El paciente tiene a derecho a saber, pero también a no saber, si prefiere no saber.
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¿Qué debe hacer el buen médico, pues?
No mentir, pero dosificar la verdad para ayudar a que sea asumida.
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¿Dar plazos?
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Sin sentenciar, dar horquillas amplias de tiempo probable.
Todos tenemos tanto miedo a morir…
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Normal. Pero hay que atravesar ese miedo: lo peor de morir no es morir, es morir mal.
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¿Y qué es morir mal?
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Darte cuenta demasiado tarde de que te mueres… y de que ya no tienes tiempo para prepararte. ¡Así perdemos todos!
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Mejor morir sin darme cuenta…
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Eso no es bien morir.
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¿Qué es bien morir?
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Sin sufrimiento innecesario, y pudiendo cerrar mi ciclo vital.
¿Cómo se cierra bien una vida?
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Suelto lastre, hasta que el globo se eleva. Sé que muero y me siento acompañado por el amor de los que amo: puedo preguntar al médico, puedo hablar con los míos, comparto miedos y confidencias, digo lo que tengo pendiente y necesito decir…, ¡y lloro! ¡Y río!
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Ante la muerte… ¿ríe?
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Lo he visto en habitaciones de terminales: ¡todos riendo! El humor libera, ¡gran aliado! Y el amor, el amor ¡es la medicina máxima!
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A un niño que va a morir ¿conviene decírselo?
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Sí, porque el niño ya lo intuye, y vive un presente sin prejuicios: lo integra todo muchísimo mejor de lo que suponemos los adultos.
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¿Y también le decimos a un niño que su madre está muriéndose?
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Sí, con todo el tacto necesario, pues ocultárselo sería incitarle a que imagine cosas aún peores que la propia muerte, y a sentir que le hemos hurtado algo decisivo para su vida.
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Solemos apartar a los niños del familiar que muere, del abuelo que se ha muerto…
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Pregúntale siempre al niño si quiere ir al tanatorio, al funeral… ¿Tienes derecho tú a robarle la ocasión de despedirse? ¿Vas a cargar con esa carencia para el resto de su vida?
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Quiero morir bien: aconséjeme.
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Firma un documento de voluntades anticipadas: detalla qué no quieres que la medicina te haga y qué sí, y designa quién te representará cuando tú ya no puedas decidir. Y una vez hecho esto, corre a comentar con familiares y amigos todo lo que has decidido.
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¿Ahora? Aún no tengo previsto morir.
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¡Ahora, ahora! Es la clave: piensa en esto ahora, reflexiona, anticípate, habla, comunícate, y reconcíliate con esos cabos sueltos que tienes… ¡Y vivirás mejor, ya verás! Ah, y prepárate para lo más duro: dejarte ayudar.
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Sí, eso a mí me costará… ¿La morfina me ayudará en el trance final?
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La morfina es un analgésico poderoso: si la dosis necesaria para calmar un dolor es alta, tiene efectos sedativos. Si es muy alta, puede acelerar el final, sin ser es ese el objetivo.
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¿Eutanasia?
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No hay una buena muerte sin aceptación. Es inexplicable fisiológicamente, pero he visto a personas con enormes dosis de morfina… ¡seguir vivas, sufriendo, aferradas a algo!
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¿Y cuál es su hipótesis, doctor?
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Que no pueden desprenderse de esta vida si queda algo pendiente. Llega un hijo o cierta persona, y sólo entonces se dan el permiso de morir. También he asistido a bonitos casamientos en estos momentos… Y ya sin lastres, el globo de la vida se eleva en paz.
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Extracto de una entrevista con Joan Carles Trallero, médico de enfermos terminales en la Vanguardia.
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http://planosinfin.com/mas-importante-bien-morir-tras-vivir-feliz/
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