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LOS PELIGROS DE COMER CARNE ROJA. Tener Salud.

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Las enfermedades intestinales (cáncer del aparato digestivo, enfermedades inflamatorias intestinales, diverticulitis del colon…) vivieron un importante aumento en el siglo XX. Es muy probable que la causa principal fuera el incremento en el consumo de carne roja de mala calidad: embutidos y carne procedente de granjas industriales, etc.

Hasta 1945 la carne era todo un lujo y no se comía más de dos veces por semana; hoy en día está siempre presente en nuestros platos. En los restaurantes prácticamente ya se da por hecho: quitando aquellas ocasiones en las que tomamos pescado, siempre toca carne. Y al que elige un plato de verduras casi se le mira raro.

Sin embargo, las estadísticas son claras: en todos los países en los que el consumo de carne roja aumenta, las enfermedades digestivas también lo hacen. (1)

Cáncer de colon

Allí donde crece el consumo de carne de vaca, la incidencia de cáncer de colon es mayor.

Puede que la explicación sea que la carne de vacuno contiene virus resistentes a la cocción. Pues bien, al cocinar este tipo de carne, aparecen nitrosaminas cancerígenas. Los virus de la carne atacan la pared de los intestinos, creando así infecciones listas para convertirse en cáncer bajo los efectos de las nitrosaminas.

Hay que señalar que al cocinar pollo o pescado también aparecen nitrosaminas cancerígenas, pero su consumo no incrementa el riesgo de cáncer de colon. Eso se podría explicar por la ausencia de virus en este tipo de carne que ataquen las paredes de los intestinos.

El cáncer también podría originarse por el hierro hemo que se encuentra en la carne roja, ya no sólo de vaca, sino también de ternera, cordero, cerdo, pato, oca, conejo, caballo y también en las vísceras. (2) El hierro oxida las células, el ADN, los lípidos y las proteínas intracelulares, lo que a largo plazo parece favorecer la aparición del cáncer. (3)

Según un estudio realizado entre 88.751 mujeres, comer carne de vaca, cerdo o cordero una vez al día de media multiplica por 2,49 el riesgo de sufrir cáncer de colon, en comparación con las mujeres que consumen este tipo de carne menos de una vez al mes. (4)

Otras enfermedades provocadas por el consumo excesivo de carne

El consumo de carne favorece la aparición de la enfermedad de Crohn (enfermedad inflamatoria del intestino delgado). En este caso, lo que ocurre es que la carne que no puede ser absorbida en su totalidad por el intestino delgado (que comienza después del estómago y termina en el colon) pasa al colon, donde fermentará por efecto de las bacterias de la flora intestinal. Esta fermentación produce derivados tóxicos que atacan a la mucosa del intestino, lo que puede provocar las hemorragias, diarreas y terribles dolores abdominales característicos de la enfermedad de Crohn. (5)

El colon, que nace al finalizar el intestino delgado y que acaba por degradar los restos del contenido alimenticio ya digerido, también puede desarrollar, por efecto de la carne, pequeñas bolsas en donde se atascan las materias fecales. Como puede imaginarse, esto no es nada limpio y provoca infecciones, o incluso una perforación intestinal que produciría en el peor de los casos una peritonitis. La diverticulosis es otra afección del intestino grueso -que normalmente se desarrolla en el colon- característica de la alimentación occidental rica en carne, y aparece con mucha menos frecuencia entre los vegetarianos. (6)

En el caso de las mujeres, la carne aumenta el riesgo de endometriosis (presencia de tejido endometrial fuera del útero). Un estudio de 2004 demostró que las mujeres que consumen más carne roja tenían el doble de probabilidades de padecer endometriosis. (7)

Por otro lado, el consumo diario de 100 gramos de carne aumenta en torno a un 20% el riesgo de generar una diabetes de tipo 2. (8)

Además, la aparición de enfermedades cardiovasculares, cáncer de estómago, de vejiga y Alzheimer también está relacionada con el consumo de carne. (9)

¿De qué está hecha la carne que comemos?

No obstante, hay que procurar no demonizar a un alimento que desde tiempos inmemoriales forma parte de la alimentación humana.

El problema podría estar provocado en gran medida por la pésima calidad de la carne que se consume en la actualidad.

Hoy en día, para aumentar la productividad se alimenta a los animales con maíz, cereales o harinas animales a menudo enriquecidos con aditivos. Sabemos que se crían en unas condiciones de hacinamiento inconcebibles y que, en algunos casos, incluso son sacrificados de una forma tan horrible que el ex Beatle Paul McCArtney llegó a declarar: “Si las paredes de los mataderos fueran de cristal, todo el mundo sería vegetariano”.

Nos encontramos muy lejos de la imagen del feliz rebaño pastando hierba en verdes prados, que son las condiciones de vida naturales de las vacas, y eso podría claramente explicar los efectos nocivos del consumo de carne en nuestra salud.

Por todas estas razones y muchas otras más que buscan proteger el medioambiente, Jérémy Anso, del sitio web sobre nutrición Dur à Avaler, recomienda enérgicamente no sobrepasar los 300 gramos de carne por semana, lo que equivale a dos hamburguesas o a una ración grande en un restaurante.

La verdad es que esta recomendación me parece de lo más sensata.

¡A su salud!

Juan-M Dupuis

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Fuentes

  1. Dra Ludivine. La viande favorise-t-elle les maladies intestinales? 22.07.2012 L'ordonnance ou la vie!
  2. Tappel, Al. 2007. Heme of consumed red meat can act as a catalyst of oxidative damage and could initiate colon, breast and prostate cancers, heart disease and other diseases. Medical Hypotheses 68 (3): 562–564. doi:10.1016/j.mehy.2006.08.025.
  3. Cross, A. J., L. M. Ferrucci, A. Risch, B. I. Graubard, M. H. Ward, Y. Park, A. R. Hollenbeck, A. Schatzkin, et R. Sinha. 2010. A Large Prospective Study of Meat Consumption and Colorectal Cancer Risk: An Investigation of Potential Mechanisms Underlying this Association. Cancer Research 70 (6) (Marzo 9): 2406–2414. doi:10.1158/0008-5472.CAN-09-3929.
  4. Willett, W C, M J Stampfer, G A Colditz, B A Rosner, et F E Speizer. 1990. Relation of meat, fat, and fiber intake to the risk of colon cancer in a prospective study among women. The New England Journal of Medicine 323 (24) (Diciembre 13): 1664–1672. doi:10.1056/NEJM199012133232404.
  5. Maconi, Giovanni, Sandro Ardizzone, Claudia Cucino, Cristina Bezzio, Antonio-Giampiero Russo, et Gabriele Bianchi Porro. 2010. Pre-illness changes in dietary habits and diet as a risk factor for inflammatory bowel disease: a case-control study. World Journal of Gastroenterology: WJG 16 (34) (Septiembre 14): 4297–4304.
  6. Aldoori, Walid, et Milly Ryan-Harshman. 2002. Preventing diverticular disease. Review of recent evidence on high-fibre diets. Canadian Family Physician 48 (Octubre): 1632.
  7. Parazzini F, Selected food intake and risk of endometriosis. Hum Reprod. Ago 2004;19(8):1755-9. Epub 14 Jul 2004.
  8. An Pan, Qi Sun, Adam M Bernstein, Matthias B Schulze, JoAnn E Manson, Walter C Willett, Frank B Hu; Red meat consumption and risk of type 2 diabetes: 3 cohorts of US adults and an updated meta-analysis. American Journal of Clinical Nutrition, primera publicación el 10 de agosto de 2011: 10.3945/ajcn.111.018978.
  9. Cross, A. J., L. M. Ferrucci, A. Risch, B. I. Graubard, M. H. Ward, Y. Park, A. R. Hollenbeck, A. Schatzkin, et R. Sinha. 2010. A Large Prospective Study of Meat Consumption and Colorectal Cancer Risk: An Investigation of Potential Mechanisms Underlying this Association. Cancer Research 70 (6) (marzo 9): 2406–2414. doi:10.1158/0008-5472.CAN-09-3929.
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LOS PELIGROS DE LA SOBREPROTECCION. Dra. Elba Gerber

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Ante un mundo en el que abundan los niños abandonados, maltratados o simplemente faltos de cariño, muchos padres reaccionan entregándose en cuerpo y alma a sus hijos; pero proteger demasiado puede resultar tan nefasto como el abandono. Los esfuerzos por procurarles a nuestros hijos todo lo que necesitan, ayudarles y ofrecerles un modelo de comportamiento a seguir, se transforman en constante preocupación e incluso ansiedad, y ellos se ven obligados a crecer también con esos sentimientos.

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La preocupación por las vidas y los problemas de sus hijos puede llegar a ser tan torturadora que les impide comer, dormir o pensar en otra cosa. Las expectativas son tan altas que se hace inevitable una frustración continua respecto a ellos. Al temer que sus hijos pierdan el norte a menos que ellos les marquen el rumbo y lleven el timón en sus actividades diarias, se convierten en guías frenéticos, ven las responsabilidades de sus hijos como propias. Amigos, intereses e incluso su pareja son dejados de lado intentando estar disponibles para sus hijos en todo momento. Dan hasta quedarse vacíos y doloridos en su interior, pero aún así no es suficiente para detener la preocupación constante de ayudarles a ser como ellos creen que deberían ser.

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Los niños que crecen en hogares donde los padres devotos y bien intencionados ejercen su papel con exceso porque les quieren demasiado, viven con una carga de ansiedad, culpa y dependencia que puede incapacitarles emocionalmente. Los modelos del amor excesivo se adquieren inconscientemente durante la infancia y en la relación con los propios padres. En cada padre que quiere con exceso hay recuerdos de alguien que en el pasado no le dio el reconocimiento o el amor que él o ella necesitaba desesperadamente. En su interior nació la decisión de no dejar nunca que sus hijos sintieran lo que usted había experimentado.

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Cuando queremos demasiado a nuestros hijos, normalmente no suponemos que se debe más a nuestras propias necesidades que a las suyas. Les damos amor, dinero, atención, comprensión y ayuda de un modo que resulta casi obsesivo; consagramos nuestras vidas a hacerlos felices resolviendo sus problemas, y el dolor de no conseguirlo puede ser insoportable. Queremos acabar con el terrible sentimiento de no ser lo bastante buenos como para ser queridos, siendo lo bastante buenos como padres. No es extraño que intentemos ser padres perfectos con unos hijos perfectos.

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Dar, ayudar y obsesionarse por los hijos puede llenar una multitud de necesidades de los padres; algunas de las más profundas son las siguientes:

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Dar para apoyar la propia autoestima
Dar para compensar con creces la privación anterior
Dar para aliviar la culpa y la incomodidad
Dar para llenar el vacío interior
Dar para compensar la ausencia del otro progenitor
Dar para compensar la propia ausencia
Dar a cambio del comportamiento del niño

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Está claro que los padres que dan demasiado a menudo lo hacen por sus propias necesidades insatisfechas. Nada de lo que hacemos es suficiente para que nuestros padres se sientan satisfechos y llenen sus necesidades emocionales; no podemos compensarles por las pérdidas y decepciones que han sufrido.
El resultado de haber sido mimados en la infancia es una actitud de espera pasiva a que la gente nos dé, acompañada de la idea de que, cuando nos den, nosotros tendremos que satisfacer una montaña de necesidades suyas, incluso comprometiéndonos en ello. El resultado es un montón de contradicciones en nuestras vidas:

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Nos sentimos con derecho a que la gente haga las cosas por nosotros y nos cuide; cuando lo hacen, nos sentimos incómodos, obligados, agobiados y forzados a alejarles de nosotros pues nos parecen demasiado necesitados..

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Nos creemos especiales y a veces incluso mejores que otros.
Ahuyentamos a la gente haciéndonos exageradamente dependientes de ellos o mostrándonos distantes y arrogantes.
Nos sentimos arrastrados en dos direcciones opuestas.

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Estas contradicciones son el resultado de haber tenido unos padres sobreprotectores, de haber recibido demasiado. Por eso nunca nos sentimos en paz con nosotros mismos.

IMPORTANTE SOBRE EL CHAT. Siempre lo tengo desconectado. Si "aparezco", no soy yo. Un abrazo y mi cariño. Maya

 

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