La recaída en el duelo ocurre con más frecuencia de lo que podamos pensar. Lejos de entenderlo como un retroceso, hay que verlo como un evento a veces esperable, como algo normal dentro del proceso. Dar dos pasos hacia atrás puede ser a veces la estrategia más idónea para tomar impulso. Al fin y al cabo, nadie sale del túnel en dos días, es un viaje largo donde son comunes los parones y los retrocesos.
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Algo que sabe todo terapeuta con experiencia en la intervención de depresiones, trastornos de ansiedad, adicciones u otras enfermedades mentales es que en su estrategia clínica para con sus pacientes debe incluir un buen programa de prevención de recaídas. Ahora bien, al igual que lo sabe el propio profesional, también es necesario que la persona tenga muy presente que esto puede ocurrir.
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Quien vive un duelo espera -muy a menudo- que ese trance a veces descarnado e imposible de soportar pase lo antes posible, desea por encima de todo que llegue un momento en que por fin pueda respirar sin que le duela, y dormir varias horas seguidas sin despertar entre lágrimas. Concebimos el proceso de recuperación como un segmento recto en el con cada paso reducimos la distancia al extremo que marca el final.
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Por tanto, es importante que entendamos que esto no siempre funciona así. Es habitual que en un momento dado y casi sin saber por qué, demos dos pasos hacia atrás o aún peor, volvamos al punto de partida. Para evitar que esto ocurra y nos sitúe en un estado donde la recaída se viva mucho peor que la propia caída, es necesario estar preparados con un buen “arsenal” de medidas que nos protejan y recursos que nos impulsen.
Recaída en el duelo ¿por qué ocurre?
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Según un estudio publicado en la revista “Biological Psychiatry“ la forma en que procesemos la información determinará o no una posible recaída en el duelo. Por ejemplo, algo que pudo verse mediante resonancias magnéticas es que hay diferentes “tipos” de cerebros, y que algunos son más hábiles que otros a la hora de reaccionar ante eventos traumáticos, complejos o desafiantes.
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Habrá personas que avanzarán mejor en el duelo porque su enfoque mental es más resistente, porque su patrón de pensamiento es más resiliente, a la vez que flexible. Otras personas en cambio presentan progresos más lentos y continuos retrocesos porque tienen tendencia a anclarse en una rumiación mental excesiva y porque procesan los estímulos de un modo más negativo. Todo ello provoca un mayor agotamiento cerebral y un desgaste de energía que estanca al paciente en un punto de difícil avance.
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Ahora bien, el que existan diversos modos de procesar la información y enfoques mentales muy dispares, no significa que determinadas personas estén obligadas a sufrir una recaída en el duelo día sí y otro también. Si hay algo que sabemos del cerebro es que su plasticidad es asombrosa y que podemos entrenarlo, moldearlo para quitarle esas aristas que nos hacen más vulnerables. Todos podemos lograrlo, veamos cómo.
Estrategias para evitar la recaída en el duelo
Tal y como hemos señalado los buenos psicólogos y profesionales de la salud saben para tratar cualquier enfermedad, trastorno o evento problemático se necesitan dos planes de acción: la propia estrategia de intervención y un plan de ruta para evitar recaídas, para mantener ese estado donde el paciente encuentra fuerza y aliento para seguir adelante.
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A continuación, te proponemos reflexionar en alguno de esos puntos de ruta que podemos aplicar en nuestro día a día.
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Acepta la posibilidad de que puede aparecer una recaída en el duelo
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A veces, por circunstancias de la vida, estamos obligados a aprender a “andar” de nuevo. Una pérdida, ya sea física o afectiva, implica experimentar una caída, un duelo donde todo se nos viene abajo y estamos obligados a reconstruirnos de nuevo, a aprender a caminar una vez más.
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En ese proceso es común dar un paso hacia delante y dos hacia atrás. No lo veamos como un problema, no veamos ese retroceso como la imposibilidad de seguir adelante. Entendamos que a veces hay que dar algún paso hacia atrás para coger mayor impulso.
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Las recaídas pueden tener muchas formas
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Es necesario que estemos atentos a las formas en que suelen materializarse las recaídas. Estar prevenidos nos permitirá reaccionar un poco más rápido.
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- Es común que las recaídas se materialicen a través del desánimo y el mal humor.
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- Puede aparecer cansancio y pérdida de energía, sin embargo también podemos experimentar la necesidad de estar siempre ocupados. Necesitamos hacer muchas cosas para “no pensar”.
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- Debemos tener cuidado también con el abuso de determinadas sustancias. Hay quien puede por ejemplo tener la necesidad de empezar a beber alcohol o incluso recurrir al abuso de determinados fármacos.
Mindfulness para prevenir recaídas
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La práctica de la atención plena resulta muy útil para todas aquellas personas que hayan superado una depresión, que acaben de pasar por un duelo o incluso para quienes estén dejando atrás una adicción. Lo que se consigue con esta práctica es que la persona adquiera un mayor control mental y abra canal más poderoso para lidiar mejor con la angustia emocional.
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- Asimismo, el mindfulness resulta especialmente idóneo para regular los patrones negativos o rumiantes de pensamiento, confiriendo calma interna y una mejor regulación de emociones como la ira, la frustración o la tristeza.
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- Por otro lado, la atención plena ofrece al paciente adecuados recursos para favorecer un buen diálogo interno, conciencia reflexiva y esa conexión con uno mismo donde detectar necesidades, miedos o ansiedades para saber reaccionar al instante.
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Por último, cabe señalar que la práctica del Mindfulness requiere constancia, implica saber introducirla en nuestra rutina diaria para que nos sea realmente beneficiosa y nos ayude a evitar una recaída.
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Fuente. La Mente es Maravillosa
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