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En la vida tienes 2 opciones: Disfrutas en la primera fila o mueres lentamente en la tercera

Jennifer Delgado

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La vida significa tomar decisiones. De hecho, tomamos decisiones continuamente, desde que abrimos los ojos hasta que nos acostamos, algunas decisiones son triviales, otras son más importantes. Sin embargo, todas tienen una repercusión en nuestras vidas, aunque no siempre somos capaces de vislumbrar sus consecuencias. 

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Y es que cada decisión siempre implica decantarse por algo, por lo que también habrá algo a lo que debemos renunciar. Cada decisión nos lleva en un sentido, alejándonos de otro camino, no podemos escapar del Efecto Mariposa. Por eso, cuando llegamos a cierto punto en nuestra vida, deberíamos comenzar a decidir de forma más consciente.

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Nunca dejes escapar una oportunidad solo porque a los demás no les guste

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La sociedad impone sus reglas, y se encarga de hacérnoslas saber desde que somos muy pequeños. Así vamos aprendiendo que debemos cumplir con lo que los demás esperan de nosotros. Cuando somos pequeños dependemos de la aprobación de los padres, luego de los maestros y compañeros del colegio y más tarde de los amigos y colegas del trabajo. A medida que pasa el tiempo esa red se suele ir haciendo más intrincada, hasta que nos envuelve como si fuera una tela de araña. Aunque podemos notar su existencia y aprender a evadir sus hilos.

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De hecho, el problema surge cuando, en el fondo, deseamos que los demás nos den palmaditas en el hombro por nuestras decisiones. Por eso, a veces cometemos el error de elegir lo que quieren los demás, obviando lo que nos satisface y entusiasma verdaderamente. Dejamos escapar oportunidades que nos harían felices solo porque a los otros no les gustan.

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De esta forma, decisión tras decisión, terminamos construyendo una vida que no nos satisface, solo para cumplir con los estándares que ha impuesto la sociedad. Esto a menudo significa quedarnos atados a una ciudad que no nos gusta solo porque ahí nacimos o tenemos un puesto de trabajo que tampoco nos satisface, ir a cenas que nos aburren con personas con las que prácticamente no tenemos puntos en común y estar pendientes obsesivamente de nuestro aspecto.

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Sin embargo, vivir de esta forma es la manera más segura para llenarse de arrepentimientos y convertirnos en infelices crónicos.

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A veces pensar en ti no es egoísmo sino una cuestión de defensa propia

 

En el viaje de nuestra vida nos suelen acompañar muchas personas. Debemos intentar no hacerles daño, respetar sus decisiones y, siempre que sea posible, llegar a acuerdos que nos permitan mirar en la misma dirección. Eso significa que cuando tomamos una decisión también debemos tener en cuenta cómo esta les afecta. 

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Sin embargo, una cosa es ser sensibles y considerados y otra muy diferente es sucumbir siempre ante los deseos y las expectativas de los demás. Hay personas tan posesivas que pueden llegar a ahogarnos, en esos casos, pensar en nosotros y elegir lo que nos hace verdaderamente felices no es egoísmo sino una cuestión de defensa propia.

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Por otra parte, si hay algo que nos debemos a nosotros mismos es ser felices. Cuando resplandecemos podemos iluminar a los demás y llevarles un trozo de felicidad a sus vidas. Y ese es el mayor regalo que podemos hacerle. Por tanto, nunca te sientas mal por aprovechar las oportunidades que te permiten crecer y darte permiso para ser feliz. El sentido de culpa es la camisa de fuerza que ha creado una sociedad demasiado preocupada porque las personas estén "adaptadas", no tiene nada que ver con la felicidad.

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En la vida, como en una montaña rusa, elige siempre la primera fila

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Si pensamos en la vida como en una montaña rusa, nos daremos cuenta de que tenemos dos opciones: sentarnos delante y vivir todas las emociones en primera fila, o sentarnos a buen reparo en la tercera o cuarta fila.

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En la primera fila podremos vivir intensamente la experiencia, el viento nos despeinará, sentiremos la sensación de vértigo, reiremos y nos aferraremos al brazo de la persona que se encuentra a nuestro lado. Es probable que también tengamos más miedo, a veces es el peaje a pagar por atreverse a vivir nuevas aventuras, pero cuando te bajes, te habrás dado cuenta de que ha valido la pena. Y más tarde, cuando pasen los años, seguirás recordando ese momento.

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Si decides sentarte en las filas posteriores no te despeinarás, podrás mantener la compostura, tendrás más control y, sobre todo, siempre tendrás a personas delante que, de cierta forma, serán el modelo que te indicará cómo se supone que reacciones y qué debes sentir. Es probable que durante el viaje te sientas más cómodo porque experimentarás menos sobresaltos, pero cuando te bajes y pasen los años, apenas recordarás aquel momento.

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La buena noticia es que, a diferencia de la montaña rusa, en la vida eres tú quien decides dónde quieres sentarte. Nadie te quitará ese asiento, a menos que se lo permitas. Por tanto, no te escondas detrás de excusas, atrévete a elegir lo que realmente te gusta y te hace feliz. No podrás saber cómo será el viaje, pero puedes estar seguro de que valdrá la pena.

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http://www.rinconpsicologia.com/2016/05/en-la-vida-tienes-2-opciones-disfrutas.html

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"Cuando mueres sólo cambias de conciencia"

Foto: Frank Muller

LLUÍS AMIGUET

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Pim van Lommel, cardiólogo; investiga experiencias después de la muerte (EDM)

Victor-M Amela, Ima Sanchís, Lluís Amiguet

"Cuando mueres sólo cambias de conciencia"

05/06/2012 - 00:00

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La ciencia ignora o niega cuanto no puede explicar, pero eso no quiere decir que no exista. La vida del doctor Van Lommel es una apuesta por la verdad, por muy inexplicable que parezca, más allá del camino trillado de la ortodoxia. Han pasado diez años desde que hablamos, pero al estrechar su mano en el aeropuerto de Amsterdam (viene de conferenciar en Atlanta) me sonríe como a un viejo amigo y experimento una íntima sensación de paz y seguridad. El doctor Van Lommel se ha asomado al otro lado sin dejarse en éste el sentido común y lo que ha visto es bueno, aunque, para dominarnos, nos hayan infundido el miedo a verlo. Aceptarlo es aceptarnos y sentirse mejor.

Cuando enseñaba Cardiología en el hospital de Arnheim -800 camas- ya investigaba cómo algunos pacientes, tras infarto y muerte clínica, volvían a vivir.

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Hasta que en 1986 leí el testimonio de un estudiante de Medicina, George Ritchie, que resucitó tras nueve minutos de muerte clínica. Me impresionó tanto que empecé a estudiar en profundidad esos casos.
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¿Tantos había?
En 1988 ya tenía doce episodios incuestionables y creé una red de investigación con otros diez hospitales holandeses. Iniciamos un estudio clínico prospectivo de 344 pacientes, que publicó The Lancet (2001).
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Causó un impacto mundial.
Tanto que ya le avancé entonces, cuando usted me entrevistó, que, tras 31 años de cardiología, me iba a dedicar en exclusiva a las experiencias cercanas a la muerte (EDM).
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¿Qué hemos aprendido desde el 2001?
Tenemos más preguntas, además de la clásica: ¿si la conciencia es un mero producto del cerebro, cómo puede sobrevivir y explicar la experiencia de la muerte?
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¿Qué dice la ortodoxia médica?
Que se trata de meras alucinaciones causadas por la anoxia (carencia de oxígeno).
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¿Y qué le dice su investigación?
Si la causa fuera la anoxia, todos los que vuelven a la vida tras la muerte tendrían EDM, porque todos la sufren, pero, en cambio, sólo el 18% tiene esas experiencias.
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¿Qué explican sobre ellas?
Coinciden en hablar de recuerdos, cognición y emociones y mantienen la identidad, un punto crucial, porque el ego es el enlace entre la conciencia y el cuerpo.
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¿Luces, voces, su vida en un instante...?
Las han experimentado miles de personas, pero no todos las explican por temor a ser tachados de lunáticos o porque creen que las causan la medicación o la enfermedad.
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¿Todos experimentan lo mismo?
No todos experimentan todo, pero todos citan algunas experiencias recurrentes que coinciden en un cruce espacio-temporal.
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¿A qué se refiere?
Es la revisión de la vida pasada, pero también la futura y presente: algunos, al volver, anticipan sucesos y reinterpretan los ya pasados, así que suelen cambiar de pareja, de trabajo, de existencia, porque han contemplado su vida en conjunto durante su EDM.
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¿Cómo son esas visiones?
Inefables, a menudo el lenguaje carece de términos para explicarlas. Una EDM de tres minutos puede requerir semanas de testimonio en el que no se repite un solo episodio. El tiempo, como le decía, transcurre de un modo único en síntesis con el espacio y una constelación de familiares y afectos.
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Por ejemplo.
Un paciente refiere cómo en su EDM había visto a un señor desconocido sonriéndole. Diez años después, su madre agonizante le reveló que él era hijo de una relación extramarital y le mostró una fotografía de su padre biológico, asesinado en un campo de concentración: era aquel señor sonriente.
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¿Cómo sabe que esos pacientes clínicamente muertos siguen conscientes?
Lo prueban cientos de casos. En Conciencia más allá de la vida explico el de un hombre de 43 años que nos llegó cianótico, frío, sin tensión y con las pupilas dilatadas. La enfermera le extrajo la dentadura postiza y la depositó en un cajón. Resucitó inexplicablemente tras un largo coma y preguntó por sus dientes.
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Si estas vivo, resultan muy útiles.
Reconoció, al verla, a la enfermera y le pidió que se los devolviera. Ella nos llamó alarmada y entonces el paciente nos relató en detalle lo que habíamos dicho y hecho cuando llegó muerto a urgencias del hospital.
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¿Y usted qué cree?
Nuestra conciencia no es más que un retransmisor para esta dimensión de nuestro ser en varias. Es como una radio que, mientras vivimos aquí, sintoniza con este universo. Nuestra muerte sólo es un cambio de conciencia, una transición. Sólo morimos en una dimensión para pasar a otras.
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¿Es una convicción religiosa?
Es física cuántica. Yo no soy creyente. Muchas religiones se han acercado a esa realidad con técnicas de paso entre esas dimensiones, como la meditación o el misticismo.
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¿Cómo lo sabe?
Porque estudio casos -me consultan decenas cada día- y las experiencias son recurrentes y concurrentes: confluyen tiempo -pasado, presente y futuro: tienen visiones- y espacio en sensación de unidad.

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Y esos testimonios de cada día coinciden con los relatos de la mística y las visiones de profetas, gurús y santos desde hace siglos.
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¿Todo está conectado?
Ven la luz (los niños me cuentan que un ángel; los ateos hablan de "una energía" y los creyentes, de Dios). Todos se refieren a lo mismo y que en ello se sienten integrados.
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¿Por qué la ciencia lo ignora?
Hasta ahora, la mecánica cuántica demuestra que la luz consta de partículas que al mismo tiempo son ondas -creo que nuestra conciencia las retransmite- dependiendo del estado del observador.
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La experiencia de lo objetivo, al fin, depende de tu estado subjetivo.
Así que, desde los gurús milenarios hasta los físicos cuánticos, cuando asumes tu transición sin miedo experimentas un anticipo de esa sensación de plenitud

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.http://www.lavanguardia.com/lacontra/20120605/54303448302/pim-van-lommel.html#.UxY-tqB_biA.twitter

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Publicado por Marian en Otras Inteligencias

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