Una de las mejores sensaciones que podemos experimentar es la de no sentirnos solos, lo que no significa que físicamente lo estemos.
La soledad es un estado interno que nada tiene que ver, en la mayoría de las ocasiones, con estar acompañado o no. Uno está sólo de verdad cuando se siente aislado y relegado al ostracismo. Es como si los demás obviasen nuestra presencia o lo hiciesen con nuestro sentir interior.
Se trata de la no coincidencia en el punto de encuentro, lo que de verdad hace que nos repleguemos en nuestra concha y dejemos que la vida pase delante. A veces no podemos unir diferencias, o incluso no queremos y antes que flexibilizar nuestra postura preferimos guardarnos entre nuestro mullido colchón de afectos internos para protegernos defendiéndonos.
Uno se acostumbra a la soledad elegida pero nunca a la impuesta. Y eso es porque cuando estamos a solas con nosotros mismos tenemos que vernos, hablarnos, pelearnos y hasta querernos y eso, todo junto, es difícil. Por otra parte, al quedarnos en ese vacío donde solamente estamos nosotros, no podemos escondernos de nuestros ojos y a la luz de la presencia justiciera de nuestro yo, salen mil y un fantasmas reclamando lo que es suyo. Entonces, nos damos cuenta de cuáles son las fallas de nuestro terreno y si el mapa de nuestro cerebro está en orden o se ha descontrolado.
En el fondo estar sólo es un ejercicio de sana limpieza del alma porque la obliga a desnudarse y a cantar bajo la ducha, una a una sus penas, a la vez que logra impulsarla a buscar soluciones creativas donde solo aparecían problemas.
Estar demasiado protegido no es bueno, aunque sí agradable. Uno debe aprender a salir a flote por sí mismo porque en muchos momentos de la vida nadie está tomando tu mano…y si lo está, tal vez tú ni lo notes.
ENVIADO POR: MIRAR LO QUE NO SE VE
Comentarios
Gracias por tus deseos Mayita, Gracias a TOD@S aqui por llenar nuestros corazones, muchas Bendiciones para cada un@ de ustedes. Con Amor,