cataplasmas (1)

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Una cataplasma es una preparación pastosa a base de plantas para aplicar sobre la piel. La planta con la que prepare la cataplasma puede estar molida, picada o mezclada con otras plantas o sustancias (arcilla, harina de lino...), pero también se pueden hacer cataplasmas de frutas, algas, verduras…

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Pueden ser aplicadas en caliente o en frío y se pueden diluir con agua, vino, alcohol o grasa, o cocerse para obtener la consistencia deseada. Por lo general después se envuelven con un paño para mantenerlas compactas y protegerlas.
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La arcilla, reina de las cataplasmas

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Blanca, gris o verde, la arcilla es una tierra de una riqueza increíble. La degradación de los distintos suelos, rocas o tierras por efecto del clima (viento, sol, lluvia…) da lugar a distintos tipos de arcillas, que adquieren diferentes tonalidades. Cada una de ellas contiene una composición mineral y de oligoelementos que le confiere unas propiedades terapéuticas específicas, algo que ya sabían nuestros antepasados.

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Así, diferentes civilizaciones han curado desde siempre con arcilla y barro. Todavía hoy ciertas tribus viven con el cuerpo totalmente cubierto de barro y no es ningún secreto que los baños de lodo son buenos contra la artritis reumatoide, el reumatismo y diversas afecciones cutáneas, como por ejemplo la psoriasis.

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La arcilla aplicada sobre la piel ofrece efectos beneficiosos de lo más variados pero, aunque parezca increíble, también puede comerse o beberse diluida en agua si la afección que queremos tratar es interna.

Así, con una solución digerible podemos tratar una zona que no podríamos alcanzar con una cataplasma habitual (sobre la piel), como por ejemplo una inflamación en el tubo digestivo (úlceras, colitis, diarreas...). Usted sólo tiene que beberla y ella comenzará a actuar inmediatamente directamente sobre la zona dañada, mejorando su bienestar.

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En cataplasma externa, aplicada sobre la piel, la arcilla se utiliza para combatir todo tipo de inflamaciones, infecciones, congestiones, contusiones, cicatrices, heridas y quemaduras. A continuación va a descubrir algunos ejemplos de cataplasmas que puede usar según la afección que necesite tratar y cómo prepararlas.

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¡Ojo! No reutilice jamás la arcilla que ya ha usado para hacer una cataplasma.
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La clásica: cataplasma de arcillla y cola de caballo para los esguinces

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Una cataplasma de arcilla y de cola de caballo puede ser de mucha ayuda contra un esguince: la arcilla absorbe las toxinas y la inflamación, mientras que la cola de caballo permite drenar y remineralizar.
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  1. Poner la cola de caballo en agua en cocción a fuego lento para obtener una decocción (tisana concentrada). La cola de caballo se encuentra en humedales, jardines, terrenos baldíos, bosques…. pero también se puede comprar en herboristerías. También es conocida como “cola de zorro”.
  2. Apagar, cubrir y dejar en infusión 10 minutos más.
  3. Utilizar esta decocción para formar una pasta con arcilla verde en polvo.
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  5. Aplicar sobre el esguince y colocar una gasa para sujetar la arcilla hasta que seque del todo.
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  7. Repetir 1 ó 2 veces al día.
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Contra la bronquitis: cataplasma de col cocida

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Quítele los nervios a las hojas verdes y cocidas de la col y aplástelas con un rodillo para extraerles todo el jugo. Inmediatamente, aplique sobre el pecho todas las hojas, colocadas unas sobre otras. Envuelva el cuerpo con una manta caliente y permanezca sentado en un sillón un par de horas. Cuanto más tiempo lo mantenga, más efecto tendrá.
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Cataplasma fría para las quemaduras y las heridas

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Se trata de una cataplasma de arcilla verde, aceite de hígado de bacalao y miel (1 cucharadita de cada uno) y aceite esencial de lavanda fina (8 gotas).

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El aceite esencial de lavanda fina puede ser aplicado en su forma pura sobre una herida abierta o sobre una quemadura de segundo grado. Es uno de los pocos aceites esenciales que se pueden utilizar para tratar daños de ese tipo.

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La consistencia de esta cataplasma debe permitirle permanecer sujeta a la herida, pero sin pegarse demasiado. El aceite es lo que evitará que la arcilla se seque. Se coloca una gasa encima y se sujeta con la mano entre 20 y 30 minutos. Repetir 2 ó 3 veces al día, hasta que cicatrice.

A base de cebolla: cataplasma para combatir el dolor de garganta

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Cortar en juliana dos cebollas grandes y rehogarlas con aceite de oliva en una sartén. El calor potenciará las propiedades de la cebolla, que es drenante, purificante, desinfectante, antiinflamatoria y expectorante.

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Se esparce la cebolla rehogada aún caliente (¡pero que no queme!) a lo largo de un paño de 50 cm de largo y se enrolla para hacer una cinta. Se coloca enseguida alrededor del cuello (sin que moleste), y se mantiene durante 15 minutos, hasta que se calme el dolor de garganta.
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Un linimento para el cuidado del bebé

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El linimento era en su origen una mezcla de aceite y harina de lino, de ahí su nombre. Sin embargo, hoy en día utilizamos ese término para todo tipo de cataplasmas a base de aceite, grasa o manteca mezcladas con otras sustancias que se aplican sobre la piel.

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El más conocido es el linimento oleo-calcáreo. Sirve para limpiar los glúteos de los niños, evitando alergias o eritemas (rojeces). Además, permite hidratar las zonas con eccema y si se aplica sobre las costras lácteas (zonas afectadas por la dermatitis seborreica en los lactantes) éstas se despegan más fácilmente.

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Este linimento es una mezcla de aceite de oliva y agua de cal (solución saturada de hidróxido de calcio) en cantidades equivalentes.

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El agua de cal se obtiene calentando un trozo de tiza con una llama. El polvo obtenido se diluye en agua y después se filtra la mezcla, ayudándose por ejemplo con un filtro de café. También se puede comprar por encargo en una farmacia.

Para fabricar el linimento, basta con mezclar el aceite de oliva y el agua de cal con una batidora.

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También puede añadir al linimento unas gotas de aceite esencial de lavanda para perfumarlo. Para espesarlo y estabilizarlo, se pueden derretir previamente unos gramos de cera de abeja en el aceite de oliva al baño maría.

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El linimento se aplica con un algodón o una tela. Permite restablecer el pH natural de la piel y el aceite ayuda a proteger la piel del bebé del efecto de la orina retenida en el pañal.
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Un universo de sabiduría

Hay recetas de cataplasmas que dan muy buenos resultados y han pervivido a lo largo de los años gracias a que han demostrado esa eficacia una y otra vez. Pero es evidente que por el camino se ha perdido, inevitablemente, un inmenso saber. Esto es una verdadera pena, ya que los efectos de una buena cataplasma pueden ser espectaculares.

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Las de arcilla, miel y cera de abeja pueden tratar las úlceras varicosas más avanzadas y profundas, de difícil tratamiento con la medicina tradicional, al igual que las cataplasmas de col, de una eficacia increíble (¡que ya conocían los griegos y los romanos!).

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Antes de tomar medicamentos o aplicar cremas que contengan componentes agresivos, verifique siempre con expertos acreditados si no existe una cataplasma que pueda servir como solución a su problema. ¡Una búsqueda rápida no cuesta nada!
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El arte de la curación a través de las plantas

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Las cataplasmas son solo una de las posibilidades de aprovechar los increíbles beneficios de las plantas sobre nuestra salud. ¿Sabía que una infusión de Eschscholzia califórnica es un excelente inductor del sueño? ¿O que el harpagofito es una planta de Sudáfrica eficaz para tratar los dolores de las articulaciones, los lumbares y las tendinitis? No se pierda ninguno de los secretos de los remedios a base de plantas medicinales haciendo clic en este enlace.

¡A su salud!

Juan-M. Dupuis

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