La calidad de tu vida no se define por lo que posees, sino por todo aquello que reconoces en ti. No se trata de hacer algo para que seas mejor, sino de que seas tú haciendo lo que te agrada. No es la cantidad lo que define la calidad. Cada pensamiento recurrente sobre tu persona forja un destino. Y siempre que un destino persiste se debe a que tu forma de pensar no cambia.
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Si sientes que algo te aprisiona, esto no tiene que ver con lo que pasa por fuera sino con lo que sucede dentro de ti. El destino se repite en la medida que persiste una forma de pensar. Si crees no ser lo suficiente, atraerás un destino vinculado con ciertas carencias. Si tu vida no despega se debe a que justificas el estado mental de víctima, por lo tanto, el mayor mal consiste en el que tú te haces, esta condición es la que abre las puertas para que otros te sigan haciendo daño.
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Atte. Ari Shemoth / Coach Ontológico
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