Es necesario que cuidemos de nuestras palabras: ahí comienzan las bendiciones a tomar forma.
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¿Te bendices a diario?
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¿Sueles decirte "hoy me permito estar en armonía", "agradezco mi vida tal y como es", "agradezco la magia como se devela a mi paso"?
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¿O usas tu palabra para maldecir?
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¿Sueles decirte "maldito día", "qué suerte tan mala", "se ve que hará muy mal día", "siempre me pasa a mi"?
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¿Y si intentas bendecir todo a tu paso por un día?
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¿Por una semana?
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Mirarás entonces cómo tu vida se transforma...
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