Tal y como dijimos en el artículo anterior, vamos a empezar a trabajar y explicar diferentes conceptos energéticos presentes y que forman parte de la experiencia humana y de la forma en la que nuestra psique está constituida. Hablar de las energías de miedo y amor es hablar de los dos componentes básicos que moldean la interacción humana en el mundo en el que vivimos. Todo puede reducirse, si fuéramos un poco drásticos, a energías de miedo, o basadas en él, o energías de amor, o derivadas del mismo. Como los dos extremos de un péndulo, son dos fuerzas que antagonizan, y si una está, la otra no suele poder hacerlo también a la vez.
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Evidentemente, todo miedo puede ser transmutado con amor, pero con amor “cuántico”, pues el amor “romántico” que fluye por las capas más bajas del sistema energético humano tiene bastante sustrato también de miedo: de miedo a quedarse solo, de miedo a que no nos quieran, de miedo al sufrimiento, de miedo a perder a la persona con quien estamos, etc., por lo tanto, ese amor “real”, o ese amor cuántico que es el polo opuesto al miedo como energía, no es el amor de nuestras películas y series, de relaciones basadas en la necesidad o el aprovechamiento mutuo, sino el amor como bloque básico de creación de todo lo que es consciente y vivo en el universo.
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El sustrato base de la Creación
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Para poder entender el amor es necesario entender que no hay nada que pueda existir sin una energía base que lo forme. Esa energía base es consciente, y tiene una vibración, frecuencia y cualidad que le hace ver a todo como parte de todo, y sentirse parte de todo eso a su vez, pero que, cuando llega a niveles más densos y llega a convertirse en emoción humana, y usamos la palabra amor para definir algo que sentimos viene de esos otros niveles más elevados, no estamos describiendo o percibiendo sino el pálido reflejo en el mundo físico de lo que el amor es realmente como energía y sustrato en toda la Creación.
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No hay forma de hacerle comprender a la mente humana este concepto si no es a través de algún tipo de experiencia sublime, en la que se pueda llegar a alcanzar en algún momento una conexión con esta vibración en su estado más puro y real. Los que han tenido atisbos de ese amor como sustrato básico de Todo, se dan cuenta de lo difícil que es expresarlo y explicarlo a otros, ya que es algo que solo sentido, vivido y experimentado en uno mismo, a través de la conexión que todos tenemos con otros planos donde esta energía es pura, creativa y sin distorsionar, radiante y luminosa, uno puede comprender lo que es realmente. Luego, al ser canalizada con mayor o menor distorsión hacia el plano físico, a través del sistema energético, aun disminuida en frecuencia, filtrada y coloreada ya por las emociones y formas mentales, nos permite tener un sentimiento al que le ponemos el mismo nombre, amor, aunque solo sea un sucedáneo del concepto original.
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El miedo, motor de la sociedad
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Por otro lado, el miedo es la contrapartida energética terrenal que mantiene una parte del sistema de vida humano en funcionamiento, pues la mayor parte de las personas hacemos casi todo por miedo. Vamos a trabajar por miedo a la falta de recursos, miedo a ser dejado de lado en la sociedad, miedo a no tener nada que hacer, a no ser útil, a no ser reconocido, importante, aceptado, a no estar integrado con los demás, etc. Entramos en relaciones, a veces (no quiero generalizar), por miedo a quedarnos solos, a que nadie nos acepte, a no seguir las normas sociales o vernos apartados por ellas, etc. Acatamos resoluciones, imposiciones y órdenes por miedo a las consecuencias, por miedo a sufrir, por miedo a ser castigados, etc.
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Así que, en general, una parte de las acciones y mecanismos que rigen aún el sistema de control de la vida humana funcionan gracias al miedo. ¿Y esto porqué? Porque el programa de gestión de la psique, el ego, usa el miedo como combustible.
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Si quitamos las etiquetas asociadas a ambos potenciales y lo viéramos solo como dos energías neutras, dos tipos diferentes de gasolina, el programa ego y los mecanismos de gestión de la realidad necesitan la gasolina miedo para su funcionamiento, que es la que tiene el octanaje adecuado para esta parte nuestra, ya que si le metemos la gasolina amor, no le va bien según diseño original, sin embargo, es lo que interesa insertar, para restarle fuerza, algo que ya muchas personas están haciendo con su propio trabajo interior de crecimiento y sanación, al ir limpiando, sanando, transmutando y eliminando esos miedos, restándole combustible al ego, y dejando que la consciencia del Yo Superior, que usa la gasolina amor, tenga más fuerza para encontrar huecos entre los que manifestarse, y hacerse poco a poco más presente.
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Potenciando el amor “cuántico”
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Una vez hemos comprendido esto, el siguiente paso para poder acercarnos a potenciar el uso de amor cuántico es tomar consciencia de que no hay forma de avanzar y evolucionar si nos nutrimos, proveemos y generamos el combustible miedo para ello. Como esta energía hace funcionar los mecanismos automáticos de la psique, y, por inercia, a la personalidad que tenemos, y a nuestra consciencia artificial, el ser humano ha de hacer un esfuerzo constante para poder suprimir su manifestación y expresión cuando esta gasolina hace su aparición en forma de emociones negativas, patrones de comportamiento, formas mentales y cosas por el estilo.
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No hay forma de parar la actividad y función de los programas de la psique y del ego que funcionan en modo autómata si se los sigue abasteciendo de energía miedo, de forma que solo comprendiendo, aceptando y transmutándolos, quitamos poco a poco el sustrato y remanentes energéticos almacenados en los cuerpos sutiles que lo producen, haciendo que el ego y sus procesos puedan perder la fuerza que tienen a los mandos del cuerpo que usamos.
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Y es que el amor cuántico es infinito, omnipotente y omnipresente, todos los seres humanos como parte de nuestra función en el planeta tenemos la capacidad y propósito de canalizar y proyectar esta energía hacia nuestro plano físico, siendo los responsables de la co-creación de nuestra realidad en el mismo, usando esta materia prima de amor, como sustrato de construcción.
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Pero, como ya sabéis, esto no suele ser así, ya que se nos induce constantemente a generar miedo y proyectar todo lo contrario al amor, debido a la situación peculiar y anacrónica en la que la raza humana existe desde hace milenios, ya que seguimos siendo actualmente una especie generadora de alimento para otras razas y grupos, entes y seres, de las que ya os hable en el artículo anterior, que se nutren y viven principalmente a través de esta otra gasolina de poco octanaje y calidad vibracional.
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Al final, la cuestión es que la capacidad de sintonizar y generar una u otra energía está presente en nosotros, que somos el instrumento y tenemos todo lo necesario para ello, y solo depende del trabajo y elección consciente de cada uno, que nos dediquemos a ser una fuente para potenciar una o la otra, acorde a lo que cada uno desee para si mismo, y para el conjunto de la humanidad a la que pertenece.
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un abrazo,
David Topí
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