Ni castigos ni recompensas, sólo consecuencias
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En mi opinión, me parece que hay demasiada gente que prefiere recibir las consecuencias derivadas de sus cosas mal hechas como si fueran un castigo divino, un regalo envenenado del karma, o algo inevitable por destino, en vez de tener la honradez y la decencia de asumir de frente, sin esconderse y sin negar su responsabilidad, las consecuencias de las cosas que hizo o las que dejó de hacer.
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Parece que no es serio eso de pensar que hay “alguien”, sea quien sea, o “algo”, que se dedica a seguir tratándonos como niños pequeños a los que se les premia si hacen algo bien y, por el contrario, se les castiga cuando hacen algo mal.
Todos los actos, por acción o por omisión, tienen una consecuencia.
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Es la Ley de Causa y Efecto. Toda causa tiene un efecto. Toda acción u omisión tiene también una consecuencia.
Insisto en lo de “omisión” porque he descubierto que hay personas que se escudan en que no han hecho algo –aunque mejor dicho es que “han tomado la decisión de no hacer algo”, y eso ya es hacer algo: ya han tomado la decisión de “no hacer”- y por lo tanto no tienen por qué tener una penalización.
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No hay que olvidar que existe el pecado por omisión, y que existe el delito por omisión, por tanto “no hacer” está mal o está penado. (Una definición del pecado de omisión es “el bien que podemos hacer y no hacemos”. Frasecita para reflexionar…)
Ahora estamos aquí, o sea que estamos en el Aquí y Ahora.
Quien hace algo que no es lo adecuado va a obtener por ello un resultado, y no es un castigo, sino una consecuencia que probablemente no va a ser agradable.
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Y si lo hace bien no va a tener por ello una recompensa sino una consecuencia lógica que va a ser agradable.
Una consecuencia es un hecho que resulta de otro.
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En mi opinión, no es necesario que haya un Juicio Final que valore lo que es correcto y lo que no –lo que está bien y lo que está mal, para entendernos-, ni es necesario esperar hasta la próxima reencarnación para pagar algo que se produzca en ésta, ni hace falta llegar hasta el Tiempo de los Arrepentimientos cargado de motivos por los que penar.
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Es hoy, en este instante, en este momento siempre a punto de extinguirse, cuando uno tiene que obrar del modo adecuado que le procure la satisfacción de lo bien hecho, que le deje el alma en paz –aún cuando se equivoque-, y que lo pueda dar por extinguido sin necesidad de arrastrarlo inconcluso durante el resto de su vida.
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Ni hay castigos por parte de un juez cruel y sanguinario, ni por lo que se hace se acumula un mal karma para más adelante: es en esta vida donde se ha de gozar o padecer los resultados de los actos. Y esos resultados se derivan de los hechos. Bueno… esta es mi opinión.
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Obra con buena intención –aunque te equivoques-, y eso será tenido en cuenta a la hora de los resultados que recibirás por ello.
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Pero tenlo claro y no culpes a nadie por ello: lo que siembras, recoges.
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Ni castigos ni recompensas: sólo consecuencias.
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Te dejo con tus reflexiones…
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(Y si te ha gustado, ayúdame a difundirlo. Gracias)
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Desconozco su autor
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Fuente: Energías Femeninas