ENVIADO POR KAREN
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Cómo reconocer a los ángeles que caminan entre nosotros
Cuando pensamos en los ángeles, evocamos a esos bellos seres alados. Este no siempre es el caso; existen ángeles que caminan entre nosotros aquí en la Tierra que son personas con cuerpos mortales. Estas maravillosas personas parecen ser enviadas del cielo y son exactamente lo que requerimos en el momento en que las necesitamos. Aquí encontrarás algunas de las señales que te ayudarán a identificar quiénes son.
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Pasos
1
Primero mira a tu madre. No todas pero muchas pueden ganarse sus alas por lo que han hecho por ti, por las veces en que se quedaron contigo toda la noche cuando estabas enfermo o te defendieron frente a tu profesor de matemáticas en la secundaria. Las madres son los seres más parecidos a Dios. Y hablando de madres, creo que sus oraciones por nosotros son muy poderosas.
2
Habla con niños pequeños. Ellos son los ángeles más pequeños. Son puros y sabios más allá de su edad y necesitan ser tratados con amoroso cuidado.
3
Escucha su mensaje. Todos los ángeles hablan con un mensaje de verdad que va directo a tu corazón. Esa buena amiga que te dijo la verdad cuando nadie más lo hizo es un ángel para ti.
4
Busca personas realmente buenas, gente que no mienta o engañe. Las personas totalmente honestas son ángeles.
5
Recuerda tus sueños, tienen significados. Quizás tu padre falleció y te habla en un sueño y te dice algo que debes saber. Quizás quieras pensar en lo que te dijo ya que él bien puede ser ahora un ángel que te envía un mensaje celestial.
6
Recuerda que cuando el alumno está listo, entonces llega el profesor. La instrucción llega a cada uno en el momento en que está listo/a para recibir el mensaje.
7
Abre tus ojos a gente completamente desconocida. Puede que a veces te enseñen una lección de vida simplemente observándolos. El mendigo que vive en la calle puede hacerte apreciar lo que posees. Aquél niño con necesidades especiales te hace sonreír mientras lo ves realizando una tarea. ¿Quién puede asegurar que no son ángeles?
8
Busca los milagros que ocurren cada día. Recuerda a la señora que te gritó: “¡Estás conduciendo contra el tráfico, da la vuelta!” y salvó tu vida. Esa persona sí que es un ángel.
9
Piensa en tus muchos amigos y en las tantas veces que se preocuparon por tu seguridad. Recuerda cuando evitaron que cometieras un error.
10
Recuerda la asistencia de médicos y dentistas. ¿Cuántas veces se sintieron movidos a hacer justamente aquello que era necesario para protegerte e incluso salvarte la vida? Ellos son tus ángeles.
11
Finalmente, no podemos olvidar a nuestros maestros: aquella persona que te enseñó a leer y a deletrear. Su paciencia indudablemente fue angelical. No podrías leer esto ahora si no hubiera sido por él/ella. En conclusión, todos podemos ser ángeles. Todos podemos ser la mano de Dios ayudando a nuestro prójimo por el camino de la vida.
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