ENVIADO POR MARI
Claudio María Domínguez
La vida en este planeta está sometida a la dualidad, que es la ley que rige la materia. Dual significa DOS. En este mundo existen hombres y mujeres, frío y calor, placer y dolor, compañía y soledad, premio y castigo, amor y odio, justicia e injusticia, ricos y pobres, sanos y enfermos, bien y mal, etc.
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Los grandes maestros nos explican que la dualidad es el gran engaño de la realidad física en la que vivimos y que para trascenderla tenemos que conectarnos con nuestro aspecto superior al ego, que es el SER. Para el ego, con la muerte todo se termina. Para el ser es un paso hacia más evolución. Para el ego, las personas están separadas de sí mismo. Para el ser, los demás son “sí mismo”. Para el ego, el apego a las cosas y personas son básicas para subsistir. El ser, en cambio, sabe que nada le pertenece porque todo está en continuo cambio y movimiento.
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El ser ES. Su cualidad es existir. Es la presencia que observa la marea de la vida con ecuanimidad. Su existencia nace del vacío, por eso cuando estamos en silencio y aquietamos la charla mental, aflora la paz del ser y con esa paz podemos atravesar cualquier dificultad con la certeza de saber que el alma no es afectable sino el ego, y el ego es transitorio.
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En este momento mientras estás leyendo, toma consciencia de tu cara, tus ojos y de la presencia que está “detrás” de tus ojos, observando atentamente. Ese es el ser. Así de simple. El ser está en vos, sos vos, es tu verdadera esencia. Aquella que no fue construida socialmente. El ser no juzga, sólo atestigua silenciosamente la vida.