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madres toxicas
ENVIADO POR KAREN

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Tener un hijo es uno de los regalos más grandes que puede recibir una mujer, pero no todas saben expresar su amor de manera asertiva. Hay madres que, intentando proteger a sus hijos, se comportan de forma demasiado sobreprotectora o controladora, de manera que terminan limitando sus potencialidades. Cuando esto ocurre, se puede hacer referencia a “madres tóxicas” ya que, en vez de contribuir al desarrollo de sus hijos, se convierten en un obstáculo que afecta profundamente su equilibrio emocional.

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¿Por qué las madres se comportan de forma tóxica con sus hijos?

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Muchas madres no se comportan de forma tóxica a propósito. En ocasiones las causas de ese comportamiento se hallan en la infancia que ellas mismas tuvieron. Cuando profundizamos un poco en su historia, encontramos que durante su niñez fueron controladas en exceso por sus progenitores o que estos las humillaban, maltrataban o se mostraban distantes emocionalmente.

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Como tenemos la tendencia a imitar el estilo educativo con el que crecimos, la historia se repite otra vez, pero en esta ocasión la víctima se convierte en verdugo. Se trata de un ciclo en el que la madre pone en práctica las formas de educar y amar que le inculcaron en su niñez, porque son las únicas que conoce. Aunque resulta curioso que muchas de estas madres afirman que jamás les harían a sus hijos lo que les hicieron a ellas pero, sin darse cuenta, terminan adoptando el repertorio de comportamientos que tanto aborrecían.

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En otros casos, las conductas de las madres tóxicas se deben simplemente a determinados rasgos de su personalidad. Por ejemplo, puede tratarse de mujeres tan dominantes y fuertes que necesitan mantener todo bajo control, de personas que piensan que expresar los sentimientos es un signo de debilidad y prefieren marcar las distancias emocionales o de madres narcisistas demasiado volcadas sobre sí mismas. En cualquier caso, en la base de esos estilos educativos casi siempre existe una gran inseguridad ya que esos comportamientos son una forma para reafirmarse y ganar en seguridad.

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Los 7 tipos de madres tóxicas más peligrosas

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  1. Desdeñosa. Se trata de madres que optan por ignorar los logros de sus hijos. Si estos hacen algo por hacerla sentir orgullosa, simplemente hacen caso omiso del esfuerzo, intentan minimizarlo o lo dan por descontado. Por ejemplo, si el hijo llega con un regalo, en vez de agradecérselo, se limitan a decirle que era su deber.
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El problema es que los niños están programados para buscar la aprobación y el amor de las madres, por lo que crecer sin su atención es muy dañino. Como resultado, las personas que han tenido una madre así se convierten en adultos que dudan de sus necesidades emocionales, se sienten indignos de atención y tienen una profunda necesidad de ser amados y validados.

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  1. Controladora. Estas madres se niegan a reconocer que sus hijos son una persona independiente, con una personalidad propia y capacidad para tomar decisiones. Básicamente, el hijo se convierte en una extensión de ellas mismas, y debe estar dispuesto a hacer todo lo que ella desee. Estas madres pretenden controlar cada aspecto de la vida de sus hijos, incluso lo que deben pensar y sentir. Normalmente imponen esas reglas se “por tu propio bien, porque solo una madre sabe lo que es mejor para su hijo”. 

Madre controladora

El resultado de ese control excesivo suele ser una persona terriblemente insegura, que vive con una sensación de impotencia perenne. Y es que la madre, al no validar sus palabras y comportamientos durante la infancia, le inculcó la idea de que no era capaz de tomar las decisiones por sí mismo y confiar en su juicio.

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  1. Inaccesible. Las madres distantes emocionalmente están presentes físicamente y le proporcionan a su hijo los cuidados que necesita pero no le brindan afecto. Se trata de madres inaccesibles, desconectadas emocionalmente, que no responden con empatía a las emociones de sus hijos bridándoles la confianza y la seguridad que necesitan para crecer.
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Obviamente, lidiar con una madre inaccesible emocionalmente puede ser muy difícil para un niño ya que estos comportamientos generan malestar y confusión. De hecho, se ha demostrado que incluso puede afectar la composición química a nivel cerebral ya que el intercambio afectivo es fundamental para estimular los receptores de cortisol en el niño, los principales encargados de absorber y amortiguar las hormonas del estrés. Por eso, estas personas pueden tener problemas para lidiar con el fracaso y las decepciones, así como sentirse culpables por ser felices y agobiarse con responsabilidades para compensar la ausencia emocional.

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  1. Envidiosa. Se trata de madres que denigran activamente a sus hijos y son hipercríticas ya que sienten celos de los logros de estos. El problema es que ven a sus hijos como rivales, por lo que les declaran la guerra, de forma abierta o encubierta. Generalmente recurren a armas como la culpa y la vergüenza. En vez de reforzar la confianza del niño e inspirar su potencial, piensan que es injusto que tengan éxito cuando ellas no lo han tenido. Como resultado, intentan aplastar sus victorias, haciéndoles sentir mal o culpándoles por su propio fracaso.
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Obviamente, las personas que han crecido con una madre así suelen tener una autoestima muy baja y a menudo se sienten culpables, incluso por cosas que no dependen de ellos. También suelen sentir que son indignos de cualquier logro, por lo que intentarán quitarse méritos.

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  1. Narcisista. Se trata de madres que están muy preocupadas por las apariencias y las opiniones de los demás, que mantienen una conexión superficial con sus hijos porque están demasiado centradas en sí mismas. Vistas desde fuera, pueden parecer madres modelos, pero lo cierto es que sus hijos se convierten en una auténtica Cenicienta. Por ejemplo, si el hijo llega con un problema y necesita el apoyo de la madre, es probable que esta le diga: “tú no sabes lo que son realmente los problemas”, y comienza a hablar de los suyos, haciendo caso omiso de las dificultades y conflictos del hijo.
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Este tipo de comportamientos es muy desconcertante ya que los niños esperan que sus madres les brinden apoyo pero, en vez de eso, se encuentran subordinados a su ego, sometidos a una gran presión. Una madre narcisista pedirá atención y adoración pero por mucho que su hijo se esfuerce, nunca logrará complacerla. Estas personas, al llegar a la adultez, terminan viviendo con miedo a que sus palabras o actos puedan ofender a otros y a menudo establecen estándares demasiado altos para sí mismos, que generan una tensión innecesaria en sus vidas.

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¿Cómo lidiar con una madre tóxica?

El hecho de que una madre tenga comportamientos tóxicos no significa que no ame a sus hijos, sino que no sabe cómo relacionarse de una forma asertiva y empática con ellos. Por eso, es importante que aprendas a lidiar con este problema. ¿Cómo hacerlo?

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– Rompe el ciclo de la toxicidad. Cuando te percates de que tu madre muestra comportamientos tóxicos, ponle freno. Es probable que se trate de un patrón relacional de vieja data pero eso no significa que se debe perpetuar. Hazle saber que eres lo suficientemente mayor como para tomar tus propias decisiones, que ella puede opinar pero no decidir por ti ni anteponer continuamente sus necesidades a las tuyas.

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– Establece límites claros. Establece cierta distancia, que puede ser económica, emocional o comunicacional. La idea es que delimites un territorio propio en el que solo tú tengas acceso. De esta manera estarás bloqueando el exceso de control y la manipulación, le demostrarás que necesitas y estás dispuesto a alcanzar tu independencia y privacidad, porque no eres una mera extensión de ella.

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– Céntrate en lo que puedes controlar. Es probable que después de muchos años, no logres cambiar todo lo que te desagrada de tu madre. De hecho, sería una misión prácticamente imposible, pero puedes controlar tu reacción ante ello. En vez de lanzar acusaciones que empeoren aún más la relación o intentar que entre en razón, expresa tus sentimientos. Cuando intente desplegar sus armas, simplemente dile: “No me gusta que te comportes así, me haces daño”. Así al menos dejas claro que no aceptas cómo te hace sentir.

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– Marca una distancia de seguridad. No se trata de alejarte por completo de tu madre, sino tan solo de marcar una distancia de seguridad. Por ejemplo, en vez de pasar todo un fin de semana con ella, en el que invariablemente termináis discutiendo, pasad tan solo un día juntos. Otra estrategia es pasar tiempo junto a otras personas, ya que de esta forma los ataques suelen cesar o tienen un alcance más limitado. Se trata de descubrir las situaciones que te hacen sentir mal y evitarlas. 

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– Blíndate contra las emociones negativas. Cuando tu madre utilice sus clásicas técnicas de sabotaje emocional, intenta no prestarles atención. Después de todo, la basura emocional solo se puede quedar en tu interior si le haces espacio. Por ejemplo, si te dice que esa ropa te sienta fatal, porque quiere minar tu autoestima, respóndele con seguridad diciéndole que a ti te gusta y que no te cambiarás. También puedes explicarle que ese momento no es el mejor para discutir cierto asunto, que hablarán de ello cuando esté menos alterada y más dispuesta a escucharte.

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– Sé asertivo y fomenta la comunicación. Intenta abrir un espacio de comunicación asertivo donde expongas tus puntos de vista y deseos de una manera abierta. Después de todo, tu madre te quiere, el problema es que no sabe encauzar adecuadamente esa preocupación que siente por ti. Por tanto, explícale cómo te sientes y cómo te limitan sus comportamientos. Intentad buscar la mejor solución para ambos porque en los conflictos interpersonales, solo se gana cuando ambas partes ganan.

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Por Jennifer Delgado – Ricón de la Psicología

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http://paradigmaterrestre.com/2015/09/21/madres-toxicas-un-amor-que-agobia/#more-4750

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AUDIO IVOOX

http://www.ivoox.com/meditacion-soltar-a-los-hijos-con-ho-oponopono-audios-mp3_rf_1426434_1.html

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RELACIONES TÓXICAS

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Cuando hablamos de relaciones tóxicas lo primero que solemos pensar es en una mala gestión emocional de pareja, pero en realidad este tipo de relaciones se dan en cualquier ámbito social, como puede ser el de una amistad o el familiar. Se trata de relaciones que enganchan, sentimos como que quedamos atrapados en una red negativa de la que nos es muy difícil salir.

 

¿Qué se considera una relación tóxica?

Si a ratos preferirías no estar con esa persona porque te hace sentir mal, porque tu vibración cambia, porque te alteras hasta puntos que nunca creíste llegar, si te sientes manipulado cuando utiliza los sentimientos de culpa, sarcasmo o ironía para contradecirte, si sientes que no mereces ese trato pero no acabas de poner fin a esta relación, entonces estás atrapado en una relación tóxica.

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En definitiva se trata de una relación donde una o ambas partes sufren, más que gozan, por el hecho de estar juntos. Los miembros se ven sometidos a un gran desgaste emocional con el objetivo de convencerse a ellos mismos que pueden salvar esta unión.

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Al tratar de acomodarnos a la otra persona lo que hacemos es desvirtuar la realidad ¿En qué sentido? Nos convencemos a nosotros mismos que si no mostramos malestar sobre ciertos aspectos que nos incomodan, evitaremos una nueva confrontación. ¿Pero que pasa cuando llegamos al autoengaño? Que nos enfermamos física y emocionalmente. No olvidemos que la represión emocional provoca ansiedad y estrés.

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Por otro lado empiezan los problemas de comunicación, si no nos mostramos como somos ¿cómo nos van a entender los demás?, por lo que todo este conjunto de malestares acaban pasándonos factura.

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Las razones por las que podemos mantener una relación tóxica pueden ser muy diversas, pero casi todas tienen una serie de puntos en común, los cuales pasaré a detallar a continuación:

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Baja Autoestima

¿Qué es la autoestima? Es un conjunto de percepciones, valoraciones y sentimientos que hacemos con respecto a nosotros mismos. Se considerará baja cuando nuestras creencias estén basadas en no ser merecedores de algo mejor, por lo que en el caso de este tipo de relaciones se tiene la idea de que no podemos estar sin esa persona porque ella es la que siempre ha estado ahí para ayudarnos en todo. Empiezan las preguntas recurrentes como ¿quién me va a cuidar? ¿quién me va a amar? ¿quién me va a animar a seguir adelante?.

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Creer que somos la solución a sus problemas

Por el contrario podemos tener la sensación de que nosotros somos salvadores de esa persona, que podemos calmar sus malestares y conseguir que vea la realidad desde otro punto de vista idóneo para ambos. Se fantasea con el hecho de que hemos llegado a su vida para hacerlo cambiar, que con nosotros la cosa será diferente. Esto provoca mucha frustración y mucho sufrimiento, ya que hemos basado nuestra relación en unas expectativas poco reales, en vez de basarla en el aquí y ahora.

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Si bien es verdad que se pueden cambiar rasgos de personalidad en la otra persona, esto sólo sucederá cuando ésta esté dispuesta a cambiarlos y no antes. Por lo que el deseo de mejorar la vida del otro no tiene que significar que el otro la quiera mejorar, es ahí donde se produce la frustración. No podemos cambiar el entorno, pero si la actitud con la que nos enfrentemos a él.

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Yo soy la víctima en esta historia

Llegamos a creernos las palabras hirientes que nos dicen y pensamos ¿quién nos va a querer más que él/ella?. Si tan mala persona soy y no me merezco nada, ¿cómo voy a dejar esta relación con la suerte que he tenido de dar con alguien que si me aguante?. Ese miedo a quedarnos solos y pensar que tenemos lo que merecemos, es lo que acaba siendo más limitador. Una vez más aparece la inseguridad.

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Dependencia Emocional

Tratamos de suplir carencias afectivas, pretendemos que el otro nos de lo que nosotros mismos no somos capaces de gestionar. Esta sensación en ocasiones nos lleva a mendigar cariño y es cuando empiezan los desencuentros emocionales.

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Miedo a quedarse solo

Quizás esta sea la característica más común, ya que por miedo a no quedarnos solos toleramos cualquier tipo de relación, aunque ésta nos haga sentir mal. Pero lanzo una pregunta al aire ¿no es peor la sensación de estar sólo aún estando acompañado?.

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No hemos de confundir soledad con desolación, la soledad es un estado en el que la persona encuentra la paz interior, la desolación es sentir esa carencia de no estar acompañado de alguien que consideramos nos aporta lo que nosotros no sabemos gestionar.

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Miedo a lo que está por venir

Otras personas se acomodan dentro de esta relación, por mucho malestar que les aporte, por miedo a seguir adelante con su vida y abrir nuevos caminos. Es lo que supuestamente se conoce como zona de seguridad, aunque en este caso es una seguridad ficticia.

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¿Cómo gestionar una relación así?

Trabajando la autoestima, estableciendo límites al malestar y aprendiendo a comunicarse asertivamente.

Una cosa está clara, el amor no es malestar, ni dependencia, ni miedo, es libertad y satisfacción. Si no sentimos eso, entonces no es amor.

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CIARA MOLINA

Psicóloga Cognitivo-Conductual especialista en Gestión Emocional

 

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