que podrían poner en peligro nuestra salud, tanto física como moral. Puede incluso intervenir sobre nuestros recuerdos, haciendo  floreceren nuestra mente cosas que tenemos el deber de hacer o, al contrario, alejándonos de otras que no debemos hacer.

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Nos empuja a reflexionar y a combatir nuestras debilidades, a trabajar por nuestros ideales, a alimentar continuamente nuestra interioridad para evitar que se amodorre.

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Por lo tanto, el ángel custodio susurra sus consejos a nuestra alma y no a nuestros oídos. Pero, puesto que nosotros estamos dotados de libre albedrío, no puede intervenir sobre nuestra voluntad. Somos libres de aceptar o de rechazar sus exhortaciones; podemos seguir el camino que él nos indica o, ignorando sus reclamaciones, perseverar en el error o privar de eficacia su acción.

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A veces, la presencia de este precioso guía no nos evita los accidentes y las situaciones dolorosas, que de todos modos serían más numerosas si no pudiéramos contar con su ayuda.

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El ángel vigila nuestra alma, pero nos puede ayudar incluso a afrontar los problemas cotidianos y a salvaguardar nuestros intereses materiales, si estos son importantes para nuestro progreso espiritual.

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Quien no se preocupa de la existencia de su Ángel custodio, o incluso la niega, quien no se dirige nunca a él y no le pide nada, tiene pocas esperanzas de beneficiarse verdaderamente de sus consejos. Su ángel permanecerá siempre a su lado, deseoso de poder intervenir a favor de su protegido y de acoger sus peticiones, pero su acción se verá siempre desvalorizada porque no conseguirá nunca entrar verdaderamente en comunión con la persona que le ha sido confiada.

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Quien, en cambio, se dirige con conocimiento al propio Ángel custodio, abriendo su corazón a sus palabras silenciosas, interpelándolo en los momentos de necesidad y buscando el contacto con él, podrá contar con la preciosa ayuda de un amigo fiel. Estamos proyectados totalmente hacia el exterior. No tenemos ni tiempo ni espacio para llegar a la percepción de nuestra interioridad.

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Escuchar al ángel significa precisamente concederle un espacio de silencio para que pueda ayudarnos a desalojar la mente de pensamientos, de tensiones y de las preocupaciones que nos mantienen atados a una realidad que no nos da tregua, para reencontrar finalmente el contacto con nuestra zona más pura y, al mismo tiempo, el sentido de pertenencia al mismo.

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Fuente: María Sedano

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EL ARTE DE ESCUCHAR.

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Cuando escuche a otra persona, no escuche sólo con la mente, escuche con todo su cuerpo. Sienta el campo de energía de su cuerpo interior según escucha. Esto aparta la atención del pensamiento y crea un espacio de calma que le permite escuchar verdaderamente sin la interferencia de la mente. Usted está dando espacio a la otra persona, espacio para ser.  Es el don más precioso que se puede dar.

 

La mayoría de las personas no saben escuchar porque la mayor parte de su atención está ocupada en pensar. Prestan más atención a eso que a lo que la otra persona está diciendo, y ninguna a lo que realmente importa:  el Ser de la otra persona bajo las palabras y la mente. Por supuesto, usted no puede sentir el Ser de otra persona sino a través del suyo.

 

Ese es el comienzo de la realización de la unidad, que es amor.  En el nivel más profundo del Ser, usted es uno con todo lo que es. La mayoría de las relaciones humanas consisten principalmente en la interacción de unas mentes con otras, no en la comunicación de seres humanos, seres humanos en comunión.  Ninguna relación puede crecer de esa forma y por eso hay tantos conflictos en las relaciones. Cuando la mente gobierna su vida, el conflicto, la disputa y los problemas son inevitables.

Estar en contacto con su cuerpo interior crea un espacio claro de no­ mente dentro del cual la relación puede florecer.

 

Ekchart Tolle

 

 

 

KAREN.

 

 

 

 

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