El budismo insiste mucho en la protección de la naturaleza, de los árboles, de las plantas, no porque estas especies vegetales sean seres animados y, por lo tanto, dignos de ser objetos de compasión, sino porqué la naturaleza es lo que permite sobrevivir y protegerse a numerosos seres vivos.
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Si se incendia a una ciudad, se destruye el hábitat de un gran número de personas, ¿no? Lo mismo ocurre con la destrucción de la naturaleza, con la que se quita a una gran cantidad de animales la posibilidad de comer, de resguardarse y de sobrevivir.
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La humanidad es como un árbol,
cada ser humano está conectado con la Semilla
y pertenece al mismo árbol.
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La belleza del árbol es que tiene diferentes ramas
y en cada una, innumerables hojas.
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Cada individuo también es diferente y tiene su propio papel.
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Piensa en lo que tenemos en común y apreciarás a cada
ser humano.
Esta es una clave para permanecer en PAZ.
Dalai Lama, Más allá de los dogmas, vivencias espirituales, editorial Sirio, S.A., Barcelona, 1994, p. 56.
Tomado de Facebook
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