Veo tus ojos mirando al cielo. Siento el clamor que brota en tu interior. No importa que no te comprendan, no importa que te humillen. Es sólo una ilusión. No más lagrimas. No más lamentos. Este escenario mundial de atrocidades e incoherencias fue montado para que tu alma recuerde. Nunca más la inconsciencia. Nunca más la indiferencia. Nunca más la des humanización. Es hora que despierte tu memoria antigua. Tu espíritu es convocado a revelar su maestría.
Muchas vidas. Muchas enseñanzas. Muchísimos aprendizajes. La espiral ascendente hace que hoy se ponga a prueba tu templanza y saques a relucir tu verdadera esencia de luz. Este juego no se diseñó con errores. Los dolores, las penas, las frustraciones y los conflictos fueron enseñanzas encubiertas para que aprendas a volar. Una y mil veces caíste, y tuviste la fortaleza, la dignidad y el coraje para volverte a levantar, sin perder la confianza.
Tus alas no están rotas, solamente algo cansadas y magulladas por los golpes. Sos amado y respetado. Todo lo que estás viviendo es para demostrarte que podés. Lo que anida en tu pecho no es dolor. Es el fuego del espíritu que abre paso a tus recuerdos. Este es el tiempo de la unificación. Tu sabiduría es llamada a transformar la realidad. Tus dones y talentos deben prestar servicio. Hay otras almas peregrinas que necesitan de tu auxilio. Naciste para inspirar con tu don de gente.
No dejes que la ilusión te engañe con sus viejos trucos. Recordá que nos prometimos ganarle la pulseada. Hoy seco tus lágrimas porque así lo hiciste conmigo. Quiero que vuelvas a sonreír. Necesito ver el brillo de tus ojos. Vamos rumbo a la meta, con las lecciones aprendidas. No fue en vano tanto esfuerzo. Honremos las enseñanzas. Digámosle gracias con el corazón abierto, en dirección al Sol.
Celebro porque estamos juntos y cada vez somos más. Esta noche, cuando eleves tu mirada al cielo, prestá atención a la Luna: dejé un abrazo gigantesco, lleno de amor, fe y esperanza, para que te cuide y te acompañe en lo que resta del camino. Hoy tu espíritu es llamado a revelar su maestría. Las estrellas no titilan, sólo danzan de alegría.
Por Julio Andrés Pagano.
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