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El Daño Se Transmite De Generación En Generación…Alejandro Jodorowsky


El embrujado se convierte en embrujador, proyectando sobre sus hijos lo que fue proyectado sobre él, a no ser que una toma de consciencia logre romper el círculo vicioso. No hay que temer hundirse profundamente en uno mismo para enfrentar la parte del ser mal constituido, el horror de la no realización, haciendo saltar el obstaculo genealógico que se levanta ante nosotros como una barrera y que se opone al flujo y reflujo de la vida.

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En esta barrera encontramos los amargos sedimientos psicológicos de nuestro padre y de nuestra madre, de nuestros abuelos y bisabuelos. Tenemos que aprender a desidentificarnos del árbol y comprender que no está en el pasado: por el contrario, vive, presente en el interior de cada uno de nosotros. Cada vez que tenemos un problema que nos parece individual, toda la familia está concernida. En el momento en que nos hacemos conscientes, de una manera o de otra la familia comienza a evolucionar. No sólo los vivos, también los muertos. El pasado no es inamovible. Cambia según nuestro punto de vista.

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Ancestros a quienes consideramos odiosamente culpables, al mutar nuestra mentalidad, los comprendemos en forma diferente. Después de perdonarlos debemos honrarlos, es decir, conocerlos, analizarlos, disolverlos, rehacerlos, agradecerles, amarlos, para finalmente ver el “buda” en cada uno de ellos. Todo aquello que espiritualmente hemos realizado podría haberlos hecho cada uno de nuestros parientes. La responsabilidad es inmensa. Cualquier caída arrastra a toda la familia, incluyendo a los niños que están por venir, durante tres o cuatro generaciones.

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Alejandro Jodorowsky en “La danza de la realidad”

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http://larutadelailuminacion.blogspot.mx/2011/02/el-dano-se-transmite-de-generacion-en.html

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ME HICISTE TANTO DAÑO... LA CALIDAD DE TU VIDA...ARI SHEMOTH

La calidad de tu vida no se define por lo que posees, sino por todo aquello que reconoces en ti. No se trata de hacer algo para que seas mejor, sino de que seas tú haciendo lo que te agrada. No es la cantidad lo que define la calidad. Cada pensamiento recurrente sobre tu persona forja un destino. Y siempre que un destino persiste se debe a que tu forma de pensar no cambia.

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Si sientes que algo te aprisiona, esto no tiene que ver con lo que pasa por fuera sino con lo que sucede dentro de ti. El destino se repite en la medida que persiste una forma de pensar. Si crees no ser lo suficiente, atraerás un destino vinculado con ciertas carencias. Si tu vida no despega se debe a que justificas el estado mental de víctima, por lo tanto, el mayor mal consiste en el que tú te haces, esta condición es la que abre las puertas para que otros te sigan haciendo daño.

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Atte. Ari Shemoth / Coach Ontológico

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 ENVIADO POR KAREN
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Phalaenopsis bellina is a species in the   genus Phalaenopsis.: 
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Quien te enfada te arrastra, quien te hace daño te convierte en prisionero, quien te grita, despierta tu rabia o tu miedo… ¿Hasta dónde eres capaz de aguantar? Sabemos que no es fácil, que practicar el perdón es un acto que no todos saben o quieren llevar a cabo. No obstante, debes saber que es el primer paso para tu libertad personal.
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Reflexiona unos instantes con nosotros… ¿Cuántas cargas llevas sobre tus espaldas? ¿Cuántas piedras almacena tu alma a día de hoy? Tal vez, si ofrecieras un perdón a cada una de esas anclas que te amarran, tus pasos serían mucho más ligeros.
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Ahora bien, somos muy conscientes que ofrecer el perdón a quien nos ha hecho daño, no es fácil. Es como ofrecer nuestro reconocimiento a quien nos cambió la vida, y aún más, es como mostrar “debilidad”.
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No obstante, es necesario no caer en este error: no es débil a quien que ejerce el noble acto del perdón. Al contrario, no hay mayor acto de fortaleza que quien es capaz de darlo con la mayor humildad, para así, liberarse.
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Hablemos hoy sobre ello.
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Perdonar para avanzar
Hay padres que hacen daño a sus hijos. Actos contranatura que en ocasiones, van más allá del maltrato físico. La humillación, el desprecio, la falta de amor o incluso la sobreprotección o la educación tóxica, son actos que dejan huella en nuestro ser. Que nos impiden avanzar en libertad como personas maduras.
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¿Cómo ofrecer también el perdón a quien nos ofreció amor del modo más falso y egoísta? Hay amores que manipulan, que vulneran derechos, que hieren emociones, que aprisionan nuestra felicidad convirtiéndola en un papel que echar a la basura.
 
¿Debemos perdonar estos comportamientos? Los psicólogos nos señalan siempre de la necesidad de “perdonar” como primer acto de superación, Es una forma de romper el vínculo del sufrimiento. No es fácil, porque en estos actos se almacenan muchas emociones negativas: odios, desprecios, frustración…
 
Debemos ir con cuidado con estas dimensiones. La frustración siempre busca culpables, y los odios, esclavizan nuestro corazón.
 
Practicar el perdón tiene como finalidad las siguientes dimensiones:
Romper el cordón umbilical con nuestros agresores, con nuestros vulneradores de derechos, con nuestros maestros de la infelicidad.
 
Intenta visualizar el perdón de la siguiente forma: no como claudicación, o como humillación. Sino como cortar un hilo negro y dejarlo ir, como la cola de una cometa que vuela muy alta y se escapa de nuestras manos. Se ha ido, y lo que no está no debe hacernos daño.
 
El perdón te libera, es un ejercicio noble donde no se ejerce fuerza, ni violencia. Donde no hay odios. Tu perdonas con nobleza sin desear nada malo. Y ese perdón es el mayor acto de libertad, porque has roto cadenas mediante el más noble de los actos.
 
La necesidad de perdonarse a uno mismo
Hemos hablado de la importancia de perdonar a los demás… pero ¿cómo se hace eso de perdonarse a uno mismo? Y es más… ¿por qué he de hacerlo?
 
Debemos practicar el saludable ejercicio de perdonarnos porque también nosotros somos causantes de nuestro propio sufrimiento, y no reconocerlo, no querer verlo, es como llevar una venda en los ojos y un grillete en el corazón.
 
Es posible que aún te sigas culpando por ese error del pasado. Por haber dejado ir a quien merecía estar a tu lado, por haber hecho daño a alguien que no lo merecía…
 
El primer paso para perdonarnos a nosotros mismos, es reconocer esa carga existencial, esa molestia cotidiana, ese suspiro que no tiene consuelo. Ahonda en tus pesares, esos que solo tú ves.
 
Acepta tu responsabilidad, y después, perdónate. Haz lo posible por enmendar ese error o ese daño, pero empieza por perdonarte para liberar cargas. Es el mejor modo en que podrás avanzar con más fortaleza.
 
El autoperdón busca romper cadenas interiores y evitar sobre todo, cargar con todo el peso del mundo. Porque en ocasiones, las buenas personas también se responsabilizan de cargas o pecados ajenos. Tú no eres culpable de algo que hizo tu pareja, o alguien de tu familia. En ocasiones, la vida marca sus circunstancias y como tal debemos afrontarlas con entereza.
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Quien sufre remordimientos es que carga demasiadas culpas, demasiados pesos. Hay que desvestirse de ellos con responsabilidad, afrontarlos, solucionarlos, perdonar y autoperdona. Todo ello nos permitirá avanzar de un modo más ligero.
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Practicar el perdón es una forma de liberación personal, ahí donde también reside la importancia de perdonarse a uno mismo. Vive una vida humilde, libre del vínculo del rencor o el resentimiento. Avanza tranquilo y en calma sin ese peso de más a tus espalda
 
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