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UN ESTUDIO RECIENTE COMPRUEBA PROPIEDADES ÚNICAS QUE DENOTA EL PROCESO DE HACER ALGO CONSCIENTE EN NUESTRO CEREBRO
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Por lo menos desde el siglo XVII, la ciencia ha perseguido la respuesta a una interrogante que al menos parece esencialmente elusiva: ¿qué es la conciencia? Y a pesar de decenas de intentos por asir esta pregunta y contestarla, si somos objetivos, o mejor dicho categóricos, parece que esto aún no se ha conseguido.
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Pero si bien debemos ejercer la humildad existencial y aceptar que, por lo menos en un plano racional, no somos del todo capaces de definir con precisión qué es la conciencia, tampoco podemos negar que poco a poco la ciencia parece profundizar en su arrojo y su acercamiento a este fenómeno es cada vez más claro.
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Entre los numerosos logros que recién se han conseguido en pro de entenderla, se acaba de publicar en el diario científico Proceedings of the National Academy of Sciences una investigación de la Universidad de Vanderbilt que advierte que a diferencia de cualquier otra función cerebral, la conciencia es una cualidad que no se ubica en región específica alguna de nuestro cerebro, sino que se activa de manera “omnipresente”.
Descubrieron que no existe un área o un circuito de regiones en el cerebro particularmente activo durante el proceso de conciencia; todo el cerebro pareció intensificar su conectividad durante este acto. Como bien señala Orion Jones en su artículo para Big Think, estudios anteriores han demostrado que diversas regiones del cerebro modulan distintos componentes de la conciencia, por ejemplo el lenguaje, la atención o el autocontrol.
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Sin embargo, ninguna de estas cualidades es suficiente, por sí sola y ni siquiera sumadas, para comprehender integralmente lo que ocurre al momento de ejercer la conciencia. Algo así como “el todo es más que la suma de sus partes”, y ese todo parece por momentos inabarcable para nuestro entendimiento ya que es a partir de la misma conciencia que tenemos que explicarlo –lo cual implica un confuso proceso autorreferencial.
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En todo caso quedó comprobado, o al menos así lo sugiere este estudio, que la conciencia no es un fenómeno que puede simplemente ubicarse dentro de una porción de nuestro cerebro como ocurre con el resto de actividades. Esto parece insinuar la posibilidad de que la conciencia sea algo que está más allá del tradicional “tabulador” que utilizamos para entender la mente humana y en especial el funcionamiento de nuestro cerebro. Es decir, esta reciente investigación refuerza la posibilidad de que la ruta para llegar a un pleno entendimiento de qué es la conciencia sea una muy distinta a la que usualmente seguimos.
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