Tener carácter no es tener mal genio o ser agresivo
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Seguramente alguna vez te has encontrado con personas con las que, tras una discusión, no reconocen dónde han estado equivocados y sueltan aquella famosa frase de “es que yo soy así, tengo mucho carácter”. Vamos… tener “carácter” como una justificación a los errores, de las malas formas, de los oídos taponados y la cabezonería sin límites…
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O quizá tú en algún momento de tu vida te has descubierto a ti mismo pronunciando estas palabras. No es malo “tener carácter” en sí, lo perjudicial o menos sano es escudarse en él para justificar las explosiones de ira, o los gritos y las malas palabras dirigidas a otra persona.
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Pero qué es tener carácter… Muchas veces tendemos a asociar esta cualidad con esas personas que se alteran fácilmente o con aquellas personas que, cuando discuten, piensan que alzando la voz van a conseguir acabar con el conflicto, haciendo pequeño al otro. También equivocadamente se considera con carácter a aquellas personas que pasan de escuchar; que van de guerra en guerra por su cuenta, cuando podían haberse evitado mucho sufrimiento si hubieran filtrado la información que les llegaba desde el exterior en vez de ignorarla.
¿Qué es el carácter?
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Lo confundimos también con aquellas personas que sientan cátedra con argumentos absolutos. Personas que no dan pie al diálogo ni a la negociación. Probablemente porque es lo que han visto en su casa o porque ha sido la manera en la que han podido sobrevivir en otros entornos.
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Piensan que haciéndose ellos grandes consiguen hacer pequeño al otro (cuando el otro se deja hacer pequeño… porque también hay personas que no cambian de estatura.). Por tanto, podríamos confundir el carácter con estos rasgos narcisistas o con el conocido “mal genio”.
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El carácter es un concepto, por tanto, que ha estado sujeto a mucha confusión, al menos en el lenguaje popular. Al fin y al cabo son solo palabras que utilizamos para nombrar a algo que existe y que tiene un patrón que se repite.
Las personas con carácter son personas íntegras
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Pues bien, las personas que “tienen carácter”, lejos de lo que pueda parecer, son personas asertivas. Cuentan con unos límites bien definidos en los cuales se protegen contra la manipulación, y el daño voluntario que otras personas puedan intentar infligir en ellas.
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Tener carácter lejos está de ser alguien agresivo, de ser alguien que busca intimidar con su voz y sus argumentos absolutos. Tener carácter implica ser una persona íntegra, que respeta y se hace respetar. Que no se doblega ante el otro por miedo, pero que tampoco tienen reparo en reconocer dudas cuando estás le asaltan: sabe reconocer la razón cuando es el otro el que la tiene.
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No cambian de estatura. Ni se hacen más pequeños ante los chantajes y las manipulaciones ajenas, ni intentan hacerse más grandes para intimidar y conseguir ser vistos y respetados. El carácter tiene más que ver con la congruencia entre lo que uno piensa y uno hace.
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Reconocer nuestras propias incongruencias sin proyectarlas en el otro
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Por ejemplo, quizá hayas conocido personas que alardean con una vehemencia asombrosa de ser muy independientes y de no dejar que “ningún hombre/mujer” las pisotee, pero que luego, a la primera de cambio, están doblegándose ante ellos haciendo lo que otros desean. Han traspasado su línea roja.
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Estas personas, en muchas ocasiones, serán las que critiquen duramente a otros que hacen lo que ellas han hecho. “Te has dejado pisotear, y tú debes ser una mujer independiente. Es que eres muy débil. Te dejas manipular a la primera de cambio. Así cualquiera se aprovecha de ti. Hazte respetar”.
Luego estas personas son incapaces de reconocer que ellas también han traspasado su línea roja. La diferencia entre unas y otras es que unas alardeaban con fiereza ser de una manera diferente a la que describen con su manera de actuar.
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No se puede aprender de un error que no se reconoce
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Determinados errores tienen consecuencias importantes, pero dice más de la persona el no reconocerlas y el no asumirlas que el propio error. No hay nada realmente malo en descubrirnos a nosotros mismos fallando o viéndonos hacer cosas que no eran las que pensábamos que podíamos hacer.
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Somos humanos. Aprendemos mientras nos ponemos en marcha. Las experiencias nos dan la oportunidad de conocer y conocernos. Es lógico y sano probarse. Saber perdonarse, pero no olvidar que es la congruencia entre lo que pensamos y hacemos la que nos va a dar esa sensación de paz interna que tanto buscamos.
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Lo insano y perjudicial es vivir bajo la bandera de la incongruencia. Bajo una ceguera impuesta por nosotros mismos ante la realidad. Reconocer nuestros errores y poder tomar conciencia de ellos en un futuro nos va ayudar a ser esas personas íntegras de las que hablábamos antes.
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Por tanto… ¿te ánimas a buscar esa integridad y ese carácter (sano para tu persona y para tu relación con los demás) que tú también puedes albergar en ti?
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