abuelos (3)

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Una cataplasma es una preparación pastosa a base de plantas para aplicar sobre la piel. La planta con la que prepare la cataplasma puede estar molida, picada o mezclada con otras plantas o sustancias (arcilla, harina de lino...), pero también se pueden hacer cataplasmas de frutas, algas, verduras…

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Pueden ser aplicadas en caliente o en frío y se pueden diluir con agua, vino, alcohol o grasa, o cocerse para obtener la consistencia deseada. Por lo general después se envuelven con un paño para mantenerlas compactas y protegerlas.
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La arcilla, reina de las cataplasmas

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Blanca, gris o verde, la arcilla es una tierra de una riqueza increíble. La degradación de los distintos suelos, rocas o tierras por efecto del clima (viento, sol, lluvia…) da lugar a distintos tipos de arcillas, que adquieren diferentes tonalidades. Cada una de ellas contiene una composición mineral y de oligoelementos que le confiere unas propiedades terapéuticas específicas, algo que ya sabían nuestros antepasados.

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Así, diferentes civilizaciones han curado desde siempre con arcilla y barro. Todavía hoy ciertas tribus viven con el cuerpo totalmente cubierto de barro y no es ningún secreto que los baños de lodo son buenos contra la artritis reumatoide, el reumatismo y diversas afecciones cutáneas, como por ejemplo la psoriasis.

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La arcilla aplicada sobre la piel ofrece efectos beneficiosos de lo más variados pero, aunque parezca increíble, también puede comerse o beberse diluida en agua si la afección que queremos tratar es interna.

Así, con una solución digerible podemos tratar una zona que no podríamos alcanzar con una cataplasma habitual (sobre la piel), como por ejemplo una inflamación en el tubo digestivo (úlceras, colitis, diarreas...). Usted sólo tiene que beberla y ella comenzará a actuar inmediatamente directamente sobre la zona dañada, mejorando su bienestar.

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En cataplasma externa, aplicada sobre la piel, la arcilla se utiliza para combatir todo tipo de inflamaciones, infecciones, congestiones, contusiones, cicatrices, heridas y quemaduras. A continuación va a descubrir algunos ejemplos de cataplasmas que puede usar según la afección que necesite tratar y cómo prepararlas.

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¡Ojo! No reutilice jamás la arcilla que ya ha usado para hacer una cataplasma.
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La clásica: cataplasma de arcillla y cola de caballo para los esguinces

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Una cataplasma de arcilla y de cola de caballo puede ser de mucha ayuda contra un esguince: la arcilla absorbe las toxinas y la inflamación, mientras que la cola de caballo permite drenar y remineralizar.
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  1. Poner la cola de caballo en agua en cocción a fuego lento para obtener una decocción (tisana concentrada). La cola de caballo se encuentra en humedales, jardines, terrenos baldíos, bosques…. pero también se puede comprar en herboristerías. También es conocida como “cola de zorro”.
  2. Apagar, cubrir y dejar en infusión 10 minutos más.
  3. Utilizar esta decocción para formar una pasta con arcilla verde en polvo.
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  5. Aplicar sobre el esguince y colocar una gasa para sujetar la arcilla hasta que seque del todo.
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  7. Repetir 1 ó 2 veces al día.
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Contra la bronquitis: cataplasma de col cocida

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Quítele los nervios a las hojas verdes y cocidas de la col y aplástelas con un rodillo para extraerles todo el jugo. Inmediatamente, aplique sobre el pecho todas las hojas, colocadas unas sobre otras. Envuelva el cuerpo con una manta caliente y permanezca sentado en un sillón un par de horas. Cuanto más tiempo lo mantenga, más efecto tendrá.
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Cataplasma fría para las quemaduras y las heridas

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Se trata de una cataplasma de arcilla verde, aceite de hígado de bacalao y miel (1 cucharadita de cada uno) y aceite esencial de lavanda fina (8 gotas).

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El aceite esencial de lavanda fina puede ser aplicado en su forma pura sobre una herida abierta o sobre una quemadura de segundo grado. Es uno de los pocos aceites esenciales que se pueden utilizar para tratar daños de ese tipo.

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La consistencia de esta cataplasma debe permitirle permanecer sujeta a la herida, pero sin pegarse demasiado. El aceite es lo que evitará que la arcilla se seque. Se coloca una gasa encima y se sujeta con la mano entre 20 y 30 minutos. Repetir 2 ó 3 veces al día, hasta que cicatrice.

A base de cebolla: cataplasma para combatir el dolor de garganta

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Cortar en juliana dos cebollas grandes y rehogarlas con aceite de oliva en una sartén. El calor potenciará las propiedades de la cebolla, que es drenante, purificante, desinfectante, antiinflamatoria y expectorante.

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Se esparce la cebolla rehogada aún caliente (¡pero que no queme!) a lo largo de un paño de 50 cm de largo y se enrolla para hacer una cinta. Se coloca enseguida alrededor del cuello (sin que moleste), y se mantiene durante 15 minutos, hasta que se calme el dolor de garganta.
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Un linimento para el cuidado del bebé

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El linimento era en su origen una mezcla de aceite y harina de lino, de ahí su nombre. Sin embargo, hoy en día utilizamos ese término para todo tipo de cataplasmas a base de aceite, grasa o manteca mezcladas con otras sustancias que se aplican sobre la piel.

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El más conocido es el linimento oleo-calcáreo. Sirve para limpiar los glúteos de los niños, evitando alergias o eritemas (rojeces). Además, permite hidratar las zonas con eccema y si se aplica sobre las costras lácteas (zonas afectadas por la dermatitis seborreica en los lactantes) éstas se despegan más fácilmente.

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Este linimento es una mezcla de aceite de oliva y agua de cal (solución saturada de hidróxido de calcio) en cantidades equivalentes.

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El agua de cal se obtiene calentando un trozo de tiza con una llama. El polvo obtenido se diluye en agua y después se filtra la mezcla, ayudándose por ejemplo con un filtro de café. También se puede comprar por encargo en una farmacia.

Para fabricar el linimento, basta con mezclar el aceite de oliva y el agua de cal con una batidora.

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También puede añadir al linimento unas gotas de aceite esencial de lavanda para perfumarlo. Para espesarlo y estabilizarlo, se pueden derretir previamente unos gramos de cera de abeja en el aceite de oliva al baño maría.

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El linimento se aplica con un algodón o una tela. Permite restablecer el pH natural de la piel y el aceite ayuda a proteger la piel del bebé del efecto de la orina retenida en el pañal.
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Un universo de sabiduría

Hay recetas de cataplasmas que dan muy buenos resultados y han pervivido a lo largo de los años gracias a que han demostrado esa eficacia una y otra vez. Pero es evidente que por el camino se ha perdido, inevitablemente, un inmenso saber. Esto es una verdadera pena, ya que los efectos de una buena cataplasma pueden ser espectaculares.

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Las de arcilla, miel y cera de abeja pueden tratar las úlceras varicosas más avanzadas y profundas, de difícil tratamiento con la medicina tradicional, al igual que las cataplasmas de col, de una eficacia increíble (¡que ya conocían los griegos y los romanos!).

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Antes de tomar medicamentos o aplicar cremas que contengan componentes agresivos, verifique siempre con expertos acreditados si no existe una cataplasma que pueda servir como solución a su problema. ¡Una búsqueda rápida no cuesta nada!
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El arte de la curación a través de las plantas

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Las cataplasmas son solo una de las posibilidades de aprovechar los increíbles beneficios de las plantas sobre nuestra salud. ¿Sabía que una infusión de Eschscholzia califórnica es un excelente inductor del sueño? ¿O que el harpagofito es una planta de Sudáfrica eficaz para tratar los dolores de las articulaciones, los lumbares y las tendinitis? No se pierda ninguno de los secretos de los remedios a base de plantas medicinales haciendo clic en este enlace.

¡A su salud!

Juan-M. Dupuis

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LA HUELLA EMOCIONAL DE NUESTROS ABUELOS

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Nuestros abuelos los llevamos en nuestro corazón, y los tendremos por siempre. Si estás en un período de tu vida que ahora te toca a ti desempeñar ese papel, procura que tus nietos también te recuerden con ese cariño.

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Entre todos los rincones del mundo, siempre hay unos favoritos. No importa cuánto te muevas, cuánto viajes o dónde estés, nunca es mal momento para regresar. Sabes bien cuáles son: ‘tus personas hogar’.

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Las personas hogar huelen a amor y a aceptación incondicional. Huelen a cariño, a abrazos largos donde se te cierran los ojos y se esboza una sonrisa.

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Por eso, una persona hogar es el mejor espejo donde mirarse cada día: siempre refleja la versión más real y auténtica de ti. La más bonita. Son la luz al final del túnel, el apoyo durante el camino y el hombro en el que depositar tus lágrimas.


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Reparando alas rotas

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Los abuelos son personas hogar. Únicos, entrañables e inolvidables. Estén o no, en este mundo, ellos simbolizan ese lugar al que siempre podremos volver para acurrucarnos, aunque sea en los recuerdos.

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Los nietos y los abuelos representan una unión generacional, ese papel que envuelve una golosina, esas miradas cómplices y ese juego permisivo y comprensivo que tanto se disfruta en cualquier momento de la vida.

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Son nuestros recuerdos, nuestra complacencia, nuestro disfrute y nuestra ternura.

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Ellos son historias llenas de efectos inesperados, cabellos de color blanco que bailan al compás del viento, ojos que brillan con el sol, serenos paseos sintiendo la calidez de sus manos, el caminar sobre hojas secas, el ver llover tras la ventana con un tazón de chocolate caliente en una fría tarde de invierno.

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Por todo esto y mucho más los abuelos se convirtieron en nuestros amigos más entrañables, esos que corrían despacio por las colinas para jugar al escondite, los que nos demostraban que el amor puede ser único y excepcional.

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Su legado emocional

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Huelen a ropa nueva, a juguetes, a intercambios dulces, a pagas a escondidas, a secretos compartidos, a caprichos encontrados, a luciérnagas de noches de verano, a la paja mojada de una tarde de tormenta…

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Sus pasos cortos y sus manos fuertes guardan la esencia de momentos únicos y que no se pueden reemplazar y de valores aprendidos.

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Y es que las castañas calientes y el pan recién hecho de las mañanas de invierno reflejan la importancia del cuidado, de los pequeños detalles, de la dedicación y del amor.

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Esos abrazos que nos recomponían en segundos del dolor que nos causaban las heridas en las rodillas y, sobre todo, las del alma, eran un ejemplo más del respeto y de la incondicionalidad que ellos luchaban por transmitirnos cada día.

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Es probable que más de una vez nos tocase ver ceños fruncidos o miradas de enfado. Seguro que esto lo tenemos grabado a fuego en nuestra piel, la misma que se erizaba cuando nos decían que no habíamos hecho algo bien.

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Navegar por las raíces

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Su mayor regalo son las raíces que heredamos y las alas para volar que nos tejieron. Por eso nunca debemos olvidarnos de profundizar y de mantener presente lo que constituyen nuestras bases.

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La relación con nuestros abuelos será por siempre única, pero también será una de las más afectuosas y entrañables que experimentaremos en nuestra vida. Siempre la recordaremos por su profundidad y por su trato genuino y excepcional.

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Simbolizan un lugar en el que aprendimos más valores aun habiendo menos reglas, donde nos educaron con serenidad y madurez, donde nos sentíamos el fruto de su satisfacción por la continuidad, donde aprendimos con templanza y paz.

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"Éramos camaradas con un objetivo común: disfrutar como si no hubiese mañana, los unos de los otros. También compartíamos enemigo: la intransigencia de unos padres que tenían el deber de evitar un consentimiento excesivo".

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Esto es lo que hoy y siempre quedará grabado como huella en nuestra memoria y en nuestro corazón.

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Es una de las experiencias más hermosas y enriquecedoras que hay, una suerte de magia incontrolable donde no importa la edad, donde se palpa lo efímero de la vida y donde podemos sentir el calor de los recuerdos.

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Nuestros abuelos, nuestros héroes de siempre

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“Lo esencial es indefinible.

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¿Cómo definir el color amarillo, el amor, la patria, el sabor a café?

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¿Cómo definir a una persona que queremos?

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No se puede.”

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J.L. Borges.

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Son plumas de nuestras alas. Son aquellos héroes del pasado que constituyen nuestro presente, son los que nos dieron la mano, los que soplaron nuestras heridas, los que evitaron las caídas y los que nos dejaron caer, pues bien sabían que es la mejor forma de aprender.

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Son el sinónimo más acertado de calidez y de cercanía, a pesar de que puede que ya estén muy lejos; son la conexión a primera vista de una sintonía única e inquebrantable.

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Huelen a hogar, a las tiritas que una vez sujetaron nuestras heridas emocionales, a esa medicina natural  que las sanó, a la voz que nos dio serenidad. A través de ellos pudimos asumir que los momentos más duros de soportar son solo eso, momentos.

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Estén o no estén en este mundo sigue abrazándolos y escuchándolos, compréndelos y sé fiel a tus raíces. La voz de la experiencia lo merece. Sea como sea, gracias a ellos tu infancia y tu vida han sido diferentes pero, sobre todo, únicas.

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Gran parte de nosotros ha tenido el privilegio de conocer a sus abuelos, de compartir una etapa de la vida con ellos y aprender el valor de cuidado y el respeto mutuos.

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Nunca los olvides, debes mantenerlos vivos por siempre en tu corazón. Y, si ahora te toca ser abuelo, procura que tus nietos te reconozcan el día de mañana en la ternura de un corazón sonriente.

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http://www.formarse.com.ar/Reflexiones/LA-HUELLA-EMOCIONAL-DE-NUESTROS-ABUELOS.html

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TIEMPO DE SONREIR. ROMANCE DE LOS ABUELOS

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ENVIADO POR ROBERTO

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Los viudos

 

Dos personas mayores, él viudo y ella viuda, se conocían hacía varios años.

 

Una noche hubo una cena comunitaria en la Casa Club. Los dos sentados en la misma mesa, uno frente al otro.

 

Durante la comida él la miró y la miró admirado y finalmente juntó el coraje para preguntarle:

 

- "¿Quieres casarte conmigo? '

Después de unos segundos de "cuidadosa consideración", ella respondió:

 

- Sí. Sí, acepto! "

La comida terminó y, luego de algunos intercambios agradables de palabras, se fueron a sus respectivos hogares.

 

A la mañana siguiente, el despertó preocupado y dudoso de la respuesta. "¿Dijo sí "o dijo no'?

 

No podía recordar. Lo intentó y lo intentó, pero simplemente no recordaba, no tenía ni siquiera una vaga idea; inquieto, fue al teléfono y llamó a su amiga. En primer lugar, le explicó que su memoria no era tan buena como solía serlo. Luego le recordó la noche hermosa, que habían pasado y con un poco más de coraje, le preguntó:

 

- "Cuando te pregunté si querías casarte conmigo, dijiste, sí o no?'

Él quedo encantado al oírla decir:

 

- "Te dije que sí, que sí, acepto y lo dije con todo mi corazón." "Y estoy muy feliz de que me llamaras, no podía recordar quién me lo había pedido."

 

 

Romance de aquellos tiempos

 

Una noche una pareja de viejos estaba ya acostada en su cama.

El marido se estaba quedando dormido pero su mujer se sentía romántica y quería conversar.

Le dijo: “Cuando me enamorabas, me agarrabas la mano”.

 

De mala gana, el marido se dio media vuelta, le agarro la mano por unos segundos y luego trato de dormirse otra vez.

En pocos momentos ella le dijo nuevamente:

 

“Entonces me besabas”.

Algo molesto, se dio media vuelta otra vez y le dio un ligero beso en la mejilla y luego se acomodó para dormirse.

 

En treinta segundos, ella le dijo: “Luego tú me mordías el cuello”.

 

Enfadado, el marido tiro la ropa de cama y se levantó.

“A dónde vas?”, le pregunto ella.

 

“A buscar mis dientes”!!!

 

¿Por qué sonreís?

 

Una viejita iba a encender la estufa para preparar la cena de su marido, cuando por una fuga de gas explota la casa y salen volando los dos.

 

En la ambulancia van los dos heridos, pero la vieja lleva una gran sonrisa en la cara. Su esposo preocupado de que estuviera en shock le pregunta:

 

- ¿Qué te pasa? ¿Por qué sonreís?

 

- Ay, es que es la primera vez en cincuenta años que salimos juntos a algún lado...

 

 

La cita de la abuela

 

Una Sra. de 80 años tuvo una cita con un Sr. de 85 años..

Al regresar a casa su nieta le preguntó cómo le había ido, a lo que la abuela le contestó:

 

- ¡Tuve que darle una bofetada!

 

Y la nieta le pregunta enojada:

 

- ¿Por qué, se quiso propasar contigo?

 

- No, al contrario.... pensé que se había muerto.

 

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