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NO HAY AÑOS MALOS... Por Pilar Sordo

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ENVIADO POR "MIRAR LO QUE NO SE VE".
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              "Mi percepción a medida que envejezco es  que no hay años malos. Hay años de fuertes aprendizajes y otros que son como un recreo, pero malos no son. Creo firmemente que la forma en  que se debería evaluar un año tendría más que ver con cuánto fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, de aprender cosas nuevas, de  haber desafiado nuestros egos y nuestros apegos.
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Por eso, no  debiéramos tenerle miedo al sufrimiento ni al tan temido fracaso,  porque ambos son sólo instancias de aprendizaje.
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Nos cuesta mucho entender que la vida y el cómo vivirla depende de nosotros, el cómo enganchamos con las cosas  que no queremos, depende sólo del cultivo de la voluntad. Si no me  gusta la vida que tengo, deberé desarrollar las estrategias para  cambiarla, pero está en mi voluntad el poder hacerlo.  "Ser feliz es  una decisión", no nos olvidemos de eso.
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Entonces, con estos criterios me  preguntaba qué tenía que hacer yo para poder construir un buen año, porque todos estamos en el camino de aprender todos los días  a ser mejores y de entender que a esta vida vinimos a tres cosas: 
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-a aprender a amar
-a dejar huella
-a ser felices
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En esas tres cosas debiéramos trabajar  todos los días, el tema es cómo y creo que hay tres factores que  ayudan en estos puntos:
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1)             Aprender a amar la responsabilidad  como una instancia de crecimiento. El trabajo sea remunerado o no, dignifica el alma y el espíritu y nos hace bien en nuestra salud  mental.  En Chile el significado del cansancio es  visto como algo negativo de lo cual debemos deshacernos y no cómo el  privilegio de estar cansados porque eso significa que estamos  entregando lo mejor de nosotros. A esta tierra vinimos a cansarnos,  para dormir tenemos siglos después.
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2)             Valorar la libertad como una forma  de vencerme a mi misma y entender que ser libre no es hacer lo que yo  quiero. Quizás, deberíamos ejercer nuestra libertad  haciendo lo que debemos con placer y decir que estamos felizmente  agotados y así poder amar más y mejor.
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3)   El tercer y último punto a cultivar  cada día, es el desarrollo de la fuerza de voluntad, ese  maravilloso talento de poder esperar, de postergar gratificaciones  inmediatas en pos de cosas mejores.
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Por Pilar Sordo

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