Cada deseo de crecer, de sentirse más seguro y ser más feliz es un deseo tan natural, que cuando no sentimos ese impulso podríamos decir que nos encontramos enfermos. Levantarse cada mañana con la esperanza de avanzar es signo de una buena salud física, emocional, mental y espiritual.
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Los problemas se comienzan a manifestar cuando pasa mucho tiempo sin que lleguemos a ver la luz que deseamos ver y nuestra fe se debilita. Todos tenemos ciertos aspectos que se nos hacen más difíciles de solucionar. Para algunas personas puede tratarse de temas de pareja, para otros los temas financieros, temas de salud o de otra índole. Todos tenemos distintos retos.
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Sin embargo, sea lo que sea que nos toque enfrentar, siempre estaremos capacitados para hacerlo porque nuestra naturaleza es así. Estamos aquí para descubrir nuestras capacidades.
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Por mi experiencia me he dado cuenta de que uno de los inconvenientes que más nos atrapa cuando queremos resolver esos problemas que nos persiguen de manera recurrente es el hecho de angustiarnos al desear saber el “cómo se van a solucionar”.
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Mientras más tiempo pasemos en la carencia de aquello que anhelamos, mas se energiza el “como” que resuena en nuestro interior. Con el tiempo puede ir ganando una connotación cada vez más profunda y desconcertante. Por ejemplo, si has pasado gran parte de tu vida sin conseguir la maravillosa pareja que siempre has deseado, el “como la encontraré” será una pregunta cargada de mucha incredulidad y escepticismo.
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La pregunta del “como sucederá” es una pregunta que nos roba tiempo y energía. La vida sabe como lo hará, pero nosotros desconfiamos de ella porque no nos da ninguna señal de cómo se hará. Se nos hace tan urgente saber cómo se hará, que deseamos que alguien nos ayude a ver el futuro para saberlo por adelantado y descansar de esa angustia.
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Me he dado cuenta de que muchas veces sufrimos más por la incertidumbre que por la ausencia de lo que deseamos.
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Cuando hemos tenido ausencia de algo que es importante para nosotros, es porque no hemos vibrado a la altura de eso que deseamos concretar. No resonamos con aquello por varias razones que tendrían que ser atendidas para superarlas. O sea, buscar la forma de elevar la vibración hasta igualarla a la cosa que queremos alcanzar. Cualquier otra actividad interna que no sea elevarse en vibración, no resultará útil y mucho menos angustiarse con querer saber el “cómo” se hará.
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La vida tiene millones de formas de hacernos llegar las cosas que anhelamos y lo has comprobado varias veces. Solo recuerda algunos eventos en que pediste algo y llegó por los medios menos pensados, algo que jamás pudiste imaginar. Lo mismo sucederá con todo lo demás. Solo la vida sabe “cómo” hacer eso.
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Gastamos mucho tiempo y energía queriendo adelantarnos en saber “cómo” se resolverá cierta cuestión. Eso nos roba enfoque y hace bajar nuestra vibración.
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En la espera a ver “como” se hará cierta cosa, habrá siempre una cuota de incertidumbre. No obstante, la angustia está demás. Una sensación de dulce expectativa seria la emoción ideal, algo así como la espera de las 12 de la noche para abrir los regalos de navidad.
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Si tienes el hábito de angustiarte por desear saber el “cómo se hará”, te invito a pensar en esto. Puedes utilizar esa energía haciendo visualizaciones para bajar tu pedido de la cuarta dimensión a la tercera. Eso te resultará mucho más beneficioso y acelerarás la concreción de tu pedido. Siendo esta la única y verdadera razón de por qué aun no lo has conseguido.
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La vida se divierte haciendo sincronizaciones y eligiendo el “como” se hará algo en particular, deja que ella lo haga. Tu solo le tienes que explicar qué es lo que quieres. Del “como” se encarga ella.
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Fuente: Evolucion Espiritual
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