Siempre es importante aclarar que existen básicamente dos modalidades de ansiedad. Una de ellas es adaptativa y su función es la de prepararnos para enfrentar un peligro o una situación amenazante. En otras palabras, constituye una respuesta instintiva y razonable para protegernos ante un riesgo potencial.
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El otro tipo de ansiedad es psicológica o patológica. Aparece simplemente, aunque no haya riesgo real. Quizás sea más exacto decir que surge frente a amenazas imaginarias o sobredimensionadas, que casi siempre están poco definidas. Es como si hubiese un peligro, pero no pudiera determinarse dónde está o en qué consiste.
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La ansiedad se expresa de muchas maneras. Lo que tienen en común esas manifestaciones es el hecho de que el sentimiento de miedo o aprensión es totalmente exagerado. A veces conduce a una rumiación constante de pensamientos. Otras veces termina desatando crisis de pánico o lleva al enclaustramiento.
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El sesgo cognitivo en la ansiedad
En la ansiedad patológica hay una percepción sesgada o alterada del mundo. Esto quiere decir que se selecciona o se le presta atención solo a esa información de la realidad que explica, o podría explicar, la sensación de amenaza. De la misma forma, esa información se interpreta de manera equívoca y se recuerda más que otros datos.
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Alguien que, por ejemplo, se sienta ansioso en la relación con los demás, tenderá a ver en los otros solo algunos aspectos. Estará muy atento a cualquier gesto de rechazo, por mínimo que sea. Un silencio podría ser interpretado como un indicio de que cae mal o de que no quieren conversar con él. No le otorgará valor a las señales de aceptación o interés, a menos que sean extraordinariamente visibles.
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Si la ansiedad es más imprecisa, alguien que la padezca llega a ver “señales fatídicas” en cualquier manifestación de la naturaleza, por ejemplo. Un amanecer muy colorido lleva a sentir que “algo va a pasar”. Una luna demasiado luminosa genera miedo, y no se sabe por qué.
La teoría de los cuatro factores
El psicólogo Michael Eysenck ha hecho una propuesta conceptual que se llama la “Teoría de los cuatro factores”. En ella define las principales vías que toma el pensamiento de alguien ansioso en función de su propia percepción. Cada una de esas vías implica un sesgo cognitivo. Los cuatro factores son:
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- Percepción sesgada de un estímulo específico. Se da cuando la ansiedad se dirige específicamente a un objeto o a un aspecto muy preciso de la realidad. Conduce a las llamadas “fobias”. Si la ansiedad recae sobre el propio comportamiento, se denomina “fobia social”.
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- Percepción sesgada del propio cuerpo y de sus reacciones fisiológicas. Aparece cuando el propio organismo es el campo de batalla. Sus funciones y respuestas son asumidas como una señal de peligro. Conduce al “trastorno de angustia”.
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- Percepción sesgada del pensamiento propio y de las ideas personales. En este caso lo que se percibe como riesgos o o amenazante es lo que ocurre dentro de la mente de uno. Da origen al Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC)
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- Percepción sesgada global. Corresponde a los casos en los que la ansiedad se dirige a todos los factores anotados: elementos específicos, la propia conducta, el cuerpo y la mente. Cuando esto ocurre, se habla de Trastorno de Ansiedad Generalizado (TAG).
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Cada una de estas manifestaciones de la ansiedad lleva a ver la realidad de una forma totalmente parcializada. En ellas hay una fuerte resistencia, o una imposibilidad, para introducir información que ponga en tela de juicio la validez de lo que se percibe.
Trabajar sobre la interpretación equívoca
Todos los desórdenes de ansiedad son susceptibles de ser tratados, incluso en los casos más severos. Una terapia orientada a superar esos síntomas buscará que la persona aquejada por ellos aprenda a enfocar su atención en otros aspectos de la realidad que está omitiendo.
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Es posible aprender a otorgarle significados más amplios a lo que percibimos. A veces solo necesitamos de alguien que nos ayude a entender que sentir el corazón latiendo fuerte no significa que estamos al borde de un paro cardíaco. O que es normal que no le caigamos bien a todo el mundo, pero que eso no quiere decir que pretendan anularnos.
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Cualquier forma de ansiedad es importante. De hecho, cuando pasamos o ignoramos los síntomas como estrategia de afrontamiento, estos tienden a crecer y a invadir la personalidad. Buscar ayuda a tiempo es la mejor manera de enfrentar estos estados que tanto sufrimiento nos originan
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