ENVIADO POR PATRICIA
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En primer lugar, que la vida sea una hermosa circunstancia dinámica, no significa que será un tren que nos pasa a buscar por nuestra casa, repleto de alegría y regalos en el horario que querramos.
Estar hablando de "esperar", es sencillamente desencadenar una situación que surge en la pasividad de nuestro ser y termina donde estamos. Recuerdo de niño, como el juego de la mancha congelada. Me quedo y sigo congelado hasta que me liberen con calor.
No tener dirección, sentido o meta, nos presenta un desafío inmenso y en el que no debemos inferir que el Universo o Dios tiene que proveernos todo a nosotros. ¿Por qué a nosotros? ¿Por qué no?
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Que alguien nos haya dado la vida no quiere decir que debemos seguir recibiendo algo con una simple expresión de deseo.
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Además, el mal de nuestras vidas que nos hace sufrir es el deseo.
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¿Cuántas veces deseamos cosas que firmemente no deseamos?
¿Cuántas veces deseamos por desear lo que desean otros?
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¿Sabemos lo que deseamos realmente? Si es algo necesario, no es un deseo.
¿Es ese deseo un principio que me mantendrá felíz?.
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¿Cuáles son los deseos que mantengo más de un segundo luego de obtenido el logro, y cuáles son los que deseaba ayer y hoy ya no, porque no los necesito?
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¿Qué deseos fueron conflictivos en mi relación con la gente que me rodea?
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Esperar, no tiene que ver con la esperanza. Esta última palabra tiene un sentimiento más profundo, elevado y productivo porque surge de una creencia que bien entendida, implica actuar y brindarse al prójimo para poder aspirar a tener un crecimiento y espacio espiritual merecido por una acción noble y desinteresada de años.
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La idea no es derrochar inútilmente energía por doquier. El sentido de este mensaje, es reflexionar sobre la escala de valores y la vida que queremos conseguir.
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En una reunión de Tao, el maestro dijo: "el frío se combate con movimiento. El calor con quietud".
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Somos animales de sangre caliente, aunque nos encontremos con gente ponzoñosa y de sangre fría.
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Transitar la vida no es quedarse quieto. Las señales de tránsito no tendrían sentido en la quietud de los transeuntes.
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Intentemos mantenernos ágiles de cuerpo y alma durante toda la vida. Tengamos proyectos y participemos activamente en experiencias que nos sean enriquecedoras. Ese, es el mayor capital que nos depara la juventud a los quince, treinta, cincuenta u ochenta años.
AUTOR DESCONOCIDO PARA MI
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