Beto y el tirachinas
Camila y su amigo Beto siempre iban juntos para la escuela. Eran vecinos y estaban en la misma clase.
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Ese día, era muy pronto aun, y el sol comenzaba a surgir somnoliento, por detrás de las casas.
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Pasando por una plaza, la niña vio una paloma arrullando en la rama de un árbol. Camila sonrió, encantada.
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- ¡Mira que bonita palomita, Beto! - exclamó, apuntando al ave llamando la atención del compañero.
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El niño miró y, rápidamente, se bajó buscando una pequeña piedra en el suelo. Después, metió la mano en el bolsillo del pantalón y cogió un tirachinas, armándolo con la piedrecilla.
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Beto actuó con tanta rapidez, que Camila casi no consiguió impedirlo.
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Horrorizada, al notarle la intención, cuando él ya estiraba el elástico asestando a la palomita, ella empujó el tirachinas, desarmándolo.
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- ¿Beto, qué es eso? ¿Tú pretendías golpear a aquella palomita?
Irritado, el niño respondió:
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- Golpearla no, yo pretendía matarla.
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Camila tenía los ojos llenos de lágrimas.
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— ¡No creo que tú fueras capaz de matar a aquella avecita! ¿No sabes que debemos respetar la naturaleza y, especialmente, a todo ser vivo?.
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Los animales son nuestros hermanos más pequeños y también hijos de Dios. Necesitan de nuestra protección y cariño.
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- ¿Incluso un pajarito?
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- También un pajarito. ¿Cómo tú, Beto, te sentirías si alguien se la tirase a una persona de tu familia? ¿A tu madre, por ejemplo?.
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Beto pensó un poco, después respondió con los ojos húmedos:
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- Yo me quedaría desesperado. ¡Mí madre es la persona que yo más amo en el mundo!
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- Pues es así. ¿Sabes que aquella palomita tiene una familia? Mira allá arriba, en aquella rama. ¡Mira!
El niño miró y estuvo de acuerdo:
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- ¡Es así! ¡Tiene un nido y dos hijitos dentro de el!
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- ¿Estás viendo? Tú ibas a destruir a una familia, y aquellos hijitos quedarían huérfanos.
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Beto respiró aliviado, percibiendo lo que podría haber hecho.
- Gracias a ti, Camila, la pequeña familia está en paz y feliz.
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Habían perdido mucho tiempo. Necesitaban apresurarse o llegarían retrasados a la escuela.
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Entrando en la sala, se enteraron que el aula, aquel día, sería sobre el tema “Ecología”.
Camila y Beto intercambiaron una mirara, sonrientes. La profesora percibió el aire de complicidad entre ellos y quiso saber la razón.
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Beto, aunque avergonzado, contó lo que había ocurrido en aquella mañana, sirviendo de ejemplo para los otros alumnos.
Cuando él terminó, la profesora dijo:
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- Felicitaciones, Beto. Tú demostraste coraje y humildad al contarnos tú experiencia. ¿Y el tirachinas?.
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- Ah, profesora, nunca más voy a usarla. Lo prometo.
Después de las clases, a la vuelta para casa, pasando por la plaza, Camila y Beto se acordaron de la palomita.
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Mirando para lo alto la buscaron. Como si ella hubiera percibido la intención de los niños, voló del nido y, aproximándose, se posó en el respaldo del banco, cerca de ellos, dejándolos muy satisfechos.
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Ahora sin ningún miedo, el ave allí permaneció mirando para ellos, como si supiese que no ocurría ningún peligro más.
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Camila cogió de la mochila un resto de su merienda. Eran sólo algunas migajas de pan, pero la palomita la recogió en su pico, satisfecha.
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Después, abriendo las alas, voló de vuelta para el nido, llevando la comida para los hijitos que la aguardaban ansiosos y hambrientos.
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Beto y Camila sonreían felices, moviendo la mano para la madre paloma, mientras tomaban rumbo a la casa.
Publicado por Noemí en
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