1. Levàntese quince minutos antes de lo acostumbrado. Emplee ìntegramente este tiempo en su ejercicio de respiraciòn, que serà su primera inyecciòn espiritual del dìa. Sitùese al aire libre o al menos frente a una ventana abierta. Cuide que sus fosas nasales estèn limpias para que no impidan la respiraciòn.
2. De pie. El cuerpo erecto. Juntos los pies, los brazos descolgados, extienda todos los dedos de la mano derecha y con el pulgar cierre la ventana derecha de su nariz, de manera que impida el paso del aire. Inspire aire por la ventana izquierda, lenta y largamente, en forma rìtmica y contando mentalmente hasta ocho.
3. Retenga el aliento durante el lapso que usted necesita para contar mentalmente hasta ocho.
Exhale todo el aire de sus pulmones, expelièndolo por la ventana derecha de su nariz, mientras mantiene tapada la ventana izquierda con un dedo. La exhalaciòn completa debe durar el tiempo que le tome contar mentalmente hasta diez.
4. Invierta el ejercicio, es decir: cierre con un dedo la ventana izquierda, inspirando por la derecha mientras cuenta ocho, retenga el aliento. Tape con un dedo la ventana derecha y exhale por la izquierda mientras cuenta mentalmente hasta diez.
5. Realice un total de cinco ejercicios por cada fosa nasal, en cada pràctica puede ir aumentando el control de retención de aire, es decir, contando primero hasta diez, hasta once, doce, trece, etc.
6. Cuando sus pulmones estèn llenos de aire, efectùe un juego imaginativo: Haga de cuenta que realiza un enjuague interno. Para ayudarse, piense que el aire hace el rol de agua y que limpia por doquiera que pasa. Contraer y expandir el abdomen le facilitarà esta acciòn imaginativa.
7. Cada vez que retenga el aire, cuide que el aliento no sea contenido utilizando los mùsculos de la garganta, a cambio extienda los mùsculos del pecho y lleve concientemente el aire hacia el diafragma o el plexo solar. Es dañino utilizar la garganta como si fuera tapòn.
8. No permita que el ejercicio se mecanice, acompáñelo de vitalidad mental, encuentre alegría en hacerlo, piense que le està produciendo incalculable bien físico, mental y espiritual. Vea mentalmente que el aire contiene el mejor alimento material y la pureza misma del hàlito vital y el sustrato de la energìa del universo.
9. Cuando llene de aire sus pulmones, literalmente “vea” que està introduciendo todo eso en su ser: es decir, salud, optimismo, decisiòn, fuerza, seguridad, inteligencia, espiritualidad, etc., usted està alegre, la dicha le inunda y, entonces en ese estado anìmico, puede autointroyectarse todas las cualidades que usted desea para sì mismo. Al expeler el aire, vea mentalmente còmo salen los desechos orgànicos y, tambièn sus estados de angustia, de ansiedad, de intranquilidad, de mala salud y de todo lo que usted no quiere para sì mismo.
10. Es importante que usted vea que le abandonan todas aquellas calidades personales que le disgustan. Haga patente para sì mismo que todo lo indeseable sale definitivamente de su organismo y de su mente.
Su ejercicio respiratorio ha terminado. Acuèstese o sièntese còmodamente, acto seguido, relàjese (realice sus ejercicios de relajaciòn y construya una vìvida visiòn interna llena de imàgenes de sì mismo, en las cuales usted es y actùa exactamente en la manera como quiere ser permanentemente: “Ordènese un dìa feliz y vàyase a sus ocupaciones.
Ejercicios de concentraciòn, relajaciòn y respiración tomados del libro “El hombre nuevo” del Dr. Albert Yans.
FUENTE: Saiku_otra vida es posible