marin (2)
Por. Juan Marìn Alcaraz
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Mostrarnos tal cual somos es desnudarnos ante el otro y poner frente a él nuestro interior al descubierto... ¿Y si luego nos usan? ¿Y si al conocernos no nos aceptan? ¿Y si no somos cómo esperaban que fuéramos?
Y si... Y entonces tratamos de adaptarnos, por miedo, por temor, por quedar bien, por ser graciosos, por... y allí de máscara en máscara tapamos nuestra verdadera
personalidad y dejamos de ser auténticos para convertidnos en seres que día a día se mueven al compás de la música que tocan los demás, pero nunca al compás de la nuestra.
Y si un día de pronto empezamos a mostrarnos y decimos no en vez de decir sí para conformar y sí una mañana dormimos un poco más y no somos los primeros
Sí dejamos el temor de lado y decimos : Aquí estoy, yo soy así, me gusta esto o aquello y me cansan estas cosas, y tengo sueños, y tengo ganas, y tengo ansias como vos...
Sería lindo que todos los seres humanos pudiéramos volver a la pureza de la niñez...esa etapa de sinceridad estricta, de espontaneidad sin límites, donde lo blanco es blanco y lo negro es negro y no hay lugar para buscar grises que en realidad no existen, en pos de lo que sea... ese período
en el que no nos avergüenza llorar, ni tenemos reparos en reírnos; sólo lo hacemos cuando lo sentimos...esa etapa donde no existen
las situaciones ni los momentos forzados, porque sólo respondemos
al gobierno de nuestro ser...ese período en el que no hacemos, por voluntad sólo estamos con quien queremos estar.
Esa etapa, ese período, esos momentos en los que somos
realmente auténticos...en los que somos auténticamente
nosotros: lo que queremos ser.
Pero el tiempo, la vida y la sociedad, contaminan nuestra esencia. Nos hacemos más urbanos, más corteses...y menos nosotros. Nos hacemos más amables, más políticos ...y más falsos. Recibimos en nuestra casa,
quisiéramos estar, o que quizás en algún momento nos hicieron mal, por respeto a ciertas reglas sociales o familiares...que no son nuestras reglas. Y quizás un día,
saturados de tanta apariencia y de tan poca esencia, queremos rebelarnos..
.Pero no podemos..ya es tarde. Sentimos que no nos quedan suficientes fuerzas para romper con todos los esquemas y dar paso a nuestro verdadero ser... Entonces, nos limitamos a añorar y recordar esos lejanos días en que el jugar y cantar por las calles era una demostración de
frescura y alegría, y no, como ahora, un inevitable temor a parecer ridículos.
Y a la vista de que con toda esa urbanidad, esas normas sociales, esa simulación, ese permanente aparentar, esa espontaneidad anulada o reprimida, el mundo anda como anda... ¿No sería mejor que fuéramos auténticos?
Sospecho que sí...
Juan Martìn Alcaraz