Bienvenidos al próximo gran evento astrológico que configura nuestras vidas, a nosotros y a nuestro mundo. Las alineaciones como ésta, entre los planetas externos de lento movimiento, impactan el mismo núcleo de nuestro ser, catalizando el cambio irrevocable. El evento previo similar – la muy discutida cuadratura Urano/Plutón que dominó los cielos de junio del 2012 hasta marzo del 2015, terminó con muchas vidas, trayendo consigo desafío y turbulencia inimaginables hasta que nos encontramos en medio de la misma. Desde marzo de este año hemos estado haciendo inventario, dejando que se asiente el polvo y pestañeando en la claridad de la nueva luz. Puede que nos hayamos preguntado que nos sacudió, aunque en muchos (pero no todos) los casos, estuviésemos extrañamente agradecidos de que así fuera. El 2012 se siente como un recuerdo distante y nuestro presente está en otro mundo totalmente diferente del que ocupábamos hace cuatro años. Algunos pueden sentir que es suficiente cambio; necesitamos descansar y espacio para que las cosas ‘vuelvan a la normalidad’. De hecho no hay más ‘normal’. Urano y Plutón se encargaron de eso haciéndolo todo nuevo. Ahora Saturno y Neptuno siguen sus pasos, levantando la cortina del próximo acto de convertirnos en aquello que recalibra nuestro ser para acomodar la propia ausencia de lo ‘normal’, conjuntamente con la alegría siempre presente en la rendición a la materia y al espíritu, en un mundo saturado con el impulso de evolucionar. Saturno y Neptuno no son los amigos más obvios. Saturno busca la forma y la certeza. Aporta los límites necesarios para el crecimiento y reconoce el valor de la responsabilidad y la restricción. Aunque pueda interrumpir los intentos para alcanzar nuestros objetivos lo hace cuando esos objetivos no sirven a nuestro crecimiento. Saturno exige paciencia y humildad, compromiso y una voluntad de resistir cuando la vida se niega a desplegarse como deseamos. Nos recuerda que hay un momento apropiado para todas las cosas y tratar de imponer nuestra programación en un universo en constante expansión simplemente enfrentará la resistencia hasta que regresemos al programa y nos conectemos con el flujo. Saturno se preocupa por nuestro bienestar alentándonos a que tengamos sentido común y sabiduría en iguales proporciones. Ve donde deseamos avanzar demasiado sin tener suficiente basamento, y donde creemos que no necesitamos ser humildes cuando la humildad es la verdadera clave que abrirá las puertas al futuro. Puede que no nos guste lo que trae Saturno pero son muchas las consecuencias de trabajar con esta poderosa fuerza de la naturaleza en lugar de en su contra, y una vez que aceptemos que no sabemos nada, la vida toma un matiz totalmente nuevo. Por otra parte Neptuno es lo opuesto totalmente. Sin forma y amorfo, no puede ser contenido. Neptuno lo abraza todo sin condición ni excepción. Busca la unidad, total y completa unidad. La noción de separación está más allá del anatema para esta presencia cósmica porque percibe todas las cosas como simplemente un gran todo sin imagen o identidad. Neptuno no se puede definir ni restringir. No tiene noción de tú y yo, el yo y el otro. Para Neptuno, el tiempo es un espejismo al igual que lo es una persona o un lugar. Nos trae momentos de total paz y otros de disolución aterrorizante. Cuando estamos bajo el pulgar de Saturno puede que pidamos la misericordia de Neptuno para liberar la presión, pero cuando estamos bajo el abrazo infinito y sofocante de Neptuno puede que pidamos el pragmatismo de Saturno para recordarnos quienes somos y por qué estamos aquí. Estos dos planetas unidos brindan las experiencias más polarizadas de nuestras vidas – definición y disolución. Cuando trabajan juntos estamos en tiempos interesantes, descubriendo el terreno común entre los extremos de la forma y lo amorfo, y cómo cada polaridad nos conecta con nuestra naturaleza divina que trasciende ambos. Cuando dos planetas están en cuadratura entre sí, debemos encontrar la forma de acomodarlo y vivir ambos. Para quienes están más orientados a Neptuno, buscar la disolución de la identidad y una experiencia de unicidad en donde todos los límites se suavizan y todas las cosas se funden – sea a través de la práctica espiritual, la creatividad, el amor, las drogas o cualquier cosa que flote alrededor de ustedes – se opone a Saturno que requiere el compromiso a un sendero más disciplinado, dando forma a nuestro anhelo del abrazo de Neptuno. Si Neptuno se ha convertido no en la liberación de la identidad, la forma y la responsabilidad sino en un escape de éstas, ¡Saturno tratará de enmendarlo! No hay escape en el mundo de Saturno. La única forma hacia la verdad final es vía la identidad, la personalidad y la madurez del ego. Si tratamos de escaparnos de lo mundano para alcanzar la felicidad anticipadamente este nos bajará a la tierra con un tirón, exigiendo que incorporemos el sendero, vivamos en el mundo material con todos sus retos y triunfos, exigencias y recompensas. Saturno nos enseña que no podemos trascender un mundo en el cual nos negamos a involucrarnos. Al abrazar el sendero de Saturno aprendemos que la trascendencia no es el salirnos de nuestras condiciones sino asimilar la experiencia dentro de ellas tan profundamente que nos revelen su verdadera naturaleza al vivir en medio de ellas. No obstante, si Saturno se aviene más a nuestro estilo y apreciamos la certeza y la forma, la rutina, la responsabilidad y la identidad, Neptuno nos insta a soltar nuestro asidero y ver lo que sucede; a suavizar nuestros límites y permitir un poco más de incertidumbre, una gota de duda. Permitámonos preguntarnos que sería si las cosas no fuesen tan blanco y negro como parecen. ¿Qué si todo aquello en lo que creemos es solamente una verdad a medias y el opuesto es igualmente cierto? Neptuno libera el juicio, la dualidad, disolviendo nuestro mundo polarizado. Este no conoce el bien y el mal, ni la culpa ni la vergüenza. Simplemente nos abraza con amor y compasión, viéndolo todo como sí mismo y a sí mismo en todas las cosas. Nos recuerda que estamos conectados intrincadamente e inevitablemente con todo y con todos nos guste o no, y nos hace la pregunta: ¿Qué vamos a hacer al respecto?. Vivimos en tiempos interesantes, que requieren gran reflexión respecto a lo que significa ser humano y lo que este planeta necesita de nosotros para cruzar la gran división de eras y alcanzar la era de Acuario. Estamos en medio de ese cruce ahora, con Neptuno al timón y Saturno chequeando los mapas. Hacia donde ellos nos llevarán en el próximo año está por ver. Neptuno nunca se comprometió con un plan. Pero podemos tener la seguridad que sea lo que sea seremos bendecidos con la oportunidad de ver la vida por dentro, por fuera, de frente y de espaldas, cambiando nuestra percepción para siempre. La cuadratura Saturno/Neptuno se alinea exactamente en las siguientes fechas (UT): 26 de noviembre 2015, y 18 de junio y 10 de septiembre del 2016. Sarah Varcas astro-awakenings.co.uk |