Los pensamientos, fieles compañeros, amigos, enemigos, llegan a formar parte importante de nuestra vida, pero no son nuestra esencia, apartamos la consciencia para dar paso a los pensamientos…
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Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos. Buda
Si fuéramos conscientes del poder que ejerce en nosotros nuestros pensamientos, de seguro haríamos un esfuerzo mayor por controlarlos, por depurarlos y educarlos, para no tener luego que esforzarnos, simplemente ser conscientes de ellos, su orientación y su efecto en nosotros.
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Muchas veces hemos oído sobre aprender a controlar los pensamientos, pero en realidad lo que debemos es evitar que nos controlen a nosotros, que nos dominen, que nos aíslen en temores, ansiedad y situaciones irracionales, pues debemos entender que los pensamientos van y vienen, no se trata de luchar contra ellos, simplemente dejarlos fluir, observarlos cómo surgen y cómo mueren.
Una colección de pensamientos debe ser una farmacia donde se encuentra remedio a todos los males. Voltaire
Las personas solemos sugestionarnos por los pensamientos, estos pueden llegar a convertir nuestra vida en una pesadilla o sumergirnos en una constante ilusión, el caso es que los pensamientos van forjando nuestra actitud y la manera como enfrentamos las cosas, por ejemplo, los pensamientos de prejuicios nos predisponen y la mayoría de las veces tomamos decisiones erradas, incluso rompemos relaciones o hacemos de nuestra vida un tormento debido al control de nuestro pensamiento sobre la consciencia real de lo que ocurre en nuestro entorno y en nosotros mismos.
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Quizás nos puede parecer complicado el tener que estar alertas para que nuestro pensamiento no haga estragos con nuestras emociones, pero es cuestión de despejarnos y evitar crear diálogos innecesarios en nuestra cabeza, o más bien monólogos.
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Ni tu peor enemigo puede hacerte tanto daño como tus propios pensamientos.
Buda
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Al hacerte consciente de tus pensamientos, puedes mantener la capacidad de que se diluyan antes de aparecer, que se esfumen sin levantar emociones, menos aún cuando son tóxicas y no aportan nada productivo o provechoso a nuestra vida, por el contrario, nos llenan de penas, amarguras y angustias innecesarias.
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Más que el control de nuestros pensamientos, es un tema de predominio de la consciencia…
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Por: Marvi Martínez – Rincón del Tibet
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