enfada (3)
ENVIADO POR ROBERTO
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“Quien te enfada, te domina”… Piénsalo bien, o ¿no es verdad?
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Cuando algo no ha sucedido como queríamos o alguien no ha respondido como esperábamos, cuando nos ha molestado el comportamiento de una persona o lo que nos ha dicho, solemos expresar aquello que sentimos con expresiones tales como “me has hecho enfadar”, “me has hecho daño”, “me has cabreado…”
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Si nos paramos a reflexionar sobre ello y decidimos profundizar, la traducción de nuestros mensajes viene a ser algo tal como “tú eres el culpable de cómo me siento”, “tú eres el responsable de que yo esté así” o “tú me has perjudicado”, es decir, yo estoy mal por tu culpa.
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Si alguien nos enfada es porque le hemos concedido el permiso para hacerlo, pues en realidad cuando alguien nos enfada, lo que internamente resuena en nuestro interior es “lo que tú piensas sobre mí, es más importante que lo que yo pienso sobre mí”. Piénsalo.
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En estos casos, la responsabilidad de cómo nos sentimos, la dirigimos hacia los demás, es decir hacia afuera. Por lo que dependiendo de los demás, así nos encontraremos nosotros.
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Resulta que en lugar de hacernos cargo de nuestras emociones y sentimientos, de dirigirnos hacia dentro y asumir la responsabilidad de lo que sentimos, otorgamos el poder o el consentimiento a los otros. Porque nadie puede enfadarnos sin nuestro consentimiento ¿o no?
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Y es cierto, que asumir todo el peso que conlleva un enfado o una molestia es algo complicado y que cuesta… y más si estamos acostumbrados a poner nuestro foco fuera. Sigue siendo más fácil, culpar al compañero y que sea el quien intente lidiar con nuestro cabreo, que nosotros mismos… pero así nunca llegaremos a conectar con nuestro interior.
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En ocasiones, esto sucede porque nos encontramos movidos por nuestro ego, el cual, a modo de resumen consiste en identificarnos con lo que tenemos, lo que hacemos y cómo nos valoran.
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Una vez que nos hemos alejado del ego y lo hemos dejado aparcado, comenzamos a tomar más responsabilidad tanto de nuestros pensamientos y comportamientos, como de nuestras emociones, y nadie nos puede hacer daño; porque consideramos que aquello que somos está mucho más allá de los bienes materiales, nuestros actos o de la opinión ajena.
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Para ello podemos ayudarnos pensando que cuando alguien nos insulta o hace algo que no nos gusta es como si nos estuviera ofreciendo un regalo. Si no lo aceptamos, el regalo seguirá siendo de la persona, mientras que si lo aceptamos lo recogeremos. En última instancia, la decisión será nuestra.
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Así, los insultos, las provocaciones o incluso las acciones de otros, son como esos regalos, que nosotros elegimos si aceptar o no; por lo que no podemos culpar a nadie de nuestra decisión, tan solo podemos responsabilizarnos de nuestra actitud, de nuestra elección.
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Además, tenemos que tener en cuenta que el choque de las expectativas que nos hemos formado con la realidad, también puede ser un detonante de nuestra molestia, pues las cosas no han pasado como imaginábamos.
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No podremos controlar las circunstancias ni tampoco a las personas, pero sí que podemos controlar nuestra respuesta. Por lo que no podemos cambiar lo que alguien dice de nosotros o lo que hace y nos molesta, pero por supuesto que podemos cambiar la actitud con la que enfrentamos la vida.
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La responsabilidad asusta, pero es la que nos permite ser dueños de nuestra vida.
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Reconocer nuestras emociones y sentimientos y hacerse cargo de ellos, nos otorga la libertad de conocernos y elegir nuestra actitud ante la vida.
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“Reconocer que ” yo soy el que elige” y que ” yo soy el que determina el valor que una experiencia tiene para mí ” es algo que enriquece pero también atemoriza”
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(Carl Rogers)
Fuente: La Mente es Maravillosa
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Si alguien se enfada o trata de insultarte...
ENVIADO POR KAREN
Viejo hábito | Nuevo hábito |
Enfadarte, sentirte aludido por los insultos de otro y enojarte sin darte cuenta de que el enfado o el insulto de ese otro era solo la excusa que necesitabas y estabas esperando para sacar a la luz la ira que ya bullía en ti. | Adquirir una imperturbabilidad que haga imposible enojarse por nada ni por nadie. Si alguien te insulta, es su problema. Nada tiene que ver contigo. El insulto solo será tal si a ti te lo parece; en caso contrario, no te sentirás insultado. Y si alguien de tu entorno se enfada, toma consciencia de que ese enfado que experimenta es una enfermedad… Si a alguien le da un infarto de corazón tú no te peleas con él, sino que lo atiendes en la medida de tus posibilidades. Pues de idéntica forma, si alguien se enoja o te insulta, no te pelees con él, percibe su enfermedad y responde con compasión. |