EL OSO. JORGE BUCAY

5889804298?profile=originalENVIADO POR CARMEN

Esta historia habla de un sastre, un zar y su oso.

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Un día, el zar descubrió que uno de los botones de su chaqueta preferida se había caído.
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El zar era caprichoso, autoritario y cruel (cruel como todos los que se enmarañan por demasiado tiempo en el poder), así que, furioso por la ausencia del botón mandó a buscar a su sastre y ordenó que a la mañana siguiente fuera decapitado por el hacha del verdugo.
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Nadie contradecía al emperador de todas la Rusias, así que la guardia fue hasta la casa del sastre y arrancándolo de entre los brazos de su familia lo llevó a la mazmorra del palacio para esperar allí su muerte.
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Cuando cayó el sol, un guardia de la cárcel le llevó al sastre la última cena. El sastre revolvió el plato de comida con la cuchara­ y mirando al guardia de la cárcel dijo:
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– Pobre del zar.
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- El carcelero no puedo evitar reírse - ¿Pobre del zar? -dijo- Pobre de ti, tu cabeza quedará separada de tu cuerpo unos cuantos metros mañana a la mañana.
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- Si, lo sé pero mañana en la mañana el zar perderá mucho más que un sastre, el zar perderá la posibilidad de que su oso, la cosa que más quiere en el mundo, su propio oso aprenda a hablar.
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- ¿Tú sabes enseñarle a hablar a los osos?, preguntó el carcelero sorprendido.
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- Un viejo secreto familiar... – dijo el sastre.
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Deseoso de ganarse los favores del zar, el pobre guardia corrió a contarle al soberano su descubrimiento: ¡¡El sastre sabe enseñar a hablar a los osos!!
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El zar se sintió encantado. Mandó rápidamente a buscar al sastre y le ordenó: -¡¡Enseñale a mi oso a hablar nuestro idioma.
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Majestad -dijo el sastre- cuánto me gustaría complaceros; pero, la verdad es que enseñar a hablar a un oso es una ardua tarea y lleva tiempo... y, lamentablemente, tiempo es lo que menos tengo...
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El zar hizo un silencio, y preguntó: ¿cuánto tiempo llevaría el aprendizaje?
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- Bueno, depende de la inteligencia del oso... Dijo el sastre.
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- ¡¡El oso es muy inteligente!! – interrumpió el zar
 
- De hecho es el oso más inteligente de todos los osos de Rusia.
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-Bueno, musitó el sastre... si el oso es inteligente... y siente deseos de aprender... yo creo... que el aprendizaje duraría... duraría... no menos de...... DOS AÑOS.
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El zar pensó un momento y luego ordenó: Bien, tu pena será suspendida por dos años, mientras tanto tú entrenarás al oso. ¡Mañana empezarás!
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- Alteza - dijo el sastre – Si tú mandas al verdugo a ocuparse de mi cabeza, mañana estaré muerto y mi familia se las ingeniará para poder sobrevivir; pero, si me conmutas la pena, yo tendré que dedicarle el tiempo a trabajar, no podré dedicarme a tu oso... debo mantener a mi familia.
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- Eso no es problema – dijo el zar – A partir de hoy y durante dos años tú y tu familia estarán bajo la protección real. Serán vestidos, alimentados y educados con el dinero de la corte y nada que necesiten o deseen les será negado... Pero, eso sí... Si dentro de dos años el oso no habla... te arrepentirás de haber pensado en esta propuesta... Rogarás haber sido muerto por el verdugo... ¿Entiendes, verdad?.
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- Sí, alteza.
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- Bien... ¡¡Guardias!! - gritó el zar –Que lleven al sastre a su casa en el carruaje de la corte, denle dos bolsas de oro, comida y regalos para sus niños. Ya... ¡¡Fuera!!.
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El sastre. en reverencia y caminando hacia atrás, comenzó a retirarse mientras musitaba agradecimientos.
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No olvides - le dijo el zar apuntándolo con el dedo a la frente – Si en dos años el oso no habla... 
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– Alteza...
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...Cuando todos en la casa del sastre lloraban por la pérdida del padre de familia, el hombre pequeño apareció en la casa en el carruaje del zar, sonriente, eufórico y con regalos para todos.
 
La esposa del sastre no cabía en su asombro. Su marido, que pocas horas antes había sido llevado al cadalso, volvía ahora, exitoso, acaudalado y exultante...
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Cuando estuvieron a solas el hombre le contó los hechos.
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- Estás LOCO – chilló la mujer – enseñar a hablar al oso del zar. Tú, que ni siquiera has visto un oso de cerca, ¡Estás, loco!  Enseñar a hablar al oso... Loco, estás loco...
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- Calma mujer, calma. Mira, me iban a cortar la cabeza mañana al amanecer, ahora... ahora tengo dos años... En dos años...  pueden pasar tantas cosas en dos años. En dos años... – siguió el sastre - se puede morir el zar... me puedo morir yo... y lo más importante... por ahí el ¡¡oso habla!!
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 Jorge Bucay

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Comentarios

  • EXCELENTE REFLEXION, EL MAÑANA ES INCIERTO.

  • Amar la vida, apreciarla y vivirla con optimismo. Gracias

  • Muy bueno una excelente manera de enseñarnos que hay vivirla vida día a día.
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