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EL ADN SE COMUNICA CON EL UNIVERSO

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Articulo en alemán, publicado en RAUM und ZEIT 13.8.2005, de Grazyna Fosar y Franz Bludorf, Berlín.

Más van estudiando los misterios de la naturaleza, más preguntas se hacen los científicos. Acaban de descubrir que nuestro ADN posee una especie de conciencia y que esta puede comunicarse, y sus hazañas son tan grandes que sobrepasan todo lo que el hombre ha podido crear con la técnica.


Ciencia y religión se acercan de nuevo la una a la otra, después de siglos de enfrentamiento. En su 13a encíclica, el Papa Juan Pablo II dijo: “La fe y la razón son las dos alas con las que el espíritu humano se expande y se echa a volar para contemplar la verdad.” Ya existen varias teorías a través de las cuales las ciencias naturales y la conciencia intentan reunirse bajo un mismo techo. Queremos presentar aquí unos cuantos puntos apuntando en esta dirección.


Una de las teorías más interesantes es, sin duda, la nueva cosmóloga de Matti Pitkänen que establece por primera vez un vínculo entre física y conciencia. El fisco fino presentó, hace unos cuantos años ya, una brillante teoría sobre la constitución del universo con una nueva geometría espacial basada en ocho dimensiones: la geo-metro-dinámica topológica (TDG). En esta complicada teoría, difícilmente comprensible hasta para los propios científicos, los agujeros de gusanos (o carcomas) juegan un papel importante. El primero en usar el término “carcomas” es el físico John Wheeler. Se trata de canales de conexión microscópicos a través el híper-espacio, que aparecen como consecuencias a fluctuaciones y variaciones del vacío cuántico. Este extraño nombre se debe a una broma de Wheeler quien comparo esas estructuras con agujeros hechos por unos gusanos en una manzana.


La teoría de Pitkänen es muy provocativa porque, por primera vez en la historia de las ciencias, intenta establecer una relación entre física y bióloga, lo cual lleva a una verdadera cosmología de lo vivo.


La biología moderna, especialmente la genética, estudia desde hace mucho tiempo las moléculas portadoras de los genes: el ADN. Según la teoría de Pitkänen, el ADN no solo sirve para producir proteínas en las células y construir así el cuerpo, como se había descubierto. Según el científico, a lo largo de esta grande biomolécula, las carcomas anteriormente mencionadas se acumulan y sirven como canales de comunicación.


De esta manera, Pitkänen propone una nueva visión del ADN en la cual términos como conciencia y percepción se integran y entran en el mundo de la física. Dice esto: “los campos de carcomas magnéticos, que están injertados en membranas del espacio-tiempo, que contienen biomateria corriente, son buenos candidatos para dar una explicación física al mecanismo de la percepción. El magnetismo de las carcomas se podría también considerar como la quintaesencia de los sistemas vivos.”


Pitkänen se refiere aquí a la hipótesis de los mundos paralelos de Everett y Wheeler, según la cual nuestro universo seria solo un universo entre otros tantos situados en un híper-espacio de dimensiones más elevadas. A estos universos singulares en el híper-espacio se les llama también hojas (membranas) espacio-tiempo.
Si desarrollamos el pensamiento de Pitkänen, esto significa que la ciencia está en camino de probar la relación que sospechamos, desde hace mucho tiempo, que existe entre la gravitación y la conciencia. Más precisamente: la gravitación y la conciencia forman dos polos opuestos.

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El efecto del ADN Fantasma


Una prueba sensacional para la teoría de Pitkänen está basada en los experimentos de un equipo de científicos interdisciplinarios de la Academia de Ciencias de Moscú, bajo la dirección del biólogo molecular y biofísico Dr. Pjotr P. Garjajev. Garjajev y su compañero de física cuántica, el Dr. Vladimir Poponin hicieron una observación insólita al medir las vibraciones emitidas por unas muestras de ADN.


Irradiaron una muestra de ADN con luz laser y obtuvieron en una pantalla un modelo típico de ondas. Si quitaban la muestra de ADN, esas ondas no desaparecían, como se hubiese podido esperar, pero persistían con una forma de estructura regular, como si todavía hubiese estado la muestra material. Como lo demostraron experimentos de control, esas ondas tenían que venir, sin duda alguna, del ADN ¡que ya no estaba presente! Un experimento en vacío, es decir sin muestra, solo daba una curva de ondas aleatorias. El efecto era reproducible a voluntad y hoy en día se le llama efecto ADN Fantasma.


La explicación científica del fenómeno es que parece que el mismo ADN produce ondas en el vacio (vacuum) a través del cual una carcoma magnetizada se produce, inducida por la presencia de materia viva, que puede persistir, según los casos, varios meses. Eso es lo que los experimentos de Garjajev y Poponin demostraron.


Al comienzo de la década de los sesenta, el biólogo británico Rupert Sheldrake, de la Universidad de Cambridge, estableció su famosa teoría de los campos morfogenéticos. Cada ser humano, así que cada ser vivo, deja una huella invisible de su existencia. Por primera vez, Pjotr Garjajev pudo hacer visible esta huella en un laboratorio.
La pregunta es: ¿para qué sirve esta huella? ¿Con quién o qué “susurran” nuestros genes? ¿Cómo se comunica el ADN, y por qué lo hace?


Lo más sorprendente es que todos los resultados indican que el ADN no está sujetado a ninguna limitación en lo que concierne su facultad de comunicación.


Híper comunicación


Según la teoría de Pitkänen, esta comunicación no se hace de manera clásica, pero a través de unas carcomas magnetizadas, es decir fuera del espacio-tiempo, a través de las dimensiones mas elevadas del híper espacio. Se habla de híper comunicación.Esta híper comunicación no parece tener una meta limitada o particular: representa un punto de intersección hacia o dentro de una red abierta, una red de conciencia o red de lo vivo.


Como en el internet, el ADN puede:


• Introducir sus propios datos en esta red
• Extraer datos de esta red
• Establecer un contacto directo con otros participantes de esta red.
Se puede decir, de alguna manera, que el ADN posee su propia “pagina internet” y que puede “surfear” y “chatear” con otros participantes. Lo que es todavía más increíble: el ADN no está limitado a su propia especie, como tendríamos a creer. Unos seres diferentes (con diferentes formas de vida) también pueden intercambiar información genética. La híper comunicación es, pues, la primera interfaz a través de la cual están unidas las formas de inteligencia más variadas en el universo.


Otra aplicación muy importante de la híper comunicación está representada por la conciencia de grupo, es decir la posibilidad para grupos de individuos o de animales de poder actuar coordinadamente, como un conjunto. Peor, tal como lo demuestran los experimentos, el alcance de la híper comunicación es todavía más amplio.


Las consecuencias relativas a la comprensión del proceso de aprendizaje en el ser humano son inmensas.
Nuestro cuerpo humano está constituido por células, y cada una de ellas contiene una molécula de ADN. Sabemos ahora que por esta vía billones de antenas de comunicaciones están permanentemente en acción. Nuestra conciencia, por lo visto, no se ha dado cuenta. ¿O si?


A lo largo de la historia ha habido individuos especiales que hicieron evolucionar la humanidad, gracias a sus ideas revolucionarias, científicas o culturales. Pero nadie se preguntó seriamente como pudo ser (salvo en el caso de Einstein cuyo cerebro se cortó en lonchas para ser estudiado, y donde se ha encontrado una parte de glía más elevada de lo normal, lo cual es muy interesante viendo los nuevos descubrimientos sobre la función de las células gliales).


Se hablo de creatividad, es decir de la facultad a pensar de manera nueva y diferente, de crear realidades virtuales que pudieron ser aplicadas en la realidad. Pero la chispa, la inspiración, el descubrimiento en sí-mismo, nunca fueron explicados y nunca se consideraron como el resultado de un pensamiento lógico y racional. Siempre ha parecido que se presentaba repentinamente, como una evidencia, venida de ninguna parte.


¿Podría tal información proceder a través unos canales de híper comunicación del ADN? Y si es así, ¿de dónde viene? ¿Se puede dar prueba de tal hipótesis? Esta última pregunta es la más difícil de contestar.
La ciencia exige, como prueba, la repetitividad de una experiencia, en condiciones contraladas de un laboratorio. ¿Se podría provocar la creatividad o la inspiración en un laboratorio y generar en el ser humano un saber hasta hoy desconocido e inédito?


Esta pregunta plantea un verdadero desafío, pero se puede también abordar con los actuales métodos científicos, por lo menos parcialmente.
Nuestro cuerpo no solo puede generar luz, en forma de biofotones, pero también puede extraer luz del medioambiente. Puede también almacenar esta luz, particularmente en el ADN, que está más implicado en la radiación biofotónica.
Con su característica forma de doble hélice, el ADN es una antena electromagnética ideal. Por una parte, está alargado y forma una antena recta que puede perfectamente captar los impulsos eléctricos. Por otra parte, es también circular (visto desde arriba) y eso lo convierte en una excelente antena magnética.


¿Qué pasa a nivel de la energía electromagnética captada por el ADN? Esta simplemente almacenada por resonancia cuando la biomolécula gigante empieza a vibrar. A este sistema, en física, se le denomina oscilador armónico.
Un oscilador así devuelve la energía que ha almacenado después de cierto tiempo, cosa que se puede observar en una cámara oscura, y el tiempo necesario para este proceso sirve para medir su facultad de almacenamiento energético. A esto los físicos lo llaman capacidad (medida) de resonancia.


Se llegó a descubrir que la resonancia del ADN es mucho más elevada que en los sistemas de osciladores técnicos de los laboratorios de física. Lo cual significa que las pérdidas de oscilación son mínimas. Este descubrimiento corrobora lo que sospechábamos desde hace mucho tiempo: el ADN es un superconductor orgánico ¡que, además, trabaja a temperatura del cuerpo! La ciencia tiene todavía que aprender mucho de la naturaleza…


Cada ser humano es entonces portador en cada célula de su cuerpo de una “mecánica” técnica súper potente: un microchip con tres gigabyte de capacidad de almacenamiento que extrae informaciones electromagnéticas de su alrededor y que almacena esta información y puede también transmitirla, posiblemente modificada.
Los datos técnicos del ADN como antena osciladora se establecen rápidamente. Sabemos que la molécula de ADN mide, extendida, más o menos dos metros de largo, lo cual significa que tiene una frecuencia propia de 150MgHtz. Otra cifra interesante, porque es una frecuencia de la banda espectral de las micro ondas, de las telecomunicaciones y del radar. Usamos, pues, la misma banda de frecuencia para localizar y para comunicar.


¿Pura coincidencia?


Se impone una deducción: las ondas móviles de telecomunicación pueden influir directamente nuestro ADN. El ADN puede también almacenar todas las ondas armónicas de 150MgHzt, y pues, también, la luz visible. El 22o octavo de 150MgHzt está situado exactamente en este sector. El color de esta emanación de luz es el azul. ¿Es pura coincidencia, pues, si la refracción de la luz del sol por la Tierra la hace aparecer desde el espacio como el planeta azul y si el cielo parece azul?


El ADN Microchip


Mientras el equipo de Pjotr Garjajev estudiaba esencialmente el aspecto software del ADN, el Dr. Ehud Shapiro y su equipo del Weizmann Institute of Science en Rehovot, Israel, se enfocaba en los aspectos del Hardware que lo acompaña. Su trabajo es otro paso importante para la comprensión del bioordenador ADN. Pero al mismo tiempo se abren perspectivas que se pueden considerar como especialmente peligrosas. es el primer paso hacia un vinculo maquina-humano que podría llevar a programar totalmente el ser humano, basándose en el ADN.


Una de las principales diferencias entre el ADN y su ordenador es que el bioordenador no puede funcionar de manera aislada. El ADN no es un ordenador completo pero mas bien una especie de software que necesita, para su buen funcionamiento, un “entorno / ambiente hardware” que encuentra en la célula viva en la que están las enzimas que pueden, como “hardware”, tener acceso al programa ADN y ponerlo en marcha controlando la síntesis de las proteínas dentro de la célula. Así esta hecho el cuerpo y así se mantiene la vida.


¿Qué ocurriría si el ADN dentro de una célula activara un programa diferente al suyo propio? Las enzimas de la célula producirían entonces otra cosa que lo que hacen habitualmente. Si eso sería positivo o negativo para el cuerpo es otra pregunta y dependería determinadamente de este programa modificado.


En la naturaleza ya existe algo del estilo: son organismos microscópicos, constituidos por una molécula de ADN y por una capa externa de proteínas. Se llaman virus y están al límite entre lo inanimado y lo vivo; son prácticamente “programas software en espera”, como un CD-ROM en su biblioteca que necesita que lo inserte primero en su ordenador antes de poder leer el programa almacenado en él.


Los científicos ya han copiado los métodos de los virus. El equipo de Shapiro, por ejemplo, consiguió enseñar a contar a unos bioordenadores ADN, in vitro. Los trillones y múltiples trillones de “micro procesadores” en una solución de acuosa trabajan más o menos 100’000 veces más rápido que cualquier ordenador de la actualidad, hasta generan su propia energía, que necesitan para realizar sus hazañas de contabilidad.


Para poder desarrollar este programa, se tiene que meter un ADN especialmente configurado en una solución acuosa que contiene las enzimas necesarias al correcto funcionamiento del bioordenador, como es el caso en una célula viva. El proceso de cálculo se desarrolla entonces dentro de las miríadas de mini bioordenadores en red, a una velocidad increíble, por reproducción del ADN que activa las enzimas productoras de proteínas. Después de cierto tiempo, se comprueban las cadenas de ADN producidas para conocer el resultado del cálculo del programa. Hoy en día, esto se hace analizando las moléculas de ADN (el famoso “fingerprinting” o huella genética)


La Onda Soliton del ADNEl almacenamiento de luz e información en el ADN se hace gracias a una onda especial que se llama onda soliton y que envuelve la molécula de ADN. Es una onda no lineal que responde a unas leyes complicadas llamadas parilla de Fermi-Pasta-Ulam. Una onda soliton es una unidad dinámica cerrada en si misma que se parece a una partícula de materia. Las ondas soliton son extraordinariamente longevas y apenas modifican su forma. Están, pues, destinadas a conservar y almacenar, durante mucho tiempo, modelos de información. Es probable que estas ondas contengan un potencial humano todavía completamente inédito.


El ADN fractal y el tiempo

Por la forma especial Fermi-Pasta-Ulam de la onda soliton dentro del ADN, se obtienen numerosas repeticiones y auto reproducciones en el código genético, fenómeno que Garjajev destaca fuertemente. Esto significa que no se elige la información dentro del ADN de las células linealmente, como se lee un libro, por ejemplo. A lo contrario, la lectura se hace para adelante y para atrás, para atrás y para adelante, y de arriba abajo y abajo arriba, y a veces volvemos al punto de partida. La comunicación del ADN sigue también reglas fractales. Se hace de manera no local. Es decir: el ADN puede comunicarse con unos portadores de información muy lejanos, sin estar sometido al espacio ni al tiempo. Este efecto se basa en una paradoja científica muy conocida llamada Einstein-Podolski-Rosen, o paradoja EPR. Explica que dos partículas de materia, que han estado juntas alguna vez y luego separadas, siempre siguen relacionadas. Si, luego, una de las dos partículas sufre una modificación, la otra partícula reacciona inmediatamente, aunque estén separadas por años-luz.


La estructura fractal de la onda soliton del ADN hace que el ADN, según Garjajev, pueda comunicarse con portadores de información hasta quizás en el espacio. Porque esta comunicación es de naturaleza no local, la famosa ley de causa a efecto queda invalidada. Garjajev escribe: “Causa y efecto no están separados por el tiempo si percibimos el tiempo como un camino hacia la organización de una cadena de eventos. Esto necesita una unidad temporal fractal complicada, y es la razón porque Einstein no pudo reconocerla.”


Según Garjajev, esta no-localidad cuántica es una función clave de la auto organización de la materia viva. No solo existen formas de comunicación no físicas, como, por ejemplo, la telepatía. La EPR puede transmitir, en un tiempo cero, una multitud de datos, a través, por ejemplo, del escanning rápido y automático de la polarización de fotones.
La pregunta es entonces: ¿Por qué los seres humanos no comunican siempre de esta manera? ¿Porqué nuestro cuerpo desarrollo un sistema nervioso que se comunica casi tan rápido como un caracol a una velocidad de 8-10m/s? Garjajev sabe porque: la comunicación EPR es demasiado rápida para que nuestra conciencia pueda tratar los datos, ¡así de sencillo!

El proto lenguaje de la humanidad o lengua original
Hoy en día hablamos habitualmente de código genético como sistema de codificación de la información. Pero la genética no se ha extraviado relativamente a esta postura y ha seguido trabajando usando únicamente las herramientas de la química, en vez de pedir ayuda a los expertos lingüísticos.
Las cosas han ido totalmente de otra manera en Moscú, en el equipo de Garjajev. Para examinar el ADN, también consultaron a lingüistas.

Cuando se estudia un idioma, se estudian leyes como, por ejemplo, la sintaxis (regla para construir palabras a partir de letras), la semántica (reglas del contenido de las palabras) y las bases de la gramática.


Si se aplican los resultados científicos al código genético, encontramos que este código está regido por las mismas reglas que nuestras lenguas humanas. Por supuesto, no son las reglas de una lengua en concreto, como el ruso, pero reglas tan fundamentales que existen y son la base de todas las lenguas de la humanidad. ¡Se puede, pues, relacionar la “construcción” del código genético con cualquier idioma humano!
Los científicos llevan siglos buscando el lenguaje original de donde saldrían todas las lenguas del mundo… Quizás Pjotr Garjajev y su equipo lo han encontrado.


Durante estos experimentos del grupo de Moscú, se ha podido demostrar que los códigos existentes en el ADN no solo se utilizan para construir proteínas en nuestro cuerpo, como es el caso de los genes, sino que el código del ADN se usa para comunicar o, más precisamente, para híper comunicar. Dicho de otra manera: ¡la naturaleza es una red (online)!


Y esto comprende la globalidad de la naturaleza cuyos códigos genéticos siguen una gramática muy similar.
Como lo dijo tan bien el Dalai Lama: “Todo lo que es solo es porque se comunica con el todo. Nada existe por si, individualmente; todo tiene su existencia en lo otro”.


Los autores:Grazyna Fosar estudio física y astrofísica.
Franz Bludorf estudio matemática y física.
Después de haber trabajado en la investigación científica hicieron una formación como terapeutas curanderos e hipnoterapeutas. Viven, y trabajan en Berlín.

http://astrocopas.wordpress.com/

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