Amados hijos de la luz violeta que purifica y transmuta los errores que no son más que experiencias vividas que ayudan avanzar… Hablemos del paso por la vida.
¿Y qué es ese paso por la vida? Es un camino largo, sinuoso, oscuro y claro, con parajes para contemplar, subidas que se han de escalar, obstáculos para saltar, vistas para admirar y detenerse a descansar y continuar.
Y no es el objetivo el final del camino, sino todo el transcurso que conduce a ese final, pero pocas veces te detienes a observar y a disfrutar ese recorrido queriendo alcanzar el final lo antes posible ¿y quien ha dicho que ahí está el final? ¿y quien ha dicho que el final del recorrido es lo mejor?
Preocupados por alcanzar ese final, se han ido perdiendo momentos importantes, se ha dejado de disfrutar, se ha dejado de vivir, cuando el real y verdadero sentido del camino es vivirlo, disfrutarlo, entenderlo y aprovechar todo cuanto se nos presenta día tras día, porque incluso en aquello más trivial hay una gran lección, pero no se aprecia si no se mira, si no se vive, si no se entiende la vida.
El cuerpo que se corrompe es solo la respuesta y consecuencia de este recorrido ciego y mediocre en el que lo último que importa es respetarlo y valorarlo como la obra maestra que es. Alguna vez te has puesto a pensar en la maravilla y compleja estructura llamado cuerpo, que posees, ¿cuántas veces te has escuchado valorándolo, agradeciendo ese milagro andante que te acompaña en este recorrido?. Cada ser humano posee una forma, un color, un tamaño pero en realidad todos son iguales, no hay mejor ni peor, la diferencia radica en el amor que cada uno ofrece a su cuerpo y sin embargo, palabras de desaprobación, de rechazo, de enojo, de insatisfacción contra él se repiten día a día, constantemente. Entonces cómo esperas tener un cuerpo bello y saludable cuando no recibe palabras de amor, de dulzura y de reconocimiento.
Si no fuera por él, no podrías transitar por esta vida, no podrías ver la inmensidad de maravillas que este planeta contiene, ni oirías las vibraciones que producen tantos y diferentes sonidos, ni percibirías el aroma de la naturaleza, ni disfrutarías de los sabores… y con todo esto tan evidente, tan presente, tan “a la mano”, no se es capaz de verlo, de agradecerlo ni de valorarlo, solo cuando algo falla entonces valoramos su presencia.
El cuerpo podría mantenerse bello e incorruptible si desde siempre se le amara y respetara sin embargo, nada ni nadie puede soportar por mucho tiempo malos tratos, desprecios o la ignorancia, es entonces cuando la respuesta del cuerpo es enfermar, es envejecer y en ello no hay marcha atrás, no obstante sí podemos detener el deterioro.
A partir de este momento honra a tu cuerpo, ámalo, protégelo, trátalo con el cuidado y protección que le darías a un bebé, háblale a tus células, llénalas de la luz regeneradora y vive cada día consciente de tus palabras, de tu mirada y de tus sentimientos hacia él.
Ya no hay retroceso, no podemos volver andar ese mismo camino pero si podemos empezar desde ahora a crear un vínculo, una comunión de amor con tu cuerpo quien tan noblemente responderá con salud, con bienestar y vivirás con dignidad y con aceptación la etapa de vida que te toca vivir.
¿Quieres un cuerpo sano? Habla de salud, ¿quieres un cuerpo joven? habla con alegría, vive con alegría, maravíllate del milagro que es el cuerpo humano y por sobre todas las cosas da las gracias por la perfecta función de tu cuerpo.
Utiliza la llama violeta para eliminar esos patrones establecidos, para borrar de tus ojos la imagen equivocada que has hecho de ti, para sanar las heridas emocionales y físicas que tu cuerpo está cargando y deja que le llama violeta regenere todo aquello que debe ser regenerado, reconstruido y sanado.
No lo olvides… el cuerpo envejece y enferma como respuesta al poco amor y respeto que recibe, en tus manos está hacerlo florecer o marchitar.
Ámalo, ámate pero hazlo ya, no hay tiempo para perder ni desperdiciar.
Recibe esta lluvia violeta, siéntela, avivará tu fuego sagrado.
Yo soy Saint-Germain.
Hasta nuestro próximo encuentro
Publicado por Geny Castell, redactora de la gran familia de la hermandadblanca.org