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Hola querida comunidad de Conexión Universal,

A través de este mensaje hacemos llegar para tí este curso - certificación que hemos preparado con mucho cariño acerca de la técnica de sanación hawaiana Ho'oponopono. En los meses pasados he tenido la oportunidad de tomar certificaciones y cursos con el Dr. Hew Len y el Dr. Joe Vitale y hay tanta riqueza de conocimiento iluminador detrás de esta filosofía que he querido ponerlo a tu disposición en Español.

Para quienes aún no sepan, el Dr Hew Len se hizo famoso a raíz de un artículo que sacó el Dr. Joe Vitale acerca de cómo el Dr. Hew Len pudo sanar toda un ala de un hospital psiquiátrico con Ho'oponopono, y esta sección del hospital era de criminales enfermos mentales!. Hoy en día esa sección ya ni siquiera existe, cerró porque todos mejoraron.

Ho'oponopono nos puede ayudar a tener más claridad, inspiración y resolver cualquier situación en nuestra vida, es una práctica que nos permite alinear nuestra mente y corazón con el amor y el perdón.

En este curso veremos a más profundidad esta práctica y también podrán tener acceso a artículos y entrevistas del Dr Hew Len y el Dr Vitale que por primera vez hemos traducido al español y que arrojan mucha luz sobre que realmente implica esta práctica.

8995389083?profile=RESIZE_400xCurso Certificación en Ho'oponopono Gratis

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Temario:

  • Historia del Ho'oponopono desde la práctica grupal hasta la de autoidentidad.
  • ¿Quienes somos realmente? La divina trinidad en tí.
  • Cómo potenciar tu práctica. El Mana y la respiración Ha
  • ¿Cual es el problema y dónde está?
  • ¿Cómo resolvemos el problema?
  • Las 4 frases ¿Donde comienza todo?
  • Los 3 estados de la mente y donde sería ideal estar.
  • La importancia de la Relación con el Niño Interior
  • Meditación con Ho'oponopono y el Niño Interior
  • Herramientas de Limpieza
  • Preguntas Frecuentes e Instrucciones para la certificación.

Comienza ahora! Te amo, Lo Siento, Por Favor Perdóname, Gracias

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¿ERES UNA PERSONA DECENTE?

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¿ERES UNA PERSONA DECENTE?

 

 

En mi opinión, este es uno de esos asuntos que conviene no evitar y al que hay que enfrentase a menudo, en un control exhaustivo y riguroso, para comprobar si somos decentes siempre, si respetamos la decencia en todas las ocasiones, y si actuamos de un modo decente aún cuando nadie nos ve y podríamos hacer una “trampa” sin que nadie se enterase.

 

Creo conveniente que nos pongamos de acuerdo en el concepto, porque muchas personas asocian “ser decente” sólo a las mujeres que son recatadas y pudorosas, pero también lo es quien pudiendo cometer un delito, aunque sea muy leve, no lo hace por respetar sus principios y su honorabilidad.

 

El diccionario dice que es “aseo, compostura y adorno correspondiente a cada persona”, que es “recato, honestidad, modestia”, y que también es -y sobre todo- “dignidad en los actos y las palabras”. Y esta última parte es la que más me gusta.

 

Quien haya leído otros artículos míos ya sabe de la importancia que le doy –porque se la merece- a la dignidad. La “dignidad en los actos y las palabras” es una de las mejores expresiones de la belleza comportamental del Ser Humano. Cómo se comporta uno dice con claridad cómo es uno. El comportamiento es la expresión de la propia naturaleza. La pulcritud y el cuidado en los actos y las palabras dignifican a la persona. Uno no es lo que dice ser sino lo que demuestra.

 

Ser decente es ser honesto consigo mismo y consecuente con la propia filosofía de vida. La decencia es una maravilla en la que se reúnen “recato, honestidad y modestia”; ser decente es una actitud en la vida fruto de una decisión propia que se traslada a todos los ámbitos de la vida: desde el trabajo hasta las relaciones con los desconocidos, desde el trato con los seres queridos hasta los propios pensamientos.

 

La decencia es uno de los frutos más gratos de la integridad personal.

 

Una persona decente siempre será una persona que los otros honrarán porque es un sello que pueden apreciar, porque le hará destacar por eso, precisamente, sobre el resto de personas que no dedican atención a promover esta cualidad.

 

Una persona decente se siente satisfecha consigo misma. Y con razón. La decencia está en ese ramillete de cualidades de los que uno se puede sentir muy satisfecho y es una muy noble aspiración como uno de los Objetivos Primordiales o como Sentido de la Vida, junto con la dignidad, la honradez, la honestidad, el amor, la amabilidad, etc. Tenemos a nuestro alcance muchas posibilidades de desarrollar cualidades que nos lleven a un Desarrollo Ético Integral Personal.

 

No hay que olvidar que el verdadero deseo en la vida es llevarse bien con uno mismo, estar en paz y amarse. El desarrollo de las virtudes y bondades personales mejora el auto-concepto, la Autoestima, la dignidad y la relación propia. Por tanto… es algo a tener muy en cuenta y algo a lo que dedicarle nuestra atención.

 

Si quieres más información, entra en este enlace:

https://buscandome.es/index.php/topic,16967.msg19592.html#msg19592

 

Te dejo con tus reflexiones…

 

Francisco de Sales

 

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HAZTE MUCHAS PREGUNTAS

 

HAZTE MUCHAS PREGUNTAS

 

 

En mi opinión, la persona se conoce mejor cuando se atreve a responder esas preguntas incómodas, duras o dolorosas, que uno trata de eludir cuando se presentan porque sabe que tras ellas, y antes de las ansiadas respuestas, van a aparecer algunos reproches, tal vez arrepentimientos, posiblemente penas, y una retahíla de sentimientos desagradables que no van a gustar.

 

Todos guardamos preguntas sin responder. A veces se nos presentan de improviso y tratamos de despacharlas con un “no lo sé” que de algún modo nos consuela porque nos auto-engañamos haciéndonos creer que lo hemos intentado, que hemos indagado y buscado, pero no hemos encontrado la respuesta. Mentira.

 

Ese auto-engaño es perjudicial. Se supone que estamos en esta vida para aprender. Se supone que el proceso de auto-conocimiento es la mejor herramienta para incrementar y afianzar la relación con nosotros, porque nos es útil para descubrir lo que aún no conocemos o aquello que hacemos pero nos gustaría que fuese de otro modo y para ello se requiere un cambio o una modificación.

 

Eludir las preguntas que surgen de nuestro interior con fuerza y con exigencia de una respuesta veraz es maligno. No se ha de evitar ningún tipo de preguntas, ni siquiera las que aparentan ser más leves o menos importantes, porque si han surgido es porque algo dentro de nosotros tiene necesidad de una aclaración y no atenderlas es otro auto-engaño.

 

Elimina el miedo a no encontrar respuestas. En mi caso, he comprobado que cuando me hago alguna de esas preguntas trascendentes, o cuando busco alguna solución a un problema, no adelanto mucho si me obsesiono con encontrar la respuesta inmediatamente, porque descubro que me quedo enganchado a una respuesta -cualquiera que me vaya más o menos bien- y no soy capaz de dejarla a un lado y seguir a la búsqueda de otra y por otro camino. Algo dentro de mí me sugiere que me conforme con esa respuesta al mismo tiempo que otro algo deja clara su disconformidad y me empuja a seguir buscando la buena.

 

Dejo que la pregunta recorra mi interior al ritmo que considere, o que se tumbe en la parte más mullida de la mente y espere a que sea el momento del encuentro con la respuesta. No trato de urgir una contestación a mi duda, salvo que sea un asunto que requiera una solución inmediata. Respeto una norma en la que creo firmemente: no busco soluciones ni tomo decisiones cuando estoy eufórico o cuando estoy pesimista. Cualquiera de los dos estados anula la objetividad que es necesaria y lo tiñen todo del color con que uno vea las cosas en ese momento y la realidad no es tan maravillosa como la ve el eufórico ni tan deprimente como la ve el pesimista.

 

A veces las preguntas necesitan un tiempo para aposentarse o para ser asumidas, comprendidas realmente, o modificadas para que expresen correctamente lo que uno quiere conocer, o para encontrar a quien esté capacitado y le corresponda responder. A veces le hacemos al corazón preguntas que le corresponden a la mente, o viceversa. En ocasiones la respuesta nos viene de fuera en forma de una conversación casual, de una frase en un libro o de un anuncio en la televisión.

 

Y hay respuestas que no estamos preparados para comprender, reconocer, asumir, aceptar… así que hay que esperar pacientemente el día que ellas consideren que es el momento adecuado para manifestarse; es por eso que a veces nos aparece de golpe una respuesta firme a una pregunta que todavía no era más que un esbozo… y, para quien está atento a su vida –si tiene el Yo Observador activado- hasta es posible que aparezca la respuesta antes que la pregunta.

 

Como cada persona y cada mente son distintas, la recomendación es hacerse todas las preguntas que uno se imagine, sobre todas las dudas que uno tenga, de todo aquello que le gustaría conocer, y que les dé preponderancia –en el modo que mejor le vaya- porque la mejor forma de saber es preguntar.

 

Te dejo con tus reflexiones…

 

Francisco de Sales

 

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La adpatción al cambio, es necesaria para sobrevivir en un mundo cada vez más hostil, con menos oportunidades para sentirse en paz, para, para entender una realidad caótica y dentro de estas nuevas sociedades sobrevivir.

La oscura distopía trae consigo la oportunidad de encontrar la luz dentro de nosotros.

No es casualidad que en 100 años pasamos de 1 mil millones a 8 mil millones de habitantes en e´ste planeta.

Millones de almas, de nuevos maestros que vienen a experimentar el MOMENTUM cósmico de ascensión que también estamos experimentando.

La crisis de salud físca, mental, emocional, familiar, social y financiera nos "empujó" en el 2020 a compartir domingo a domingo conferencias y ejercicios de sanación.

Aumentar el nivel de conciencia, de pensamiento y de creencia y aumentar el campo electromagnético en ejercicios de sanación de nuestra escuela de Frecuencias de Luz y Amor.

Te comparto la última conferencia que impartí -Manuel Frutos-  y bendición canalizada pon nuestra maestra Divina Luz !

El tema de trascendencia.

La autotransformación como puente para acelerar tu proceso de ascensión en tiempos de crisis.

El salón de los espejos como práctica para que pases de escucha pasiva a activa y a decidir y comprometer tu propia autotransformación.

La decsión es tuya!

Si quieres estar en vivo cada domingo a las 12 del día hora Ciudad de México únete a nuestra canal de Telegram y a mi canal de Youtube.

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https://t.me/joinchat/v3yRny1KVABmMzMx 

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https://www.youtube.com/channel/UCQTlF-eNY8T4OQ5sfgQRihA

 

En ocasiones por los temas que manejamos como vacunas, contagios, virus, irradiaciones 5G, pandemia, Dióxido de Cloro,etc etc somos censurados por Youtube, en ese caso se graban y se comparten por VIMEO.

La invitación para que unas tu conciencia con la nuestra y en tiempo real o en videos grabados nos acompañes a caminar el mismo sendero y poner la conciencia en acción.

Que hagamos y participemos en comunidades que aparten la mente del drama y desarrollemos nuestra espiritualidad.

Bendiciones

 

Manuel  

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¿Y QUÉ IMPORTA LO QUE DIGAN LOS DEMÁS?

8957869097?profile=RESIZE_710x¿Y QUÉ IMPORTA LO QUE DIGAN LOS DEMÁS?

video de 9 minutos:

https://www.youtube.com/watch?v=WyahWk3Gbgc

En mi opinión, le damos una excesiva importancia al concepto, a la idea, a la imagen que los demás tengan de nosotros, y nos importa demasiado que no digan sólo cosas halagadoras o positivas y que, en cambio, sí hablen de las cosas en las que no quedamos muy bien.

Eso de darles tanto poder a los otros es contraproducente. Es un error. Dejar en sus manos, o sea en su buena o en su mala voluntad, el hecho de que podamos estar bien y a gusto con nosotros, o mal y hundidos, es un error.

#psicologia #autoestima #autoconocimiento #autoayuda #Autoestima #Dios #espiritualidad  #felicidad #Vivir #crecimientopersonal #buscandome #franciscodesales #amor #perfección #mejorar

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PARA SER FELIZ SÓLO HACE FALTA VALOR

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PARA SER FELIZ SÓLO HACE FALTA VALOR

 

 

En mi opinión, la frase del título –que la he leído en algún sitio, pero no recuerdo dónde- suena al principio como una de esas frases que pretenden y consiguen un impacto pero luego no aportan nada más. Esta sí puede aportar.

 

Tal como yo la interpreto pretende llevar a la conclusión de que quien no es feliz es porque no tiene el valor suficiente para ir a por la felicidad aunque para ello tenga que romper, eliminar, abandonar, tomar decisiones, irse, trabajar, sufrir...

 

Casi todos nos hemos encontrado en un pensamiento similar a “si yo fuera capaz…”, “si me atreviese…”, “si tuviese el valor…”; si nos fijamos honradamente podemos llegar a descubrir que en realidad no son más que justificaciones falsarias y auto-engaños. Parece como si nos conformásemos con saber que si nos atreviésemos podríamos conseguirlo, pero… (ya sabemos que cuando ponemos un “pero” lo que viene detrás son excusas).

 

Es un excelente Trabajo de Desarrollo Personal enfrentarse a esas excusas, que es enfrentarse a uno mismo, y ver qué realidad hay detrás de ellas; si somos honestos nos daremos cuenta de nuestra cobardía y de la habilidad que tenemos para encontrar evasivas al enfrentamiento directo a las cosas que impiden el cumplimiento de nuestros sueños y nuestra felicidad. Comprobaremos cuántos miedos hay detrás. Cuántas veces acallamos nuestros deseos. Cuántas pegas nos ponemos para no luchar por la felicidad.

 

Las razones que nos damos para no poder acceder a la felicidad hay que despiezarlas para comprobar que se sustentan sobre miedos irreales, o que detrás de ello lo que hay son unas consignas incrustadas que nos dicen que no tenemos derecho a ser felices. No es descabellado decir que solamente es feliz quien se da permiso para serlo, el que se da permiso para ser y sentirse feliz.

 

Hay condicionamientos personales que ayudan o dificultan para serlo o no.

 

Tiene más posibilidades quien quita drama y relativiza las cosas quitando la parte de importancia artificial que no tienen pero se la añaden nuestros miedos; quien no anda sintiéndose mal por todo, quien tiene integrada en su filosofía de vivir que en la vida tienen una peso preponderante estar bien, quien es vitalista y optimista y alegre y confiado.

 

Tiene menos posibilidades quien está sufriendo innecesariamente, el que se mantiene en la pena como un estado habitual, en la tristeza, en la visión negativa de las cosas, en el pesimismo y la queja.

 

¿Qué estás dispuesto a hacer para ser feliz?, ¿a qué eres capaz de enfrentarte?, ¿qué hay de verdad en las excusas que te pones?, ¿qué tiene que pasar en tu vida para que por fin comiences a luchar por tu felicidad?, ¿cuánto tiempo más piensas seguir así como estás?, ¿por qué te parece a veces que sólo pueden ser felices los otros?, ¿por qué te pones tantas trabas para ser feliz?, ¿eres consciente de que tu felicidad depende de ti?, ¿tienes valor para ser feliz?

 

Nuestra felicidad requiere de toda nuestra atención… y se la merece.

 

¿Te atreves ahora a revisar las mismas excusas? Esas de “si fuera capaz…”, “si me atreviese…”, “si tuviese el valor…”

 

Ojalá todas las preguntas que has leído consigan removerte y tirar los muros que has construido para que la felicidad no entre en ti.

 

Te dejo con tus reflexiones…

 

Francisco de Sales

 

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El cambio de etapa de la Humanidad se marcó en el 2020 con el VIRUS.

Continua El 2021 con LA VACUNA.

2022 continuará…

Ahora en las calles, familiares, amigos, conocidos, y con personas de a pie, las  preguntas:

¿Ya te vacunaste?

¿Te vas a poner la vacuna?

Todos los días el bombardeo por consigna de los medios de comunicación tradicionales y digitales repiten incansablemente:

Cifra de los contagiados.

Cifra de los muertos.

No hay que bajar la guardia, aplica las medidas con las que ya te hemos amaestrad@ y la panacea que cura todos los males y desgracias que ha traído, la sustancia milagrosa que gracias al avance de la Tecnología está a tu alcance es LA VACUNA!!!

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PARADIGMA 1  

LA SALVACIÓN DE LA HUMANIDAD SON LAS VACUNAS.

PARADIGMA 2

LAS VACUNAS SON EFECTIVAS

PARADIGMA 3

NO SE PUEDE CUESTIONAR LOS PARADIGMAS 1 y 2

Si lo haces corres el riesgo de ser etiquetado como conspiranoico o sea loc@ fuera de sus cabales, idiota.

También te conviertes en una amenaza para el sistema y la súper elite asi que serás censurad@, denostad@, acallad@.

No obstante la descomunal fuerza del Sistema;  las voces disidentes no son apagadas y hay un movimiento de millones de personas en el mundo que pensamos de forma diferente.

Hay muchos médicos y científicos con un sentido de servicio a la humanidad, con amor a sus semejantes, almas de niñ@s creativos, intuitivos, inteligentes que nos dan los argumentos científicos del por que esos paradigmas de la super élite son muy cuestionables en el mejor de los casos y en la realidad oscura; un plan perverso, dolor, sufrimiento y muerte para una gran parte de  la humanidad.

Por ello te presento el último video de la Dra. Karina Acevedo en el que devela lo sólidos o no de los nuevos paradigmas.

Gracias por tu atención.

Bendiciones

Manuel

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DEJAR FLUIR, DEJARSE FLUIR

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DEJAR FLUIR, DEJARSE FLUIR

 

 

En mi opinión, en ocasiones nos queremos oponer a lo que no necesita de nuestra oposición. En muchas circunstancias nos falta confiar en lo que sucede, o lo que tiene que suceder, y nos oponemos innecesariamente con un esfuerzo que es inútil y con una obstinación que se nos queda grande.

 

Nos resistimos a que sucedan ciertas cosas y esa resistencia es pura fachada. Detrás de ella están agazapados nuestros miedos y se encuentra también nuestra debilidad, que no quiere ser descubiertos y se disfrazan de entereza.

 

La fluidez es el modo natural de que sucedan algunas cosas. Tienen que suceder y suceden. Y no se debe pelear contra la realidad, ni oponerse, y no conviene entorpecer la marcha de la vida o del mundo.

 

A veces nos toca vivir experiencias incómodas –aunque desconozcamos el por qué y el para qué- y hay que vivirlas. Y es mejor hacerlo sin una inútil oposición, sin poner rabia donde sólo cabe una sabia rendición que es el mejor modo de colaborar con lo que ha de ser inevitable.

 

Hay ciertas cosas que requieren del abandono, de la fluidez, para que transcurran sin ponerles unos obstáculos que son innecesarios. Quien tiene fe debería confiar en Dios o en el destino y aceptar también lo incomprensible. Quien lleva muchos años de vida, si ha estado atento habrá comprobado que todas las cosas que han pasado, extrañas en su momento, han resultado tener una utilidad en algún sentido; han demostrado ser necesarias.

 

Todas las experiencias acaban transformándonos de algún modo y ya se sabe que la transformación es necesaria y forma parte del hecho de ser Humanos. La vida es un continuo aprendizaje y la evolución sólo se consigue experimentando, aprendiendo y comprendiendo para aceptarlo después.

 

Preferimos evitar las experiencias desagradables o dolorosas, pero parece ser que están para enseñarnos, para que confiemos más en nosotros; cuando aparezcan es mejor meterse en ellas completamente, con confianza en que al final saldremos indemnes, sin miedo a lo que pueda suceder, plenamente conscientes de lo que pase mientras pase, porque sabemos que en algún momento van a acabar y retomaremos nuestra vida cotidiana. De la actitud ante esas circunstancias dependerá el resultado, positivo porque se comprenda y se acepte que hay que vivirlo, o negativo porque uno se quedará sólo en la parte sufriente y eso le impedirá ver la cara mejor. O sea, dependerá de que uno se deje fluir mansa y confiadamente, o que se empeñe inútil y agotadoramente en nadar contra corriente.

 

No nos gusta que las cosas no salgan tal como las deseamos, por eso se produce la reacción inmediata de fastidio o de oposición, pero una persona que está en un Proceso de Desarrollo Personal no debería oponerse y debería recibir esta oportunidad distinta que le da la vida de tener que desenvolverse en una situación que no es la más cómoda.

 

Conviene hacerle saber a la mente, y al ego, que las cosas no siempre suceden del modo deseado, y que hay que aceptarlo así, sin oposición. Fluyendo. Dejando fluir con confianza una parte de la vida –mientras otra sí permanece atenta, por si acaso-. Permitiéndose experimentan la frustración sin una oposición tan rotunda como inútil.

 

Tal vez detrás de la fachada fea de las cosas que no queremos haya algo agradable pendiente de descubrir. Jung decía “El sabio no busca hacer, deja que las cosas sigan su curso”.

 

Conviene tener la intuición predispuesta, y la atención muy afinada, para no caer en la auto-trampa de confundir “dejar fluir” con “no hacer nada cuando sí hay que hacer”. Uno debe saber cuándo afrontar las circunstancias con ímpetu y cuándo colaborar con ellas no oponiéndose. El control total y sobre todo es imposible. Y además hay cosas que no requieren de nuestra oposición sino de nuestra colaboración.

 

A veces es conveniente tener paciencia y quedarse quieto observándolas y observándose. Dejar fluir y dejarse fluir.

 

Te dejo con tus reflexiones…

 

Francisco de Sales

 

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YO

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YO

 

En mi opinión, sería muy conveniente –incluso imprescindible-, que a lo largo de cada día, en varias ocasiones, nos separásemos del mundo, de lo que estemos haciendo, de cualquier ocupación-preocupación, de todo lo que sea externo y esté fuera de nosotros, de aquello que no soy yo y es solamente el sitio por donde me desenvuelvo o el personaje que represento, para tomar conciencia y consciencia de este Ser Único que soy YO.

 

De este que soy y nadie más en el mundo es ni puede ser, del que es el centro y el motivo de mi vida, del que me ha acompañado cada uno de los segundos transcurridos desde que nací, del que ha permanecido constantemente en los mejores y en los peores momentos, o sea… YO.

 

Y no me refiero a este yo siempre ocupado o distraído, el que solamente para muy de vez en cuando para mirarse en el espejo del alma –y nunca queda satisfecho con lo que ve- y que el resto del tiempo parece que huye de sí mismo.

 

YO es una palabra poderosa y no por sí misma, sino por lo que representa cuando uno es capaz de sentirla con las mayúsculas con las que lo he escrito. YO es el centro de cada Universo Personal y hay que aprender a pronunciarlo y a sentirlo con la majestuosidad que tiene.

 

YO es algo apartado del resto del mundo y ha de tener el lugar preponderante que le corresponde sin que eso se confunda en ningún momento con ser egocéntrico. YO llevo toda mi vida conmigo y voy a pasar el resto también. Todo lo que haga, lo que piense, lo que diga, conviene que nazca de YO porque eso le dará trascendencia y grandeza a la propia vida.

 

Parece que no hubiera nada más absurdo que no tener una consciencia plena de quién es uno en realidad y poner a ese que YO SOY en el lugar donde pongo al yo que estoy siendo.

 

Lo que hace que la vida sea un pasatiempo rutinario –un derroche lamentable del limitado tiempo que disponemos para vivir- o que sea una continuidad presencial –que le daría otro empaque a la vida- es tener o no tener la consciencia clara de ser único, de ser Uno Mismo, de estar, de saber quién se es.

 

Para tener más consciencia de YO es conveniente dedicarse el tiempo necesario –y sin cargo de conciencia- para profundizar en un Proceso de Desarrollo y Autoconocimiento. Esto ha de tener su prioridad y su espacio de tiempo reservado. Es un trabajo diario. Y tal vez sea la tarea más importante que uno tiene que desarrollar en su vida.

 

Hazte preguntas… ¿qué sé de este YO que soy?, ¿qué hago por YO?, ¿qué espacio ocupa YO en mi vida?, si digo YO… ¿sé a qué o a quién me estoy refiriendo?, ¿tengo una consciencia exacta y profunda de YO?

 

Responder a estas preguntas, que han de tener una respuesta absolutamente personal –y por eso yo no te digo mis respuestas- merece tu atención y dedicación.

 

Aparta TODOS LOS DÍAS un tiempo para ti, para que conozcas bien a YO y para que por fin seas, a todas horas, YO.

 

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Francisco de Sales

 

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ME ALEGRO DE TENER UNA PÉSIMA MEMORIA

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ME ALEGRO DE TENER UNA PÉSIMA MEMORIA



En ocasiones, nos empeñamos tanto en no querer olvidar una ofensa -o algo que hemos sentido como una ofensa aunque en realidad no lo fuera- que perdemos tiempo, energía, optimismo y vida, en mantenernos ofendidos, que es una inutilidad que además se vuelve contra nosotros y nos agrede por todos los lados y de todos los modos.

Nunca pensé que me podría ilusionar escribir esta realidad que he plasmado en el título: ME ALEGRO DE TENER UNA PÉSIMA MEMORIA. Tengo que añadir que “para ciertas cosas”.

Por ejemplo, para las ofensas. Me encanta olvidarlas. Me encanta.

Esta mañana me he encontrado con un ex vecino del lugar donde viví antes, al que no veía desde hacía varios años. Le he saludado cordialmente y hemos estado hablando un rato para ponernos al día de nuestra situación actual. Todo ha ido bien, muy amables ambos y con una sonrisa puesta en la boca. Cuando nos hemos despedido, y mientras aún seguía relamiéndome por el bueno gusto que me había provocado el encuentro, he recordado que dejé de hablar a este vecino porque una vez me amenazó, y muy seriamente, porque decía que yo tenía la música muy alta de volumen en mi casa, cosa que no era cierta.

Aquella fue una discusión agria, y más que desagradable, y si le hubiera respondido a su incitación y agresividad podría haber llegado a ser violenta. Pero hoy, al verle, no estaba presente nada de lo que pasó. Me ha alegrado que así fuera.

Este hombre con el que estuve hoy no tenía nada que ver con aquel de la discusión. Iba acompañado por su pareja y se le veía alegre, feliz, y cuando sucedió aquello justo acababa de dejarle su esposa y es evidente que no estaba en su mejor momento. Estaba muy susceptible –con razón- y tal vez quiso pagar conmigo la rabia que tenía contra su esposa.

¿Qué hubiéramos ganado ambos si yo me hubiera pasado estos últimos años rememorando continuamente aquella situación, y guardando el rencor que me creó aquel día para que no se me olvidara nunca todo lo que sentí entonces por él?

Me alegro de que esta memoria mía sea capaz de guardar con cariño y cuidado los excelentes recuerdos que tengo de momentos preciosos y en cambio, y sin que me importe, sea capaz de perder los momentos desagradables que me produjeron otras personas.

Y me alegra en la misma medida ser capaz de permitir que se diluyan esos ataques a mi ego que yo entendí como ataques a mi persona. No ofende quien quiere, sino quien uno permite que ofenda.

Que el olvido haya hecho la labor de cargarse con la  incómoda o dolorosa molestia que provocan las ofensas y sus sinónimos me libera de tener que estar arrastrando y padeciendo sus consecuencias.
Comprender las razones o motivos de quien nos “ofendió” puede desmontar todo el drama que nosotros le hemos añadido, y nos puede permitir llegar a darnos cuenta del porqué.

En el caso de mi ex vecino se ve claramente que yo no era el culpable de su estado de ánimo, sino que fui la válvula de escape. Y aunque dirigiera a mí su rabia no era a mí a quien apuntaba sino a aquella esposa que le había abandonado.

Si uno se pone a revisar serenamente los momentos en los que ha jurado –real o simbólicamente- un odio eterno a alguien por las ofensas que otro ha cometido, y lo hace con ecuanimidad, desde la justicia imparcial, y también desde el punto de vista de la otra persona, desde su estado de ánimo y sus circunstancias, le resultará mucho más fácil comprender la acción del otro.

Es muy posible que aquel que nos ofendió, humilló, insultó, menospreció, o difamó, lo hiciera sin una intención tan grave como fue el resultado. Es posible que dirigiera a la persona equivocada su intención dañina, que estuviera obcecado por otro asunto y fuera de sí, que no supiera medirse, que su carácter sea desagradable, que lo que odie sea su vida o a sí mismo y no a nosotros. 

También puede ser que fuera muy consciente de su intención de hacer daño y que fuera su intención verdadera hacerlo, pero aún en ese caso se podría hacer un esfuerzo de comprensión y entenderle. Y sentir lástima por él.

El caso es que quien arrastra un rencor de años, una rabia largamente acumulada, o un deseo de venganza más o menos oculto, en realidad se está haciendo a sí mismo un daño grave. El espacio que ocupan todos esos sentimientos desagradables podría estar ocupado por una comprensión generosa del Ser Humano y sus equivocaciones. El amor a los otros y a sí mismo podría ocupar ese mismo espacio.

La pregunta valiente, que se ha de hacer desde el corazón y el amor, desde el cuidado a Sí Mismo, desde el respeto que uno ha de tener hacia su propio bienestar, y el deber de preservarse de cualquier ataque a su estabilidad emocional, es esta: ¿Qué me aporta de positivo seguir así?

O también esta otra: ¿Para qué me estoy obligando a mantener este aire de ofendido?

Las respuestas, si cumplen el requisito de ser sinceras y de no estar descaradamente a favor del deseo de perpetuar el estado de ofendido, nos sorprenderán. No sorprenderá, tal vez, que la primera respuesta sea “Nada” y la segunda sea “Para nada”.

Y si las respuestas son estas, u otras similares, es el momento de pasar la escoba por el pasado, de darle de comer al olvido, de ponerse una leve sonrisa en la boca y pensar algo parecido a “cuánto tiempo, cuánta  energía, cuánto optimismo, y cuánta vida perdida con esto”.

Me encanta tener una pésima memoria que es tan sabia que no se entretiene con estas tonterías.


Te dejo con tus reflexiones…

 

Francisco de Sales

 

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8931565464?profile=RESIZE_710xCÓMO CONTACTAR CON EL NIÑO INTERIOR (o con la niña interior)

video:

https://www.youtube.com/watch?v=vOvat_KNKIc&t=11s


CÓMO CONTACTAR CON EL NIÑO INTERIOR
(O la Niña Interior)


En mi opinión, todas las personas seguimos manteniendo en nuestro interior, y de algún modo vivos, a cada una de los personajes que hemos sido a lo largo de nuestra vida y siguen vivas y afectándonos –para bien o para mal- la representación de todas las personas que hemos sido en nuestras diferentes edades pasadas: la infancia, la niñez, la adolescencia, la juventud, la madurez...  y siguen vivas y afectándonos las experiencias que nos han dejado huella de algún modo, así que siguen vivas cada una de las tristezas en las que nos perdimos, los llantos desgarrados, los momentos de felicidad, el desánimo de los abandonos, el terror de los miedos, la gravedad de las dudas… y todo aquello por lo que hemos atravesado y nos ha dejado de algún modo su señal. Cada una de esas situaciones vividas nos sigue influenciando y afectando.

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¿QUIÉN SOY YO? O ¿QUÉ SOY YO?

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¿QUIÉN SOY YO? O ¿QUÉ SOY YO?


En mi opinión, el hecho de enunciar bien una pregunta nos puede llevar directamente a la respuesta que en realidad buscamos o nos puede derivar hacia otro sitio, lejano y equivocado, en el que no la encontraremos por mucho que la busquemos.

Y esto es más delicado aún cuando se trata de preguntas que tienen trascendencia, que son esenciales e inherentes en el Ser Humano, y que necesitan una respuesta satisfactoria y real para la tranquilidad, la paz, y el equilibrio emocional.

La pregunta ¿Quién soy yo?, por ejemplo, no ha de hacerse de un modo intelectual, como buscando una justificación o una definición que se explique a la mente desde la mente, o como si fuera una simple curiosidad, sino que ha de ser una pregunta que introduzca cada uno en su interior y la deje reposar, sin intentar forzar una respuesta con la mente, permitiendo que se responda en forma de sentimiento, de sensación, de intuición…

A algunas personas les puede resultar más sencillo hacerlo de otro modo, modificando un poco la pregunta: ¿Qué soy yo?

Cuando se pone un “quién” en la pregunta, inconscientemente estamos pensando en que la respuesta tiene que estar referida a una persona, y cada uno de nosotros, el Ser Humano que cada uno es, es algo más que solamente una persona aunque sea eso lo que mostramos al mundo y con lo que habitualmente nos identificamos.

Somos el “Uno Mismo”, y eso es también -además de la persona- la espiritualidad, el alma, la energía, la intuición, la divinidad, y todo aquello que es distinto de lo que es solamente un cuerpo.

“¿Qué soy yo?” tal vez esté mejor orientada y nos abra un abanico de posibilidades mucho más amplio, y es en esa mayor amplitud donde está lo que cada uno es. Más allá de la limitación de la persona física de
solamente carne y hueso se encuentra lo que realmente somos.

En general, no estamos capacitados o nos cuesta muchísimo dar respuesta a la preguntas trascendentales, y la equivocación está en que pretendemos tratar con la mente asuntos que van mucho más allá de la mente y que ésta no puede alcanzar con su racional y limitado entendimiento.

La mente tiene necesidad de estructurarlo todo, de definirlo poniéndole una etiqueta que pueda comprender, para su tranquilidad, pero hay una parte de nosotros que la mente no puede controlar porque lo que es esa parte escapa al entendimiento lógico y razonable.

¿Quién soy yo?

Es evidente que no soy mi cuerpo puesto que mi cuerpo ha cambiado desde que tengo uso de razón hasta el día de hoy, pero en cambio, en cada momento –y con el cuerpo de cada momento- he seguido teniendo la noción de “yo”. Tampoco soy mis pensamientos puesto que ellos cambian, y a pesar de ello uno sigue creyendo y sintiendo que “soy yo”, por tanto no puedo ser mis pensamientos.

Tal vez soy… el que se da cuenta de MIS pensamientos y de MIS sentimientos y de MIS emociones, pero no soy mis pensamientos ni mis sentimientos ni mis emociones. Soy otra cosa porque tengo noción  y sentimiento de posesión sobre ellos y de que son “otras cosas que no soy yo”. Soy el que dice MIS.

Para quien sea capaz de entender esto bien ya casi puede dar por respondida la pregunta –aunque se puede matizar y ampliar mucho, pero siempre a partir de esta noción básica-, y quien siga buscando otra respuesta es posible –no sé si es cierto- que esté perdiendo el tiempo.

Quien se pregunte “¿Qué soy yo?” tiene muchas posibilidades de acercarse a una respuesta satisfactoria y que represente la verdad. No hay que buscarse atributos que solamente abarquen a la persona, sino que hay que estar abierto a la comprensión de ser un conjunto indisoluble de cosas que juntas engloban la grandiosidad que es el Uno Mismo, el Ser y el Humano que realmente somos.

Esta es otra de esas cuestiones que uno tiene que resolver por sí mismo, sin tratar de que sea una frase que otro emitió quien le dé la respuesta. La frase ajena se puede utilizar como el principio de una profunda reflexión que tiene que conducir al encuentro con la respuesta propia o a la asunción de la frase ajena pero en lo profundo de uno y no solamente en la mente.

LA AUTÉNTICA SABIDURÍA NO ES UN ASUNTO DE LA MENTE, SINO DEL CORAZÓN.

¿Quién soy yo?, o tal vez ¿Qué soy yo? son unas interesantes preguntas que te están esperando.

Te dejo con tus reflexiones…

 

Francisco de Sales

 

 

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¿CÓMO ACTUAR ANTE LAS OFENSAS?

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¿CÓMO ACTUAR ANTE LAS OFENSAS?

 

 

En mi opinión, nos sería muy beneficioso tener preparado un protocolo de actuación ante las ofensas y no dejarnos llevar arrebatados por el impulso vengativo que sentimos al recibirlas. Lo que ahora tenemos preparado es una reacción –una acción no reflexiva y posiblemente no apropiada- que aplicamos igual y en todos los casos… cuando resulta que eso no es lo adecuado.

 

Ofender es “humillar o herir el amor propio o la dignidad de alguien, o ponerlo en evidencia con palabras o con hechos”. Es cierto que uno ha de defenderse de las ofensas, pero no es cierto que el mejor modo sea atacando.

 

Uno sólo es humillado si permite que así sea. No es suficiente con la voluntad del otro por querer humillar, sino que uno tiene que dar permiso para que esa humillación afecte… o bien puede optar por la posibilidad de no dar validez a eso que digan.

 

El Amor Propio es propio, no depende de los otros, así que no parece sensato dejar de quererse, o poner en duda la verdad de ese amor, sólo  por el hecho de que otra persona, ajena, quiera decir algo que está en contra del concepto que uno tenga de sí mismo.

 

Si me dicen que soy malvado no me afectará, porque sé que no lo soy y, además, deduzco que quien lo dice pretende con ello hacerme daño, ofenderme, o sea que tras lo que dice sólo hay una voluntad de insulto, de menosprecio, tal vez de odio encubierto. Por otra parte, si su pretensión es ofenderme y yo me ofendo… ¡estoy colaborando con él para que consiga su objetivo!

 

Ante las ofensas, la actuación y la respuesta adecuada es la revisión objetiva de lo que dicen, por si hubiese algo de cierto en ello. Si lo hay, agradezcamos que nos lo hayan hecho ver, aunque no estemos de acuerdo con la forma y aunque sepamos que su intención era molestar y no ayudar. Si no nos gusta lo que hemos descubierto, la tarea es tomar las medidas adecuadas para corregirlo.

 

¿Una mentira puede ofender? Si sabemos que es mentira lo que nos está diciendo… ¿también nos tenemos que sentir ofendidos o es mejor respuesta mirar al otro con conmiseración y sentir un poco de lástima porque ser como es?

 

Ayuda mucho para la comprensión de la situación en que hemos sido objeto de una ofensa averiguar quién recibe, dentro de cada uno, la ofensa y por qué se siente ofendido. A esto hay que dedicarle un tiempo –o varios tiempos- para saber de dónde y porqué ha brotado un desagrado ante lo que nos han dicho. ¿Quién se ha sentido ofendido? Una respuesta muy común, y tal vez la primera que aparezca, es que ha sido el ego, ese engreído e insano inquilino del que no podemos deshacernos.

 

El ego “normal”, si se le conoce y controla bien, nos aporta cosas interesantes, pero el ego altanero, el soberbio, el vilmente orgulloso, es una fábrica de problemas. Cuando se siente o se intuye su presencia conviene tomar el mando consciente de las decisiones y de la vida, porque ya sabemos que sus actitudes y sus respuestas nos van a crear oposición con nuestra esencia de Seres Trascendentes y Transpersonales. Una cosa es el ego y su forma de ser y sentir y otra cosa, muy distinta, somos nosotros. Es interesante que no ocupe nuestro puesto.

 

Ante las ofensas, tranquilidad, ecuanimidad, paciencia, control… y una observación atenta de cómo se comporta uno, cómo se pone a la defensiva y al ataque al mismo tiempo, cómo se asoma una agresividad que unos momentos antes de la ofensa no estaba presente. Se manifiesta un apego al autoconcepto y no se desea que se dañe la imagen que uno tiene de sí mismo. Uno quiere defender que tiene razón y que es él otro quien está equivocado. Y si uno se da cuenta de esto, y comprende que se ha salido de Sí Mismo para entrar en un personaje egóico con unos sentimientos egóicos, comprenderá que es una tarea inútil e innecesaria la de luchar contra el otro y sus ofensas.

 

Entonces uno se puede “rendir”, con una sonrisa en la boca, con la paz proveniente de la comprensión del juego en el que se había metido, porque había iniciado una lucha entre el ego propio y el ego del otro, y que a uno, en realidad, como Ser Humano, le importa poco lo que diga el otro porque es muy posible que no se lo esté diciendo a uno sino que se lo esté diciendo a él mismo.

 

Reitero la sugerencia del principio: “nos sería muy beneficioso tener preparado un protocolo de actuación ante las ofensas y no dejarnos llevar arrebatados por el impulso vengativo que sentimos al recibirlas.”.

 

Te dejo con tus reflexiones…

 

Francisco de Sales

 

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¿DEJAS QUE TU VIDA SE VAYA VACÍA SIN HACER ALGO POR EVITARLO?

 

 

En mi opinión, responder de un modo afirmativo a esta pregunta debería crear una desazón muy frustrante a quien lo haga. Es desagradable y doloroso perder los pocos días de esta IRREPETIBLE e IRRECUPERABLE vida, pero lo es más si uno es consciente de su insatisfacción con el tipo de vida que está llevando y no hace algo por remediarlo.

 

Es cierto que hay cosas que son inevitables y otras que no dependen de nosotros, y que éstas también hay que afrontarlas y resolverlas, pero…el resto de cosas que pasan –y también bastantes de las que no pasan- en nuestra vida dependen de nosotros y son nuestra responsabilidad.

 

Cuando comencé a interesarme por los asuntos del Desarrollo Personal me encontró una frase que decía, más o menos, “aquello que no hiciste será de lo que más te arrepentirás”. Me impactó porque apareció en el momento en que yo estaba más inmerso en trabajar acerca de qué hacer para no llegar al Tiempo de los Arrepentimientos con muchas razones por las que hacerlo.

 

Quienes hayan leído otros artículos escritos por mí es posible que sepan que ya hace muchos años que empecé a ser consciente de mi “miedo” a mí mismo en una edad en la que ya no pudiera hacer casi nada, por las limitaciones propias de la edad o las circunstancias, y que me “temía” a mí mismo reprochándome durante todo el día todas aquellas cosas que pude hacer y no hice. 

 

Me gusta recalcar que la vida es IRREPETIBLE y los momentos que pasan ya son IRRECUPERABLES –se VIVAN o no se vivan-, y lo digo a menudo tal vez para que no se me olvide nunca. Aunque soy muy consciente de ello, aunque paro varias veces al día y me digo “Soy yo y estoy aquí y ahora”, también es cierto que hay momentos en que me descubro desatento y sin ser consciente de la maravilla en la que estoy. En la que estamos.

 

Es cierto que también tiene que haber momentos que han de ser de evasión o de descanso, de buscar solamente el placer inmediato, de distraerse de todo, y momentos de no hacer, de estar tumbados, de estar desatentos a la vida, pero es conveniente que cuando “no se haga nada” uno sea consciente de que es “nada”, precisamente, lo que quiere hacer, o sea que se tenga permiso para “hacer nada” y de esa forma uno lo disfrutará sin un posterior cargo de conciencia.

 

Dejar que se vaya la vida vacía, sin VIVIRLA, y sin hacer algo por evitarlo, es una irresponsabilidad, una grave inconsciencia, algo imperdonable.

 

La vida solo requiere satisfacer las necesidades fisiológicas (respirar, hidratarse, alimentarse, descansar, protegerse y reproducirse), pero LA VIDA  requiere atención, implicarse, afán de Desarrollo y Mejoramiento, consciencia, dedicación y Amor. Y si falta alguno de estos ingredientes lo que se viva será careciendo de alguno de los elementos básicos que convierten lo cotidiano en especial.

 

No VIVIR la VIDA es derrochar dolorosamente esta oportunidad milagrosa que nos ha sido concedida.

 

La VIDA COMPLETA no es solamente la vida feliz, no es conseguir los logros propuestos, no es tener una sensación superficial de éxito. La VIDA COMPLETA es aquella en la que uno logra armonizar sus conflictos, conciliar sus contradicciones y alcanzar una relación de paz consigo mismo.

 

Tal vez el Sentido de la Vida es uno mismo y su relación consigo, su evolución, seguir honradamente el Camino que le marca su conciencia, crear una persona de la que sentirse satisfecho, y tener un sentimiento claro de ser íntegro, humilde, y sencillo.

 

Cada uno decide qué quiere hacer con su vida, qué poner en ella, cuáles son sus principios, qué quiere y qué no quiere. Es una responsabilidad personal. Conviene no olvidar que es muy posible que en algún momento uno se pida cuentas a sí mismo de qué hizo con su vida y tal vez entonces sea demasiado tarde para remediarlo. Será el momento de comprobar desconsoladamente que la VIDA se quedó simplemente en vida y que tenía razón quien dijo que es IRREPETIBLE e IRRECUPERABLE, y entonces el Tiempo de los Arrepentimientos se hará cruelmente largo.

 

Te dejo con tus reflexiones…

 

Francisco de Sales

 

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POR FAVOR… TENGAMOS MÁS HUMOR.

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POR FAVOR… TENGAMOS MÁS HUMOR.

 

 

En mi opinión, un elemento tan especial como es el humor lo tenemos infrautilizado.

 

Llevo varios años observando cómo decae, hasta casi su extinción en muchas personas, el sentido del humor. Estoy convencido de que hace años las personas nos reíamos más. Éramos capaces de encontrar la gracia a casi cualquier cosa. Los chistes circulaban a diario y a gran velocidad. Todos teníamos un familiar o un amigo que era un experto en contarlos, en hacernos gracietas o hacernos reír, y eso le hacía convertirse en el centro de cualquier reunión. Era admirado por esa maravilla de usar el buen humor, de tener ingenio con las gracias, incluso con las bromas.

 

“Estás perdiendo tu sentido del humor”, me dijo un día una de mis hermanas. Y me quedé pensando. Tenía razón. Yo que siempre he presumido de tener un excelente sentido del humor–y lo he disfrutado y mucho- estaba perdiendo esa chispa –ese tesoro- que siempre me ha acompañado. Con 6 años montaba un espectáculo de humor para otros niños. Cuando sea mayor dejaré de escribir este tipo de artículos y escribiré cosas de humor. Pero… durante un tiempo lo perdí. Me ponía una máscara de seriedad al llegar al trabajo y al salir se me olvidaba quitármela y seguía el resto del día con ella.

 

Parece como si ahora nos dejásemos agobiar más por los problemas, como si pensáramos que tenemos que estar siempre serios, que en la vida nos pasan demasiadas cosas poco agradables como para andar riendo. Y esto no me gusta.

 

Es cierto que pasan cosas desagradables, pero el hecho de afrontarlas con una seriedad un poco pesimista no las resuelve. Si acaso, con esa actitud se consigue lo contrario, o sea cargarlas con más dramatismo. En cambio, tomar las cosas con un poco de humor –que no quiere decir que sea de un modo irresponsable o menospreciando la importancia que tengan- puede ser muy positivo.

 

Vernos reír, sentirnos de buen humor, nos hace ver una cara mejor de la vida, con menos dramatismo. Si reímos, en el inconsciente sentimos que no todo está perdido. Que ese problema no es tan grave –aunque lo siga siendo- y que tenemos a nuestro favor la colaboración de un optimismo que se manifiesta mediante una sonrisa o un buen humor.

 

El buen humor hace que las cosas duras sean más tolerables. De siempre se ha afirmado como algo cierto que el buen humor es síntoma de salud mental. Y hay algo que es evidente: el buen humor de una persona hace felices a los otros. Me gusta recomendar lo que pienso: que una buena sonrisa abre muchas puertas. Con el buen humor pasa lo mismo: se genera de inmediato una relación abierta y relajada con alguien bien humorado y asociamos a esa persona a alguien que transmite confianza; como si no pudiera ser mala persona porque tiene buen humor.

 

Me parece que, a pesar de las circunstancias adversas por las que atravesamos a veces, tenemos que mantener vivo el sentido del humor, ser capaces de reírnos de nosotros mismos y de cómo actuamos a veces, y desdramatizar las cosas. Hay que entrenar el humor, rodearse de gente con buen humor, convertirse en un experto en ello y también en el optimismo: son actitudes voluntarias que podemos tomar ante la vida y cada vez que haya un pensamiento o un suceso duro, difícil, negativo… poner uno positivo después, para compensar. Es un ejercicio mental que poco a poco se puede instaurar y pasar a formar parte de nuestra personalidad o del modo de ser y proceder.

 

No mejora las cosas amargarse, estar circunspecto, excesivamente serio, o dramático, porque las cosas son como son independientemente de cómo nos las tomemos y ser capaz de relativizarlas aportando un poco de sentido del humor nos lo pone más fácil. “La actitud lo es todo”, se dice. Y si no es todo, es casi todo.

 

Te recomiendo dedicar un minuto y nueve segundos a ver este video:

https://www.youtube.com/watch?v=E-vHYv3RBfM

 

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Francisco de Sales

 

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LAS MENTIRAS QUE UNO MISMO SE CUENTA

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LAS MENTIRAS QUE UNO MISMO SE CUENTA

 

 

En mi opinión, a veces, para poder seguir sobreviviendo, se nos hace casi necesario contarnos pequeñas mentiras, hacer como que no vemos algo que es muy evidente, restarle valor a una decepción, o decir que confiamos en algo que es solamente un deseo y posiblemente no sea nunca una realidad. Todo eso hasta puede tener una justificación que, con mucha voluntad y comprensión, se puede aceptar.

 

La diferencia básica entre mentira y autoengaño es que en el primer caso uno es consciente de que no dice la verdad y en el segundo caso lo hace de manera inconsciente.

 

Quien miente es porque obtiene un beneficio de ello. Es un acto consciente que se ejecuta porque se espera algún tipo de recompensa al hacerlo. A veces se tergiversan los hechos y se le dan la interpretación que a uno le interesa –aunque no sea la verdadera- o a veces uno dice lo que sabe que no es cierto porque eso le beneficia de algún modo o le evita una consecuencia negativa.

 

Pero… hay quienes se han convertido, voluntaria o involuntariamente, en auto-engañadores. No aceptan su propia realidad y se engañan porque lo que se inventan mintiéndose es mejor que lo que tienen en su realidad. De algún modo, lo que hacen es inventarse una identidad distinta, una especie de Yo Ideal en el que caben las cualidades y virtudes de las que no dispone, un personaje casi perfecto, idílico, que carece de sus propios defectos –que no quiere aceptar y de este modo cree que los elude- y tiene las virtudes que uno mismo aún no ha sido capaz de desarrollar.

 

En la mayoría de los casos, lo que se esconde detrás de esta actitud es una Autoestima baja que no llega a cubrir las expectativas básicas propias. Les resulta más fácil inventarse un personaje falso que solucionar definitivamente sus cosas. Lo que es evidente es que de este modo no construyen una realidad sino un castillo de naipes trucados.

 

Las mentiras que uno mismo se cuenta son un pecado imperdonable. Colaborar en el  auto-engaño es indecente. La verdad es la verdad y hay que asumirla aunque no agrade; se requiere, eso sí, mucha dignidad para hacerlo noblemente y una honradez que se imponga a la huída de la aceptación. 

 

No me parece acertado inventarse un mundo delicioso pero irreal. Soy más partidario de arreglar el mundo que sí tenemos y adecentarlo a nuestro gusto mediante un trabajo de Desarrollo Personal. Sólo entiendo, como excepción, tener un Paraíso Personal, un lugar al que retirarse en meditación o con la fantasía para relajarse de los conflictos de la vida cotidiana, pero entendiéndolo siempre como un recreo y no como una huída.

 

Las personas que se inventan un Yo Ideal maravilloso, y viven como él, impoluto, insuperable, en realidad se están condenando a vivir en una falsedad y, en los momentos de honestidad, a darse cuenta de cuánto se desprecian y de qué dolorosa es la inaceptación de sí mismos.

 

La vida propia a veces se siente como un fracaso y las mentiras resultan ser más benévolas que la realidad.

 

Entenderé casi cualquier argumento o truco que se utilice para pasar un momento puntual en la vida siempre y cuando uno sea consciente de que es sólo una razón de consuelo y no una verdad. Si uno se dice “esto pronto acabará” está bien si eso le sirve mientras sigue luchando incansable y plenamente para que realmente acabe, pero si lo convierte en un autoengaño sabiendo de verdad que no va a acabar pronto y lo utiliza como excusa para no implicarse en resolverlo… entonces no me parece bien.

 

Las realidades alternativas que son las mentiras que nos contamos no soportan una auditoría de nuestra honestidad. Esa quimera que construimos puede caerse en cualquier momento… y sepultarnos definitivamente.

 

Mantener en pie todas las mentiras, y las mentiras que justifican esas mentiras, requiere un esfuerzo mayor que afrontar la verdad.

 

Si uno quiere tener como lema y distintivo en su vida la honestidad y la dignidad –que son excelentes elecciones- deberá desterrar primero todas las mentiras sobre las que se está sustentando y poner en su lugar verdades, que no son tan ostentosas pero son sólidas y –al contrario que las mentiras- duran para siempre.

 

Honestidad, dignidad, honradez, ética, nobleza, integridad… hay muchas cosas a las que podemos aspirar que superan la vileza de una mentira.

 

Te dejo con tus reflexiones…

 

Francisco de Sales

 

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EL SENTIDO DE LA VIDA ES… VIVIR

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video de 8 minutos:

https://www.youtube.com/watch?v=ngoZ8K4OX1I


En mi opinión, a veces nos ponemos tan trascendentales, tan místicos, tan elevados, o tan filosóficos… que lo cotidiano –que es lo real- acaba pasando casi desapercibido.

Cada uno sabrá lo que pretende con ese buscar más allá, o en lo oculto, en lo inalcanzable, en lo que parece que es más importante y más notable que lo humano y lo de diario. Allá cada uno con su vida, pero “la vida es aquello que pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes”, como dijo Lennon. 

La vida es aquello que SE PASA -diría yo-, mientras estás buscando algo que parezca muy importante y que le dé algún sentido a una vida que no te complace del todo.

Francisco de Sales

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ARREPENTIRSE DE LOS ERRORES YA ES SUFICIENTE CASTIGO

 

 

En mi opinión, todo ese lastre que es la cadena de reproches que siguen al descubrimiento de un error cometido, más la habitual retahíla de críticas consiguientes, más el derivado arrepentimiento, más el habitual auto-castigo en cualquiera de los posibles denigrantes modos que apliquemos habitualmente, pueden y deben ser eliminados y sustituidos por algo tan elemental e imprescindible como es… darse cuenta REALMENTE.

 

Así de eficaz y sencillo: darse cuenta.

 

En la comprensión de lo que uno haya hecho que esté en desacuerdo con su voluntad de ser, ya va implícita la expiación.

 

En esa rabia-dolor-pena-enfado que sigue al darse cuenta ya está todo implícito: el descubrimiento, la comprensión, la frustración, el arrepentimiento, el propósito de no querer que se vuelva a repetir, la lección aprendida, la firme voluntad de cambio… ya está todo visto, ya hay una decisión que se intentará mantener.

 

No es necesario insistir en la parte auto-flagelante, no es necesario llegar a odiarse-menospreciarse-despreciarse, ni llega a la desazón triste, ni insultarse-agredirse-odiarse en ningún modo o intensidad.

 

Repetirse “soy tonto” no beneficia sino que se convierte en perjudicial porque es una afirmación-confirmación que le estamos enviando a nuestro inconsciente, que se lo creerá sin poner objeciones afectando con ello directamente a nuestra Autoestima y reforzando ese autoconcepto de que somos torpes-inútiles-tontos-tontos-tontos. Repetirse “soy un inútil”, “no valgo”, “no voy a aprender nunca”, “todo lo hago mal” consigue el mismo efecto contraproducente.

 

Uno se equivoca en una decisión y, siempre que no se haya hecho con la intención consciente de perjudicar o ser perjudicado, por el hecho de darse cuenta y arrepentirse, queda disculpado el efecto, porque no hay consciencia ni voluntad de perjudicar o ser perjudicado.

 

No es necesaria la auto-flagelación, no es necesario dejar de hablarse y mirarse con una cara enojada, no es necesaria la confrontación personal, no es necesario el auto-desprecio, la auto-difamación… sí se necesita la comprensión sin juicio, El Amor Propio, la buena voluntad, la presencia de la Autoestima, la sonrisa de disculpa y la reconciliación incondicional. Sí se necesita recoger entre los abrazos al Ser que aún está un poco aturdido por el malestar de lo que hizo y descubrió que no estaba bien.

 

Es en esos momentos desolados cuando más se necesita uno a sí mismo, íntegro y sin prejuicios, incondicionalmente y sin reproches, y será bueno tener escrito y ensayado un protocolo para el consuelo en estos casos por los que todos hemos pasado… y seguiremos pasando.

 

¿Cómo te vas a tratar la próxima vez que te equivoques, que hagas algo mal, que no salgan las cosas a tu gusto, que se te rompa un sueño?

 

Te dejo con tus reflexiones…

 

Francisco de Sales

 

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NO HAY QUE CONSOLAR CON MENTIRAS

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NO HAY QUE CONSOLAR CON MENTIRAS



En mi opinión, en un afán de infundir ánimos a los otros –o a uno mismo-, cuando se está desesperanzado, o se está pasando mal, utilizamos la mentira como un bálsamo –y la llamamos “mentira piadosa”-, pero, cuidado, porque tiene contraindicaciones y unos efectos secundarios que pueden ser devastadores. Como se suele decir: “A veces puede ser peor el remedio que la enfermedad”.

A un niño se le pueden contar “mentiras piadosas”, aunque tampoco son aconsejables siempre, pero a un adulto no se le debiera mentir nunca. Ni siquiera en los momentos duros.

En un acto de conmiseración -que debería estar muy justificado-, se puede obviar una parte de la realidad que no sea grave, pero lo que no se debe hacer es aportar una información que sea opuesta a la realidad, o trastocarla de modo que más adelante sea dañina.

Me refiero a esas frases o actos bienintencionados pero erróneos, como, por ejemplo, cuando alguien está llorando y se le dice: “no llores”.

¿Por qué no debe llorar?, ¿por qué?

Es una expresión natural, y puede que esté ya en un proceso de duelo y esté en plena catarsis resolviendo algo que le es muy conveniente resolver. (Y los duelos se han de hacer por cualquier tipo de pérdida, no sólo ante un fallecimiento)

Pasa lo mismo cuando le decimos a alguien que sufre eso de: “no te preocupes, que todo se va a arreglar” Es una bonita frase que puede aportar un consuelo momentáneo, pero si aquel a quien se lo decimos se la cree al pie de la letra, se despreocupa de resolver el asunto, y se queda quieto esperando que se cumpla lo que le han dicho pero no le han garantizado que vaya a ser cierto. “Todo se va a arreglar”, y ya se sabe que es muy poco probable que todo se resuelva por sí mismo y le estamos condenando con nuestra frase a un estancamiento que le va a producir mucho más sufrimiento o mucho mayor dolor.

Cuando otra persona –o nosotros mismos- estamos involucrados en un asunto que no ha salido como se esperaba, y eso crea una desagradable sensación, o un perjuicio serio, hemos de racionalizarlo y entender –sin que ello conlleve algún tipo de frustración- que no todas las cosas suceden como se desean –y más si eso depende de la intervención o no de otras personas-, y que las posibilidades de “fracaso” tienen un porcentaje más elevado que las de “éxito”, y que si, además, no se ha hecho todo lo adecuado para que salga bien, si no ha habido una planificación o esfuerzo previo y se ha dejado el desenlace en manos de la casualidad, lo estadísticamente lógico es que salga mal o que no salga bien.

Y si alguien, por ejemplo, no se ha esforzado lo suficiente en prepararse para un examen y no aprueba, no es lo adecuado consolarle –que es mentirle- diciendo: “a ver si la próxima vez tienes más suerte”. ¿Cómo que más suerte?, ¿desde cuándo un asunto importante en el que uno puede y debe actuar se deja en manos de la suerte? “La suerte”, en la mayoría de los casos, es el resultado de un esfuerzo y una planificación.


Si alguien no aprueba en un examen que no ha preparado bien, lo que se debe hacer es exigirle responsabilidades y un compromiso serio –que ha de cumplir inexcusablemente- de cara a la próxima ocasión de examen. No es adecuado decirle “qué pena… no te preocupes… otra vez saldrá mejor…”, sino “¿qué vas a hacer desde ahora mismo para que esto no te vuelva a suceder?”

Que no se apruebe es una de las posibilidades, pero con una preparación correcta el índice de probabilidades disminuye drásticamente.

Hay que familiarizarse con la posibilidad de que las cosas no salgan como se desea, porque existe y va a seguir existiendo, pero eso no quiere decir “aceptarlo sin más”, y menos aún “rendirse y conformarse”.

LA MENTIRA DEL AUTO-ENGAÑO

Se está convirtiendo en norma eso de auto-engañarse y convertirse en un experto en excusas y en aceptar las propias mentiras sin rebatirlas, en eso de resignarse sin más y no querer profundizar, en eso de tratar de enviar inmediatamente al olvido todo aquello que no nos ha gustado y de lo que no nos queremos responsabilizar.

Y así, unas veces es que “el profesor me tiene manía” y por eso nos suspende; otras, que “el jefe es un chulo y por eso me ha despedido”; que el que tiene un puesto mejor que el nuestro es porque “es un enchufado o un lameculos”; y si una mujer ocupa un buen cargo en un trabajo será “porque se ha acostado con alguien para conseguirlo”, etc. etc. Una mentira tras otra.

Tenemos una habilidad especial para buscar razones –falsas todas ellas- que justifiquen que nosotros somos normales y lo hacemos todo bien y es el mundo entero quien conspira contra nosotros.

Y es que ser sincero es como hacerse el harakiri uno mismo.

Hay que ser muy, muy, muy, pero que muy valiente, muy ético, muy sincero, muy honorable y muy honrado, para aceptar la realidad con honestidad, para hacerse un examen de conciencia y acatar la parte de culpa que incumbe, para tomar conciencia con humildad de la parte que a uno le corresponde, y no huir de ello dándose a la bebida –para olvidar lo que, precisamente, no hay que olvidar- o enrabietarse contra alguien que no tiene la culpa expresando una ira desmesurada, o eludiéndolo de cualquier otro modo.

No es lo adecuado consolarse con mentiras porque eso impide hacer lo que es verdaderamente adecuado, que es el reconocimiento de lo que hay, sea lo que sea, y la puesta en marcha de las soluciones que evitarán que vuelva a suceder lo mismo en otra ocasión.

No “todo va bien” siempre, así que no es sensato engañarse con esa mentira. No son el destino, ni la suerte, ni el porvenir, quienes tienen que confabularse para que nos vayan las cosas bien, sino que es uno mismo quien ha de tomar las riendas. Y tampoco se les puede utilizar para culpabilizarles de nuestras desatenciones.

No “todo sale bien” y esto hay que aceptarlo con toda la cruda realidad que conlleva, sin drama, sin negación, sin histerismo. Aceptación inmediata, revisión de qué es lo que no estuvo bien para saber lo que no hay que repetir… y siempre con la verdad por delante.

Siempre, por supuesto, involucrándose uno mismo y haciendo lo que haya que hacer. Personalmente, no estoy muy a favor de repetir frases con la idea de que por sí mismas van a hacer milagros. “Voy a tener mucho dinero…”, por ejemplo, ya que eso reduce el tiempo y la intensidad necesarias para conseguirlo ya que uno se relaja pensando que con haberlo dicho se resuelve solo. El efecto es el mismo para “va a aparecer el hombre de mi vida”, o similares. Más bien, “A Dios rogando y con el mazo dando”.

Consolar al afligido me parece estupendo, esperanzar al decaído me parece muy bien, pero engañar o engañarse con frases hechas sin fundamento, con mentiras disfrazadas de verdades, con buenos deseos haciéndolos pasar por realidades… con eso no estoy de acuerdo.

Son un bálsamo que puede acabar convirtiéndose en un veneno.

La verdad es dura a veces, pero es la verdad.

A veces, decir la verdad nos hace pasar por un trago duro, que dura unos minutos, pero la sensación posterior, la liberación, y el sentimiento de haber obrado del modo correcto, compensan el esfuerzo.

La mentira siempre es un acto consciente, del que uno ha de responsabilizarse inexcusablemente, así que la próxima vez que te veas en una de estas encrucijadas … ten claro cómo vas a proceder.

Te dejo con tus reflexiones…

 

Francisco de Sales

 

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EL ESCRITOR, ESCRIBE; EL LECTOR, INTERPRETA.

 

 

En mi opinión, la tarea de quien escribe textos relacionados con el Desarrollo Personal, la espiritualidad, la religiosidad, las vivencias, o la Vida, no siempre es facilitar toda la información de la que dispone, ni contarlo todo y con todo tipo de detalles –aunque eso pueda ser más cómodo para muchos lectores-, sino que su tarea también es –sobre todo- despertar el interés y la curiosidad del lector dejando que él participe y colabore con su aporte para el engrandecimiento y enriquecimiento del texto. No dárselo todo hecho sin un espacio libre para que pueda participar y aportar.

 

“Si uno tiene un porqué, siempre sabrá buscar el cómo”, dicen que decía Nietzsche. Eso se aplica también en este caso. Si la lectura de un artículo despierta la ambición de querer saber más de ese asunto el lector buscará y buscará hasta que pueda aplacar esa ansia.

 

Según sea la materia de la que se trate, hay cosas que son científicas y demostrables -por lo tanto indiscutibles- y hay otras que están basadas en experiencias personales o en sensaciones o en sentimientos, y éstas son muy difíciles de transmitir, o están sostenidas sobre bases que son indefinibles y sólo perceptibles según la atención que use quien lo mira y la interpretación mental de quien lo lee. “Los sentimientos que se pueden definir dejan de ser sentimientos para convertirse en definiciones”.

 

Por eso en ciertos asuntos es mejor montar el armazón y dejar que el lector colabore con su interpretación y añadiendo lo que sea de su cosecha.

 

LO IMPORTANTE NO SIEMPRE ES EL SENTIDO QUE LE QUIERA DAR EL ESCRITOR SINO LA UTILIDAD QUE LE SACA EL LECTOR.

 

Ni siquiera acaba siendo importante lo que se ha escrito si el lector lo interpreta de otro modo que le es útil… pues con eso es suficiente. NI SIQUIERA ES IMPORTANTE LO QUE SE LEE, SINO LO QUE HACE CON LO QUE SE LEE.

 

Cuando un escritor relata que aquél era “el amanecer más bello desde la Creación” y describe muy bien un amanecer en una playa del Caribe, si el lector odia las playas le va a costar colaborar con eso que dice el escritor. Si lo deja en “el amanecer más bello desde la Creación”, despierta la imaginación y cada uno verá el que para él es el paisaje más bello sobre el que puede amanecer. Unos pensarán en un valle, otros en la cima de una montaña, en el campo de su pueblo natal, en solitario o acompañado de alguien especial, etc. Y eso no lo mejora ningún escritor del mundo.

 

Cuando un escritor habla de sus experiencias personales o de su interpretación ante cierto hecho, está condicionando de algún modo al lector que espera repetir las mismas experiencias de quien lo cuenta, y eso nunca será así, porque no ya estará pendiente de su propia experiencia sino que esperará imitar la del escritor.

 

Si el escritor ve algo de un modo concreto lo hace desde sus conocimientos, circunstancias y vivencias, que son las que le han llevado a ser como es. Si alguien escribe después de años de experiencia en la meditación que al meditar se le aparece una luz azul, un guía, o la música del firmamento, el lector no estará plenamente atento a la meditación –relajado y dentro de sí-, sino atento a los fenómenos que espera que se produzcan para que la meditación no sea un fracaso, sin saber que precisamente esta actitud es la que lo convertirá en fracaso.

 

Quien escribe puede insinuar por dónde va el Camino, pero no debe hacer el camino por el lector. Hay cosas que no se pueden trasmitir con palabras, pero se puede afirmar que para otros existen sin que por eso tengan que existir para todos. Es algo entre difícil e imposible convencer a otro de lo que es un asunto propio, personal o de fe y no de lógica.

 

Cuando se escribe se generaliza porque no se conoce personalmente al lector final, así que se dicen cosas que pueden ser válidas para la mayoría, pero… el lector no lee desde el punto de vista de la generalidad sino desde el suyo propio y eso favorece que en muchas ocasiones no esté de acuerdo con lo que lee. Lo que para unos es evidente e indiscutible, para otros es inaceptable y rechazable.

 

Son más enriquecedores los textos sobre los que el lector  puede –y debe- trabajar para completarlos, aportando su visión, haciendo su interpretación, porque de ese modo es como los hace suyos, los integra dentro de sí y no los deja vagando por la mente mezclados con otras miles de pensamientos o frases. Si no colabora de algún modo, solamente son las ideas de otros. Si sigue las ideas del escritor sin aprehenderlas, sin integrarlas consigo, si poner delante “yo opino” o “yo sé”,  habrán sido un cebo para la distracción de la intelectualidad pero, posiblemente, una inutilidad para la persona.  Hay que trabajar, hay que elaborar lo ajeno, aportando o restando, puliendo, y dejar de recurrir a las citas de las celebridades y empezar a crear las propias, aunque sean similares o incluso idénticas.

 

El escritor de ficción sí tiene licencia para contar lo que quiera como quiera. No hay límites. Pero quien escribe sobre Desarrollo Personal ha de ser muy cuidadoso con no tratar de inculcar sus propias ideas, o sus traumas, al lector; ha de ser muy respetuoso para no despreciar cosas que para otros pueden ser importantes; no debería afirmar lo que sólo puede afirmar desde su punto de vista subjetivo: es más honrado opinar que aseverar de un modo radical, impositivo y dictatorial. En ocasiones el lector necesita más las preguntas para hacerse que las respuestas.

 

Confucio decía que “oír o leer sin reflexionar es una ocupación inútil”, así que…

 

Te dejo con tus reflexiones…

 

Francisco de Sales

 

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