compulsivo (1)

EL HÁBITO COMPULSIVO DEL EGO. ECKHART TOLLE

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El ego tiene el hábito compulsivo de hallar fallas en los demás y de quejarse de ellos. Cuando criticamos o condenamos al otro, nuestro ego se siente más grande y superior que los demás. Esto desencadena a la violencia física entre los individuos y la guerra entre las naciones. No se deben confundir las quejas con el hecho de hacer ver a una persona una deficiencia o un error, a fin de que pueda corregirlo.

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Abstenerse de quejarse, no significa necesariamente tolerar la mala conducta. No es cuestión de ego decirle a un mesero que la sopa está fría y que debe calentarse, siempre y cuando nos atengamos a los hechos y no al "yo". Los hechos son neutros. Renegar es decir "Cómo se atreve a traerme una sopa fría". Aquí hay un "yo" al cual le encanta sentirse personalmente ofendido por la sopa fría y que disfruta cuando encuentra la falta en el otro. Las quejas a las cuales nos referimos están al servicio del ego, no del cambio. Algunas veces, el ego realmente no desea cambiar a fin de poder continuar quejándose. No hay nada que fortalezca más al ego que tener la razón.

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Cuando nos quejamos, encontramos faltas en los demás y reaccionamos. El ego se fortalece y se siente superior. Al ego le encanta fabricar errores para tener razón. Tener la razón es identificarse con una posición mental, un punto de vista, una opinión, un juicio o una historia. Si simplemente afirmamos lo que conocemos como verdad, sin identificación con la mente, entonces no hay ego.

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(Observar que la luz viaja más rápido que el sonido, es una verdad. No hay ego en ello. Hay ego cuando decimos: "Créeme, yo sé que la luz viaja más rápido que el sonido" o "¿Por qué no me crees cuando digo que la luz viaja más rápido que el sonido?" Entonces aquí sí hay identificación con el “yo” (el ego, la mente). La frase se ha personalizado). El ego se toma todo a pecho y hace que se desaten las emociones, se pone a la defensiva y hasta puede haber agresiones.

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¿Estamos defendiendo la verdad? No, porque la verdad no necesita defensa. Ni a la luz ni al sonido les interesa lo que nosotros u otras personas piensen. Nos defendemos a nosotros mismos o, más bien, defendemos nuestro ego.

.Eckhart Tolle

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