Siguiendo con la línea de trabajo de los últimos artículos, donde hemos intentado moldear e imbuir en la psique el conocimiento sobre cómo funciona la manifestación de la realidad en la que existimos, aunque sea solo para que otros niveles de nosotros mismos puedan digerir esas nociones, y usarlas en procesos de crecimiento interior a la sombra de lo que la personalidad haya podido captar, sigamos dando pasos para romper estructuras y creencias limitadoras impuestas desde hace siglos que interfieren a la hora de conseguir que moldeemos el mundo según nuestros propios designios, criterios y aprendizajes pendientes.
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Existe una línea temporal, la denominada #42, de la que ya hemos hablado, que está aún afianzándose. Esto significa que hay alteraciones en la misma que vienen producidas por las sacudidas de los campos energéticos conscientes que forman el conjunto de la vida humana. Esta línea temporal es la que tiene que permitir muchos cambios positivos futuros en cada uno, pero, para ello, es necesario mucho trabajo interior que detone la limpieza y transmutación de lo que no resuena con ella, y permita las experiencias futuras que los cristalicen.
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¿Quién me detona esos cambios?
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La función de una de las partes de nuestra estructura multidimensional es precisamente la de detonar todos esos cambios en el momento adecuado.
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¿Por qué? Porque normalmente la personalidad que tenemos no es consciente de aquello que necesita ser trabajado y obtenido experimentalmente, y, por ende, no podemos auto-detonarnos experiencias que nos lleven a ciertos aprendizajes y lecciones si no fuera por algo que, desde fuera de esa personalidad, lleve a cabo el proceso. Gestionar cómo una situación se va a producir en el plano físico para que la persona obtenga un aprendizaje o crecimiento es un trabajo minucioso que se coordina con la precisión de un reloj cuántico, en el que cada cosa tiene su lugar, su espacio y su tiempo.
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Para que te encuentres con las personas que te tienes que encontrar, o que vivas las situaciones que tienes que vivir, es necesario que muchas cosas en muchos niveles se sincronicen perfectamente, ya que, al trabajar con las realidades individuales de cada persona, para que dos de esas realidades se crucen e interactúen, ambas deben ir alineadas en vibración, frecuencia, propósito e intención, a la hora de que sean compatibles para resonar una con otra. Las leyes de causa y efecto tienen mucho que ver en esto, pues al generar todo tipo de acciones y poner en marcha todo tipo de movimientos energéticos en nuestro día a día, generamos el llamado “efecto mariposa”, donde todo afecta a todo, y todo termina causando impacto en todo, con mayor o menor fuerza, con más o menos sutileza, pero impacto al fin y al cabo.
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A veces no se puede intervenir para crear una sincronicidad hasta que ciertas fuerzas energéticas (octavas) puestas en marcha no se han calmado, a veces no hay forma de conseguir que dos realidades individuales se crucen entre sí por mucho que sea necesario o se desee, hasta que procesos internos de esas realidades no se completen adecuadamente, a veces, por el contrario, hay que redirigir procesos lanzados por la personalidad y sus programas para evitar que se alejen por completo de sus propósitos iniciales, que están gestionados por nosotros mismos, pero desde esa parte que llamamos el ser o el Yo Superior, y que, de alguna forma, están acordados por el conjunto de todos nosotros para cada encarnación.
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Menos tiempo para más experiencias
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Ahora todo va mucho más deprisa, en el lapso de tiempo en el que anteriormente cabían más experiencias, ahora “da tiempo” a hacer mucho menos. La percepción psicológica que tenemos del tiempo, como ya hemos dicho, ha cambiado porque se aceleran los cambios energéticos del entorno, a nivel de las resonancias del planeta, a nivel de los ajustes de la línea temporal, a nivel de los efectos de las energías que llegan desde fuera, etc., por lo que, muchos procesos que antes podían darse en un largo periodo, ahora se manifiestan cristalizados y creados en uno muy corto. En breve veremos que otro año se ha ido, y nos preguntaremos que hicimos durante el mismo, por mucho que el reloj siga dando el tiempo en 24h, esas horas en estos momentos tienen otra velocidad subyacente que no es aparente para muchos, pero sí que se siente y se percibe.
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Para algunos, pisar el acelerador
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Esto significa que en nosotros, nuestra parte más “elevada”, vamos a decirlo así, también pisa el acelerador, si es necesario, para detonar ciertos aprendizajes y reajustar las ecuaciones que rigen los puntos de destino, los eventos y los aprendizajes pendientes y necesarios para todos aquellos que formamos parte del entramado de vida en este planeta. Otras partes de la población que, de alguna forma, pudieran parecer humanos pero no lo son, ya no entran en los parámetros de este crecimiento y preparación para los nuevos tiempos, por lo que diferentes tipos de “realidades alternativas”, dentro de la realidad común, empiezan a darse que van separando a unos de otros. Desde esa posición (la del Yo Superior), trabajamos ya directamente para aquellos que van camino de un nuevo nivel de estudios, tardemos lo que tardemos en completar la transición del actual al nuevo.
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Acompañar conscientemente los procesos
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Por lo tanto, cuando decíamos en un artículo anterior que todo se nos pone patas arriba y que es debido a que estructuras internas están cambiando, y cuando decíamos que otras partes de nosotros trabajan por nosotros para ello, a pesar de la incapacidad de la mente racional y consciente para gestionar y comprender todo esto, es porque somos mucho más que la personalidad que tenemos, y que existen otras partes de toda esa estructura que son capaces de ver hacia adelante y desde otros ángulos, los procesos necesarios para el avance del conjunto. El entender que todo tiene un sentido y una necesidad de ser, simplificaría las cosas para el conjunto de esta estructura multifacética, pero se comprende que en el día a día, al funcionar normalmente en modo “beta” y estar centrados en una realidad material que se gestiona solo desde una pequeñísima parte del conjunto de lo que somos, es prácticamente imposible darse cuenta de estos cambios que se están produciendo interiormente, guiados y detonados por nosotros mismos, más profundamente.
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No debe asustarnos que todo esto esté sucediendo, no debe asustarnos que se desmonten cosas, no debe asustarnos que cambien las realidades micro y macro (a nivel individual, local, regional o planetario). En todo caso, quizás se nos pide que confiemos en que, lo que aparentan ser tormentas en el mar, pueden ser simplemente nubes que, con su agua, vienen a liberarnos del barro acumulado, pues el puerto de destino admite solo que atraquen pasajeros “medianamente relucientes”.
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De todas formas, muchos de estos acelerones y transformaciones que ahora van rápido, aminorarán su ímpetu a medida que los cambios “macro” para el planeta se asienten, según cuando las estructuras del inconsciente-consciente colectivo humano se estabilicen, y según cuando cada uno termine por completar lo que le queda pendiente, en mayor o menor grado, guiado y acorde a la hoja de ruta que cada uno escogió antes de iniciar esta encarnación.
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un abrazo,
David Topí