Aproximadamente, te despiertas alrededor de 25,000 mañanas en tu vida adulta. Cuando me di cuenta de este dato, empecé a pensar cómo podía tener una mejor rutina matutina. Aunque aún tengo mucho que aprender, existen algunas estrategias que puedes usar para sacarle el máximo provecho al inicio de tus días. Te comparto las ocho que he encontrado más efectivas:
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1. Administra tu energía, no tu tiempo
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Si te tomas un momento para pensarlo, probablemente te darás cuenta que haces mejor las cosas a ciertas horas. Por ejemplo, mi energía creativa es mayor en la mañana, por eso escribo casi siempre en las primeras horas.
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A comparación, bloqueo mis tardes para hacer entrevistas, llamadas y enviar emails. No necesito que mi energía creativa esté alta para esas tareas, por lo que es la mejor hora para hacerlo. Y tiendo a hacer mis mejores ejercicios por la noche o temprano en la mañana.
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Así que piensa: ¿Qué tipo de energía tienes en la mañana? ¿Qué tarea se ajusta mejor a esa energía?
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2. Prepárate la noche anterior
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Esto no lo hago tan seguido como debería, pero es recomendable usar algunos minutos de cada noche para organizar los pendientes del día siguiente. Cuando lo hago bien, defino el tipo de artículo que escribiré al día siguiente y creo una lista de los elementos importantes para lograrlo. Me toma 10 minutos hacerlo y me ahorra tres horas al día siguiente.
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3. No abras tu mail hasta la tarde
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Suena simple, pero nadie lo hace. Me tomó un tiempo deshacerme de mi urgencia de abrir mi bandeja de entrada, pero pronto me di cuenta que todo puede esperar algunas horas. Nadie te va a enviar un email de emergencia, así que no lo revises durante las primeras horas del día. Usa la mañana en lo que es más relevante.
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4. Apaga tu celular y déjalo en otra habitación
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Pon tu teléfono fuera de tu vista. Esto elimina la necesidad de revisar mensajes, notificaciones de Twitter y Facebook, etcétera. Esta simple estrategia evita que dividas tu atención en tareas sin importancia.
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5. Trabaja en un espacio fresco
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¿Has notado que te sientes aletargado y fastidiado en una habitación caliente? Disminuye la temperatura para aumentar el enfoque de la mente y el cuerpo.
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6. Siéntate y párate
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Tu cerebro necesita oxígeno para funcionar. Tus pulmones necesitan expandirse o contraerse para llenar a tu cuerpo de oxígeno. Suena simple, pero hay un problema: la mayoría de las personas pasan casi todo el tiempo sentados encorvados viendo a la computadora y escribiendo.
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Cuando te sientas encorvado, tu pecho está en una postura colapsada y tu diafragma aprieta la parte inferior de tus pulmones, lo que dificulta la respiración profunda. Siéntate derecho y levántate seguido, así podrás respirar mejor. Como resultado, tu cerebro recibirá más oxígeno e incrementará tu concentración.
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Tip: Cuando me siento, generalmente pongo una pequeña almohada en mi espalda. Esto me mantiene en una postura más derecha.
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7. Come como recompensa de trabajar duro
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Tómate un momento para pensar cuánto tiempo usas al día pensando, planeando y consumiendo alimentos. Evita gastar mucho tiempo en la mañana comiendo, cocinando o limpiando. Mejor, consume algo que sea fácil de comer, y usa tus mañanas para trabajar. En la tarde, come bien como una recompensa.
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8. Desarrolla una rutina pre-juego para empezar tu día
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Mi rutina matutina empieza tomando un vaso de agua fría. Algunas personas comienzan su jornada con 10 minutos de meditación. De manera similar, debes tener una secuencia ritual. Estas pequeñas rutinas envían señales a tu cerebro de que es momento de trabajar o hacer ejercicio. Adicionalmente, una rutina pre-juego te ayuda a superar la falta de motivación y a hacer las cosas, aunque no tengas ganas.
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Al igual que es poco probable que una persona alcance el éxito de la noche a la mañana, también es poco probable que logres una buena rutina rápidamente. La mayoría de los comportamientos poco productivos y saludables son el resultado de pequeñas decisiones graduales que crean malos hábitos.
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La buena noticia es que los resultados excepcionales también son resultados de decisiones diarias consistentes. Y nunca más cierto que en la rutina matutina.