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El hecho de tener amigos es considerado como uno de los mayores bienes de la existencia y, verdaderamente, nada es tan precioso como la amistad.
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La dificultad está sin embargo, en que no siempre se buscan verdaderos amigos sino aliados, a fin de ser uno aceptado y apoyado; incluso, en sus malos aspectos. ¿Conocéis a muchas personas que acepten que sus amigos sean totalmente sinceros con ellas y no aprueben, en modo alguno todo lo que dicen o hacen? A la menor crítica, se sienten traicionadas y se enojan.
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Todo el mundo sabe que si se quiere ganar los favores de alguien, hay que aprobarle, hacerle cumplidos, adularle. Es por ello que o bien porque rechazan oír la verdad, o bien porque no tienen ningún interés en decirla, vemos a un montón de gente que pasa su tiempo engañando y engañándose. ¡Y todos se imaginan que así serán felices! Pues bien; no, porque esas cosas no son más que manifestaciones de la naturaleza inferior que sólo puede traerles complicaciones y decepciones.
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Quien quiere evolucionar verdaderamente no engaña a los demás y; sobre todo, acepta las observaciones y las críticas. E incluso, si es realmente sabio comprenderá, que es útil el hecho de tener enemigos ¿Por qué? Para poder progresar. Me diréis: “Pero enemigos ya se tienen, a veces
incluso demasiados” Sí, se tienen, pero no se saca de ellos ningún provecho, porque no se ha comprendido aún como considerarlos..
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Si comprendéis bien las cosas, veréis que ellos son vuestros verdaderos amigos. Porque son despiadados; no os perdonaran nada; os indicarán todo lo que no va bien. Me diréis: ¡Pero a menudo exageran! Sí, es verdad, pero esto no cambia la cuestión, os sirven de microscopio y a
veces son muy útiles los microscopios. ¡Los científicos se sirven de ellos, todos los días! Permiten ver detalles que; sin ellos, pasarían desapercibidos.
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Por tanto, si queréis verdaderamente vuestro progreso, debéis aceptar que; para ello, vuestros enemigos son a menudo más útiles que vuestros amigos. Son ellos quien os obligan a trabajar, a corregiros, a encontrar soluciones a los problemas que os ponen y así, gracias a ellos, os hacéis
más fuertes, más inteligentes.
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Hay que comprender bien la función de los enemigos. Si no se la comprende, se detestan, se sufre, se busca venganza, desembarazarse de ellos y entonces. ¡Cuántas energías y tiempo perdido! Y sin embargo; incluso entre las personas más inteligentes, se constata que muy pocos
pueden aceptar a los enemigos, la gran mayoría nadan en la debilidad.
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No se dan cuenta; de que, con sus amigos y todos sus cumplidos, se vuelven cada vez más débiles y vulnerables. Pues bien, os diré que, si he aprendido algo importante en la vida, es apreciar a mis enemigos. Sí, me han prestado grandes servicios. ¡Ah, los enemigos son algo
importante! Desgraciadamente, nunca se les aprecia en su justo valor.
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Se erigen estatuas a aquellos que se consideran benefactores. Porque han salvado la patria o han descubierto vacunas, porque han sido grandes poetas, grandes filósofos, etc., se les pone en un pedestal. Y con razón, sin duda alguna; no digo que se les haya que deshonrar.
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No obstante, creo que a nuestros enemigos deberíamos erigirles las más bellas estatuas, ya que ellos son nuestros verdaderos benefactores. Gracias a ellos podemos ser más precavidos, más
inteligentes, más pacientes.