psique (3)

Barriendo la psique con “amor cuántico”. David Topi

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Si durante el último artículo habíamos empezado a hablar de las dos fuerzas que básicamente mueven el mundo, ahora nos centramos en la forma de trabajar con ellas, y aprender a usarlas como lo que son, energías que sirven para poder ejecutar acciones, tomar decisiones, y manifestar la realidad en la que vivimos. Nada puede funcionar sin energía, ya que de energía está compuesto todo lo que existe, así que, teniendo en cuenta que ambas “gasolinas” tienen octanajes y calidades diferentes, lo más obvio es saber que se pueden usar para cosas distintas, y que no son compatibles entre sí.

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Un canal de acceso a la energía

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Para usar la energía del amor “puro”, es necesario poseer acceso a esa fuerza de alguna forma. En algún artículo anterior ya hemos hablado del acceso a la “esencia” de cada uno de nosotros, cuando explicábamos cómo hacer sanaciones y cómo transmutar bloqueos energéticos usando la parte más pura y de mayor vibración que poseemos. Este acceso, que todo el mundo tiene y que podéis volver a leer en este artículo donde se explica un pequeño ejercicio para ello, no deja de ser nada más que un canal a través del punto del sistema energético que solemos llamar el “Hara”, para poder atraer al plano físico parte de esta energía que luego puede ser usada y redirigida para otros menesteres y funciones.

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Obviamente, no vamos a usar la energía del miedo para nada, ya tenemos bastante de esta otra “gasolina” imbuida en nuestro día a día, en nuestros sistemas de gestión, en nuestros medios de comunicación y en las rutinas bajo las que vivimos constantemente, así que la idea es empezar a sustituirla, o al menos a contrarrestarla, con la potencia que cada uno tiene en su interior y que puede ser accedida con relativa facilidad si hacéis el intento de sintonizarla, conectar con ella y atraerla hacia nuestra dimensión física.

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Una capacidad inherente a todos

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Y es que, como decíamos en el post anterior, todos los seres humanos como parte de nuestra función en el planeta tenemos la capacidad y propósito de canalizar y proyectar esta energía hacia nuestro plano físico, siendo los responsables de la co-creación de nuestra realidad en el mismo, usando esta materia prima de amor, como sustrato de construcción, así que no es más que cuestión de ver si somos capaces de empezar a usarla, dejando a un lado el concepto más romántico del tema, y viéndolo más como un potente catalizador y motor para cambiar las cosas en nosotros mismos, y en nuestra realidad.

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Para empezar, la intención de llevar la energía hacia algún punto del cuerpo ya la dirige hacia allá, es algo sabido por muchos de vosotros y no tiene ninguna dificultad el hacerlo, pudiendo ser comprobado por todo el mundo que lo quiera probar y sentir, pero lo que vamos a hacer es usar esta energía para aprender a manifestar y mover cosas en los cuerpos superiores, que luego terminen provocando cambios y detonando modificaciones en la realidad física. Dicho con otras palabras, vamos a dotar del combustible adecuado a los mecanismos que rigen la proyección holocuántica de aquello que llamamos “nuestra realidad”, para que estos tomen fuerza y la calidad energética adecuada para su correcta manifestación.

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Un barrido en la psique

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Una vez somos capaces de intencionar que la energía de nuestra “esencia”, que es lo más cercano al concepto de “amor cuántico” del que hemos hablado, se mueva de un punto a otro de nuestra estructura energética, vamos a llevarla a nuestra mente, dándole la orden de que se imbuya en nuestras esferas mentales para que “borre” todas aquellas formas energéticas que no estén alineadas, y que no resuenen con la misma frecuencia y vibración que esta energía.

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Esto, al menos en un primer intento, hará una pequeña limpieza superficial de formas energéticas densas, y que puedan ser transmutadas y liberadas. Con un poco de práctica, y si os estudiáis un poco la estructura de la psique que explicamos y tenéis disponible en este vídeo, podréis afinar más y dirigir esta energía esfera a esfera, o componente a componente, para poder “barrer” parte del “polvo” que se ha ido acumulando, tanto en la mente como en el cuerpo mental (habiendo que hacer el mismo ejercicio para este último).

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¿Podemos borrar todo lo que está ahí acumulado? No, muchos de esos bloqueos, formas mentales, programas y patrones requieren de un trabajo más profundo, pero, con esto, estamos dando un primer repaso para desincrustar el exceso de “miedo” en sus diferentes manifestaciones acumulado en nosotros, para luego poder trabajar más en modo específico, en cosas que necesiten de atención detallada.

Por otro lado, estaremos empezando a imbuir en nosotros la gasolina “amor”, como parte de la energía que todos tenemos, y a la que podemos acceder, no importa que nombre le pongamos. Al equilibrar con la constancia y la repetición regular de este tipo de ejercicios la presencia de ambos tipos de “combustible”, como carga energética en las partículas que forman nuestros cuerpos sutiles, y nuestra estructura física, psíquica y energética, habremos empezado a restarle poder al miedo, y habremos empezado a desmontar parte de los engranajes que le permiten seguir teniendo el control de nuestra existencia.

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Recordad que el programa ego, que gestiona todo lo referente a nuestra personalidad, consciencia artificial y proyección de la realidad en modo “autómata”, puede pasar a funcionar en modo “manual” bajo las ordenes de nuestro ser, de nuestro Yo Superior, cuando se le desconecta de ese miedo y se le endosa su opuesto, el amor “cuántico”, por lo que, por poco que consigamos que esto empiece a ser así, tardemos el tiempo que tardemos en conseguirlo, estamos dando pasos de gigante para revertir una de las limitaciones y mecanismos de control más importantes presentes en la estructura psíquica del ser humano y que, en algún momento del camino particular de cada uno, permitirá que esa otra parte más elevada de aquello que somos empiece a asomarse con más facilidad, y tener más presencia y potencial, para guiarnos en nuestra evolución y crecimiento.

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un abrazo,
David Topí

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Si en el artículo anterior habíamos hablado del origen del contenido que nuestra glándula pineal usa para proyectar la realidad personal en la que existimos, el segundo aspecto de este tema es cómo interpretamos y decodificamos cada uno esa realidad personal, y la realidad común a la que pertenecemos, y en la que nos movemos como parte del colectivo de la especie humana.

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En la conferencia sobre la psique del ser humano decíamos que si pudiéramos ver realmente el entorno en el que existimos, nos daría la impresión de estar reviviendo aquella escena de la película Matrix, donde Neo solo hace que ver números y líneas de energía en filas, llenando las paredes, el suelo, el techo, y todo lo que tiene alrededor suyo.

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La realidad que hay ahí fuera en todo eso que llamamos la “Creación” es cuántica, es energía pura en movimiento, es la matriz de todas las realidades existentes para cada uno de nosotros, pero nosotros no vemos esa realidad “real”, sino que solo vemos la interpretación y decodificación que hacemos de la misma, una proyección tridimensional del mundo cuántico que se nos aparenta verdadera, sólida y tangible a los sentidos. Nosotros somos proyectores de esa realidad como ya sabéis, y además somos receptores y decodificadores de la misma.

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Decodificando la realidad

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El ser humano percibe el mundo a través de sus cinco sentidos. Los sentidos transmiten al cerebro una serie de datos en forma de señales eléctricas proveniente de las energías captadas en la realidad exterior (que ha sido co-creada entre todos, por la suma de todas las realidades personales proyectada por cada uno), que entonces la mente interpreta para darle sentido y explicación a lo que se percibe.

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Es decir, que la realidad en forma de ondas, vibraciones, patrones numéricos, etc., pasa a ser primero una realidad relativa y luego, al ser interpretada por el contenido que hay en la mente, se transforma además en una realidad subjetiva adecuada al criterio de cada persona, que es quien interpreta a que corresponde cada una de las señales que recibe de sus sentidos.

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¿Qué quiere decir esto?, que la realidad es diferente para cada persona, cada color, olor, gusto, sonido, tacto, experiencia, etc. es filtrado por lo que somos capaces de captar energéticamente de ello de la realidad consensuada entre todos, y luego interpretado por nuestra realidad personal, es decir, por lo que creemos que estamos viendo, sintiendo, escuchando, etc. Si, por ejemplo, nosotros mismos hemos proyectado un cierto tipo de contenido que se está manifestando como nuestro mundo exterior, luego reinterpretamos esa misma realidad acorde a lo que llevamos en la psique.

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Viendo con la mente

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Siendo esto así, y puesto que cada persona percibe un rango de frecuencias ligeramente diferente y decodifica de forma distinta la información que le llega del mundo exterior ¿Cómo sé que eso que veo delante mío es lo mismo que lo que ve la persona que tengo al lado?  ¿Cómo se construye en mi mente mi mundo real, el que veo con mis ojos, el que toco con mis manos?

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Bueno, como ya veis, no son nuestros ojos los que deciden que es el mundo que llamamos “real”, sino que este es una construcción completamente subjetiva a cada persona, y por lo tanto, ilusoria, cambiante y maleable.

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Nuestros ojos no “ven” por si solos, es la mente la que “ve” con la información que le llega y tras decodificar y decidir qué es exactamente eso que tiene delante. Los ojos son lentes que pasan información desde la retina hasta el cerebro, que es donde se forma la imagen. Son como las ópticas de las cámaras que dejan pasar la luz, y la envían hacia el interior de la cabeza para procesarlos, sin hacer, en ningún momento, juicios o presunciones sobre que representan. El ojo no sabe que está recibiendo la energía lumínica de una silla o de un elefante, y le da igual, su función es simplemente transmitir el haz hacia el interior.

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A continuación la mente realiza la decodificación de la información que está recibiendo con datos de los que ya dispone, de nuestra presunción de cómo debe ser el mundo de ahí fuera, de lo que “creemos” ver en realidad y de todo aquello que tiene guardado en los bancos de memoria, generados a través del condicionamiento y la programación con la que nacemos y crecemos.

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Componentes de decodificación de la realidad

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Los componentes que crean y decodifican nuestra realidad podriamos clasificarlos en tres tipos: el paradigma, los arquetipos y los programas y patrones mentales, y vamos a hablar de ellos un poco ahora.

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Estamos programados para decodificar las cosas de una determinada manera, diseñados para un razonamiento lineal, y en compartimentos mentales estancos. Para que esto funcione de esta forma, como en un ordenador, tiene que haber una base operativa, un sustrato donde se puedan insertar y guardar el resto de información, programas y patrones mentales, como si de un sistema tal que Windows, Linux o Mac se tratase.

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Por eso, todos, en nuestra mente, tenemos un sistema base programado, y ese sistema no es otro que lo que llamamos el paradigma social, cultural, etc. bajo el que hemos nacido. El paradigma es el sustrato energético base para el resto de la programación que viene insertado por defecto en nuestras esferas mentales desde el momento en el que nacemos. Podeis leer al respecto sobre el papel del paradigma en este artículo de Detrás de lo Aparente.

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Una vez la mente del ser humano recibe la instalación de su paradigma, su sistema operativo, es cuando se pueden empezar a instalar otros programas que funcionan encima de este, y que son los que marcan como se decodifica la realidad que cada uno percibe y que contenido se emite al exterior para la generación de nuestro mundo particular. Estos bloques genéricos se denominan arquetipos, y los hay de diferentes formas: espirituales, religiosos, científicos, morales, etc., ya que solo así, insertando un sistema de creencias determinado basado en ciertos arquetipos globales, se puede manipular por completo la psique conjunta de la raza humana.

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Para comprender bien que es un arquetipo sigamos con la analogía del ordenador. Todos gestionamos nuestros datos en sectores del cerebro concretos, como si fueran distintas carpetas del PC. El equivalente a un fichero del ordenador en nuestro cerebro son las neuronas, que es la célula, o componente que archiva y registra ese dato o información antes de pasarlo a la mente.

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Diferentes agrupaciones de neuronas crean el equivalente a diferentes carpetas del disco duro, donde cada carpeta puede tener miles de archivos, y además cada carpeta tiene una categoría determinada y almacena solo información de un tipo específico. En el ser humano, a cada una de esas carpetas que se insertan a medida que vamos acumulando programación, le llamamos arquetipos, cada una con sus correspondientes subcarpetas,  y cada uno con centenares de ficheros que representan conceptos concretos programados o adquiridos por nosotros respecto al tema en cuestión.

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Por ejemplo, todas las ideas o creencias sobre religión, van a parar a un arquetipo determinado, todas sobre cultura, o ciencia, o moralidad, van a parar a las neuronas del arquetipo asociado. Así se crean y almacenan arquetipos que dictan como vamos a interpretar un concepto o idea que captamos del mundo exterior.

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Finalmente, lo siguiente que tenemos en nuestra mente son los diferentes programas y patrones de comportamiento. Cada arquetipo tiene infinidad de sub-programas, patrones e ideas asociadas a ese arquetipo global, de forma que aunque toda una población comparta el mismo paradigma, y millones de personas compartan el mismo arquetipo, cada uno tiene una serie de programas y patrones individuales que hacen que el contenido de su mente no se asemeje en nada al contenido de la mente de la persona de al lado.

De forma que un programa, no es más que una serie de patrones de conducta, ideas de comportamiento, creencias individuales y conjunto de órdenes que, asociadas a diferentes arquetipos, nos terminan de dar la visión de la realidad que cada uno de nosotros tenemos.

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Cambio de mente, cambio de realidad

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Bueno, finalmente, si entendemos esto, será fácil darnos cuenta de la relación que tiene el contenido de nuestra mente con el cambio de realidad, de matrix, de nivel evolutivo por el que estamos trabajando pues solo cambiando estos programas, arquetipos y paradigmas en el ser humano, tanto a nivel individual como a nivel colectivo, podremos avanzar en la co-creación y manifestación del camino que nos lleva directos a ese próximo salto de consciencia.

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Los primeros pasos para el cambio del contenido en nuestra psique es el conocer qué tenemos instalada en ella, y, si es posible, dejar de aceptar nuevos programas provenientes del exterior que refuercen la programación existente. La desprogramación individual de cada uno de nosotros, y el trabajo personal e interior a través de la autobservación, del autoconocimiento y con cualquiera de las herramientas de las que dispongamos nos permitirán hacer estos cambios en la psique y sustituir lo viejo por lo nuevo, lo limitante por lo expansivo, lo actual por lo que ha de venir.

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No se puede hacer de otra forma, porque no hay otro método de construcción de la realidad que el que hemos comentado, todo se crea a partir del potencial manifestador de la psique y de la energía del ser humano, y por lo tanto, hemos de crear con consciencia, con amor y con programas y arquetipos que se ajusten a esa nueva realidad y a esa nueva humanidad que queremos manifestar. Solo así, con el tiempo, provocaremos un cambio de realidad que cogerá aún más impulso en el momento en el que se alcance masa crítica gracias a todos aquellos que cambiando su programación y contenido interior, sean capaces de cambiar su realidad exterior y con ello la realidad exterior de todos nosotros.

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un abrazo,
David Topí

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