El Guerrero de la Luz necesita dedicar tiempo para sí mismo. Y usa ese tiempo para el descanso, la contemplación, el contacto con el Alma del Mundo. Aun en medio de un combate, él consigue meditar.
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En algunas ocasiones, el Guerrero se sienta, se relaja, y deja que todo lo que sucede a su alrededor siga sucediendo. Mira al mundo como si fuera un espectador, no intenta crecer ni disminuir, sólo entregarse sin resistencia al movimiento de la vida.
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Lentamente, todo lo que parecía complicado empieza a volverse sencillo.
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Y el Guerrero se alegra.
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El Guerrero de la Luz se cuida de las personas que piensan conocer el camino.
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Están siempre tan confiados en su capacidad de decisión que no perciben la ironía con que el destino escribe la vida de cada uno; y siempre se quejan cuando lo inevitable golpea en su puerta.
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El Guerrero de la Luz tiene sueños. Sus sueños lo llevan hacia adelante. Pero él jamás comete el error de pensar que el Universo funciona como funciona la alquimia: solve et coagula, decían los maestros. “Concentra y dispersa tus energías de acuerdo con la situación”.
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Existen momentos para actuar y momentos para aceptar. El Guerrero sabe hacer la distinción.
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El Guerrero de la Luz, cuando aprende a manejar su espada, descubre que su equipo necesita completarse, y esto incluye una armadura.
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Él sale en busca de su armadura y escucha las propuestas de varios vendedores.
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“Usa la coraza de la soledad”, dice uno.
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“Usa el escudo del cinismo”, responde otro.
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“La mejor armadura es no enredarse en nada”, afirma un tercero.
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El Guerrero, sin embargo, no les hace caso. Con serenidad, va hasta su lugar sagrado y viste el manto indestructible de la Fe.
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La Fe detiene todos los golpes. La Fe transforma el veneno en agua cristalina.
Tomado en facebook
Comentarios
SI LA FE ES FUERZA Y ESPERAZA GRACIAS POR ACORDATE DE MI AL MANDARME TAN BELLA INFORMACION LO DIGO POR TODO UN ABRAZO