IMPERMANENCIA
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Quizás algunos de vosotros, si no estáis familiarizados con las enseñanzas de Buda, os preguntéis qué es esto de la impermanencia. Semánticamente “impermanencia” significa la no permanencia, la temporalidad, pero el término impermanencia corresponde también al primer sello del Dharma que toda enseñanza auténtica del Buda debe llevar, junto con el segundo sello o “no-ego” y el tercer sello “el nirvana”. Y cito aquí un extracto del libro “Cultivating the Mind of Love: The Practice of Looking Deeply in the Mahayana Buddhist Tradition” by Thich Nhat Hanh, 1996. Publicado por Parallax Press, Berkeley:
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<<El primer Sello del Dharma es la impermanencia. Nada permanece igual por dos instantes consecutivos. Heráclito dijo que nunca podemos bañarnos dos veces en el mismo río. Confucio, mientras miraba una corriente, dijo: “Siempre fluye, día y noche!
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El Buda nos imploró no sólo que hablásemos sobre la impermanencia sino que la utilizáramos como instrumento de ayuda a la hora de penetrar profundamente en la realidad y obtener una comprensión liberadora. Podemos estar tentados a decir que el sufrimiento existe porque las cosas son impermanentes.
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Pero el Buda de nuevo nos anima a observar. Sin impermanencia la vida no es posible. ¿Cómo podemos transformar nuestro sufrimiento si las cosas no son impermanentes? ¿Cómo puede mejorar la situación en el mundo? Necesitamos la impermanencia para la justicia social y la esperanza. Si sufrís no es porque las cosas sean impernanentes, es porque creéis que son permanentes.
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Cuando muere una flor no sufrís mucho porque comprendéis que las flores son impermanentes. Pero no podéis aceptar la impermanencia de vuestra amada/o, y sufrís profundamente cuando se va. Si examináis profundamente la impermanencia, haréis lo mejor posible por hacerla/le feliz ahora mismo.
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Comprendiendola impermanencia os volvéis positivos, amorosos y sabiosLa impermanencia es una buena noticia. Sin impermanencia nada sería posible. Con impermanencia toda puerta está abierta al cambio. En vez de lamentarse deberíamos decir: “¡Larga vida a la impermanencia!” La impermanencia es un instrumento para nuestra liberación.
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No vamos a hablar de las enseñanzas de Buda. Hemos elegido esta introducción para abordar y acercarnos a un tema tabú en nuestra sociedad occidental: La muerte. Un tema tabú evitado en cualquier conversación principalmente por el miedo y el sufrimiento. Sufrimiento porque no aceptamos nuestro paso temporal por la Tierra.
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No asumimos que tan natural es nacer como morir. No entendemos que un nacimiento en este plano de Consciencia es una muerte en el otro y viceversa. Y ello es debido fundamentalmente a la tremenda pérdida de valores que hemos experimentado en los últimos siglos y, en concreto, por la pérdida de un valor superior fundamental para nuestro devenir: “El valor de dar a la vida un sentido trascendental”.
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Hay una necesidad imperiosa -y cada vez somos más conscientes de ello- de recuperar valores superiores del Ser Humano que le lleven a la plena realización del Ser, pero quizás, el valor de dar a la vida un sentido trascendental sea el más importante de todos, pues en el momento que retomamos ese valor, nuestra vida adquiere sentido y empezamos a encontrar respuestas que el mundo cotidiano no nos puede dar.
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Empezamos a comportarnos como seres en evolución que formamos parte de un Todo, de un Universo, y eso hace que empecemos a tener menos apegos tanto por las cosas como por las personas a la vez que nos apasionamos más por la vida, nos hacemos más positivos y sabios, y nuestra comprensión y nuestro amor hacia todo y todos se multiplica día a día, abandonando poco a poco el sufrimiento.
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Si ha habido una persona que ha luchado contra el sufrimiento y la negatividad que nos impide aprovechar plenamente nuestras vidas y nos hace temer o ignorar la muerte, esa ha sido la doctora Kübler-RossEsta gran mujer, llamada “Volcán de Amor”, nos ha dejado su energía y su amor en un legado de palabras hermosas. Como en su libro “Carta para un niño con cáncer”, una bonita metáfora sobre la muerte, que responde a Dougy, un niño de nueve años enfermo de cáncer, que le preguntó: ¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte? ¿Y por qué tienen que morir los niños?.
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No hay porqué tener miedo a la muerte -repitió la doctora Kübler-Ross hasta la saciedad y hasta el mismo momento de su partida-. No es el fin del cuerpo físico lo que debe preocuparnos. Lo que hemos de procurar es vivir mientras estamos vivos - liberarnos de esa muerte del espíritu que es el adaptarse a definiciones convencionales de quién y qué debemos ser.
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Es urgente que cada uno de nosotros se comprometa a crecer. Es esencial que despertéis a la luz, poder y fortaleza que hay dentro de vosotros y que aprendáis a utilizar estos recursos interiores en beneficio vuestro y de los demás. La humanidad solo podrá sobrevivir a través del compromiso de los individuos en el crecimiento y desarrollo de sí mismos y de los demá.
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Ojalá que sus sabias palabras sigan expandiéndose como el polen de los pinos en primavera y nos ayuden a ser más felices y a tomar consciencia de que todo tiene su principio y su fin, nada es permanente, absolutamente nada, excepto nuestra esencia, nuestro espíritu.
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Emi Zanón
Escritora y comunicadora de la Nueva Consciencia
www.emizanon.galeon.com
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